4 marzo, 2025
ROTATIVO DIGITAL

Historias de Alcohólicos Anónimos. Un rebelde arrepentido…

La Viña

Mi nombre es José Luis C., y a mediados de diciembre llegué a conocer a AA por medio de las leyes, o sea enviado por un juez por estar manejando borracho, ya que me había sentenciado el tal famoso DUI. Hace aproximadamente unos ocho años llegué al grupo Livermore, que es el grupo que yo conocí por primera vez; cuál fue mi sorpresa que al llegar a AA me empiezo a conocer a mí mismo.

 

Hoy, gracias a Dios, a mi grupo, a mis compañeros, después de ocho largos años puedo entender por qué era, de niño, muy rebelde. Viví toda mi niñez con resentimientos, con coraje, con rencor hacia mis padres, mis abuelos, hasta de mis propios hermanos. Al conocer a AA, pude yo entender por qué me comportaba de esa manera en mi infancia; le tenía coraje a mi abuelo, ni siquiera yo lo conocía, pero el coraje y el rencor eran por cosas que me contaban de él mi propia abuela y mi papá.

 

Así fue como a muy corta edad comienzo a agarrar coraje y rencor contra mi papá, porque él daba la vida por mi abuelo. Recuerdo en una ocasión que mi abuelo llegó a mi casa y le dijo a mi papá que yo le tenía que ayudar a trabajar… en el momento que mi abuelo fue por mí, recuerdo que le contesté de una mala manera; le dije que por qué yo lo iba a ayudar a trabajar si él a mí, que yo recordara, nunca me dio ni siquiera para una soda.

 

En cuanto le contesté, él se puso muy enojado y le pasó el mensaje a mi papá, y mi papá me pegó tan fuerte que recuerdo que le dije que ya no quería estar en la casa, y él me contestó: “Termina la escuela, y cuando tengas la mayoría de edad puedes largarte a donde tú quieras”.

 

Las cosas ya no andaban muy bien en mi casa. Recuerdo que, en una ocasión, unos amigos me invitaron a trabajar a otro estado de la República. Yo no lo pensé dos veces y tomé la decisión de irme, ni siquiera pedí permiso a mis padres.

 

A la edad de catorce años quise hacer mi vida yo solo, y estoy hablándoles de catorce años, a esa edad ni siquiera era yo adicto a ninguna droga, mucho menos al alcohol. A los dieciocho años tuve la oportunidad de venir a los Estados Unidos y mi vida cambió cuando empecé a ganar dinero. Por mi mente pasaba que yo quería regresar a mi país a demostrarle a mi papá y a mi abuelo que yo sin ellos podía salir adelante. Era un coraje que traía yo por dentro y no sabía cómo olvidarme de todo lo que había yo pasado.

 

Por la gracia de Dios conozco AA y, a base de sus experiencias y de mis compañeros, pude aprender a perdonar a mi papá. De ninguna manera le reclamé nada, simplemente le pedí perdón por lo mal que yo me había portado. Nos perdonamos y los dos lloramos. Él también me dijo que lo perdonara por ser un mal padre, y yo, con lágrimas, le contesté que él era bueno, que para mí no era malo. Desgraciadamente mi abuelo ya no vive, es demasiado tarde, pero si estuviera vivo, yo pienso que haría lo mismo que con mi papá.

 

Mi vida realmente ha cambiado, sigo trabajando día a día con mi ira, mis resentimientos y por qué no decirlo, con mis miedos. En este momento soy padre de tres lindos niños y entiendo que no es fácil, pero gracias a mi grupo, a mis juntas, a mis compañeros y a mi pa-drino, hoy puedo preguntar o puedo pedir una sugerencia. Mi pareja ya me tiene un poquito de confianza, frecuentemente la relación con mi pareja es diferente, es por eso que yo siempre he dicho y les digo a mis compañeros que llegan mandados por un juez, échenle ganas. Yo llegué igual que ustedes, dense la oportunidad de conocer de qué se trata AA. Les digo que AA no simplemente es para dejar de beber, sino también para vivir mejor…

 

Es una pequeña parte de mi vida que estuve viviendo por muchos años, de esa manera, a mis cuarenta y tres años de edad, estoy un poco más tranquilo, trabajando con mi Cuarto Paso, como lo indica la literatura.

 

Gracias, y hasta una nueva oportunidad.

— José Luis C.

 

Livermore, California