Lic. Alfredo Castañeda Flores ANALISTA
28 marzo 2025.-Los mexicanos, en general, son tan falsos, hipócritas, falaces y demás, todos los días y con todos están mintiendo, engañando, manipulando, es tan raro encontrar nacionales, sinceros, honestos, tristemente, desde que estamos en el seno familiar, nos vamos dando cuenta de lo que papá, mamá y/o ambos, hacen para convivir, para sobrevivir, para vivir, y eso nos va marcando conforme pasan los años y las circunstancias.
Como es tan raro encontrar un hogar libre de deudas, sin cuentas pendientes con cualquiera, desde los vecinos, las tiendas cercanas a la casa, las tiendas departamentales, etcétera. Lo primero que aprendemos es decirle a los que van a buscar a los padres, que no están, incluso hay algunos inocentes que repiten: “…dice mi papá o mamá que no está…”, y eso porque los niños no nacen mentirosos, no nacen acostumbrados a engañar, eso tristemente lo van aprendiendo con los años.
La pobreza es la madre de muchísimos vicios y antivalores, y en México, esa es la cara del país, para el mundo, desafortunadamente, somos un mal ejemplo para los países ricos, civilizados, cultos y más, nos tienen perfectamente etiquetados como indignos de confianza, incluso hasta los otros países latinoamericanos, porque en general, son mejores que nosotros.
México es uno de los países más grandes territorialmente hablando, además de los más poblados, pero esas grandezas de población y territorio, no benefician para nada, a los nacionales, al contrario, entre más somos, más pobreza emocional y económica tenemos, además de peores antivalores, aunque, como siempre, se diga lo contrario.
El mexicano promedio está urgido de hazañas y grandeza, en lo que sea, por eso, es fácil que se intenten considerar a los triunfadores, en el área o ámbito que destaquen, cuando vienen al país y se autoproclaman mexicanos, de inmediato la mayoría, los arropa y eso quisieran que fueran, pero solo es la calentura del momento, porque en realidad no lo sienten, mucho menos lo desean ser, simplemente es una declaración convenenciera para que se les trate mejor, durante su estancia en cualquier rincón del país. Dijera la Chimoltrufia, personaje de Chespirito, “…No nos hagamos tarugos…”
Nosotros mismos eso hacemos aquí mismo, de forma frecuente y común, hablamos y hacemos creer a los demás, de lo que están ávidos, deseosos de escuchar, pero no lo sentimos, mucho menos lo queremos, aprendemos desde pequeños a manipular a los demás, o eso creemos, porque si hay gente que sabe identificar la verdad de la mentira, lo real de lo inventado, no se necesita mucho para hacerlo, con observación y lógica, eso se logra. Desafortunadamente, como en otras entregas lo he señalado, el mexicano promedio, no está acostumbrado a hacer ningún esfuerzo, ningún sacrificio, siempre está ocupado, cansado y no tiene mente para hacerlo. Ups.
Por eso es que vivimos al día, no solo económicamente hablando, también como seres vivos, porque si por la mañana estamos en el empleo cotidiano, ahí decimos una cosa con los superiores o con los compañeros, y por la tarde, ya en otro ambiente, si llega a surgir el mismo tema, y los que departen con nosotros, los ubicamos, decimos completamente lo contrario a lo ya mencionado, así funciona la mentalidad nacional, vamos cambiando el discurso personal, conforme a los interlocutores que tenemos, no se quiere pasar como integrante de las minorías, siempre se quiere pertenecer a las mayorías, creyendo que al hacerlo, es una ventaja, cuando se sabe que las mayorías, muy pocas veces, tienen la razón, buen o eso, lo sabemos los que si pensamos y no nos importa, lo que la mayoría opinen, o crean, pero los demás, tienen miedo de ser excluidos de algún grupo o sector de la sociedad, por eso están acostumbrados, a ser como los camaleones, cambian de parecer constantemente, porque decir que de pensar, eso ya es demasiado.
Así estamos acostumbrados a vivir en todos los rincones del país, sin criterio propio, sin una postura propia, siempre aceptando lo que otros proponen o disponen, eso es algo que tanto daño ha causado a nuestro país, y principalmente a nosotros mismos, porque, que se puede esperar de alguien que va cambiando el discurso, conforme las circunstancias individuales ¿Lo van requiriendo? Nada bueno, nada importante.
Los poderosos, sean políticos o empresarios, del mundo, son los que van imponiendo las reglas del juego a seguir, por los países, como el nuestro, pobres y con individuos mediocres, mayoritariamente, y estos, simplemente van repitiendo lo que otros quieren que repitan, ¿Ejemplos? Sobran. Los tatuajes, por ejemplo, la mayoría, no saben ni el significado de hacerlo, pero porque sus cercanos lo hacen, ellos también. Las ideologías políticas en turno, lo mismo, se dejan manipular, porque el gobierno en el poder y sus corifeos, medios de comunicación afines, dicen que todo está de maravilla en México, además, aquí hay algo más de la ignorancia, están recibiendo dinero regalado que les permite dejar de preocuparse por lo básico para comer y medio vivir, pero no se dan cuenta, porque no piensan, que les están desapareciendo la poca iniciativa que llegasen a tener de hacer algo mejor en su vida, para estar mejor.
Ellos reciben las cantidades respectivas y lo demás les vale, dejan que el mundo gire, aunque cada día que transcurre en sus vidas, es uno menos, en dos sentidos, el normal, y el otro, que están desperdiciando su vida, por dejar de hacer, dejar pasar, dejar de vivir. Así es, amable lector, la apatía es mala, sobretodo cuando de por sí no hay muchas neuronas en los cerebros sin iniciativa, sin objetivos o metas claros en sus vidas. Dijera Quico, otro personaje de Roberto Gómez Bolaños, ¡qué cosas, no!