6 marzo, 2025
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Haz que la gente dependa de ti…

Lic. Alfredo Castañeda Flores      Analista

28 de sept. 2020.- Para mantener tu independencia, es indispensable que los demás te quieran y necesiten. Cuanto más confíen y dependan de ti, tanta más libertad tendrás. Haz que la gente dependa de ti para lograr tu felicidad y prosperidad, y no tendrás nada que temer. Nunca enseñes a los demás lo suficiente como para que puedan arreglárselas sin tu ayuda.

 

El máximo poder reside en lograr que los demás hagan lo que quieres. Cuando logras esto sin tener que forzarlos o herirlos, cuando por propia voluntad te otorgan lo que deseas, entonces tu poder es intocable. Lo más conveniente para alcanzar este poder es crear una relación de dependencia. Así el amo exigirá sus servicios; será débil e incapaz de funcionar sin ti. Te has infiltrado de manera tan profunda en todas las decisiones del amo, que desprenderse de ti les acarrearía grandes dificultades, o por lo menos les significaría perder un tiempo precioso en la capacitación de un reemplazante.

 

Una vez establecida una relación de este tipo, serás quien lleve la voz cantante y ejercerás el control necesario para que su amo haga lo que deseas. Es el clásico caso del hombre detrás del trono, del siervo del rey que en realidad controla al rey. Bismarck no tuvo necesidad de presionar a Federico ni a Guillermo para que hicieran lo que él quería. Simplemente dejó en claro que, a no ser que obtuviera lo que pedía, abandonaría su puesto, dejaría al rey por entero desamparado. Ambos reyes pronto bailaron al compás de la música de Bismarck.

 

No seas uno de los tantos que, erróneamente, creen que la máxima forma del poder es la independencia. El poder implica una relación entre la gente. Siempre necesitarás a los demás como aliados, rehenes o, incluso, como débiles amos que te sirvan de fachada. Un hombre por completo independiente vivirá en una cabaña en el bosque, con la libertad de ir y venir a su antojo, pero no tendrá poder. Lo mejor a que puedes aspirar es a llegar a crear en los demás una dependencia tal que te permita disfrutar de una suerte de independencia al revés, en que la necesidad de los demás sea la base de tu propia libertad.

 

Luis XI (1423-1483), el gran Rey Araña de Francia, tenía debilidad por la astrología. Había en la corte un astrólogo, al que admiraba mucho… hasta que un día le predijo que una de las damas de la corte moriría en el lapso de ocho días. Cuando la profecía se cumplió, Luis XI se sintió aterrado, pues reflexionó que, o bien el astrólogo había asesinado a la mujer para probar la exactitud de su profecía, o era tan versado en su ciencia que sus poderes constituían una amenaza para el propio rey. Cualquiera fuera el caso, merecía la muerte.

 

Una tarde Luis XI llamó al astrólogo a su habitación, ubicada en lo alto del castillo. Antes de que el hombre llegara, el rey indicó a sus sirvientes que, cuando él diera la señal, debían apresar al astrólogo, llevarlo hasta la ventana y arrojarlo al vacío.

 

El astrólogo llegó a los aposentos del rey, pero antes de dar la señal, Luis XI resolvió formularle una última pregunta: Usted afirma entender de astrología y conocer el destino de los demás, así que dígame cuál será su destino y cuánto tiempo de vida le queda.

 

Moriré exactamente tres días antes que Su Majestad, respondió el astrólogo. El rey nunca dio la señal a sus siervos. Perdonó la vida al astrólogo y no sólo lo protegió durante toda su vida, sino que lo colmó de obsequios y lo hizo atender por los mejores médicos de la corte.

 

El astrólogo le sobrevivió varios años. Aunque con ello opacó su poder profético, demostró su dominio del poder.

 

Éste es el modelo: haz que otros dependan de ti. Como deshacerse de ti podría producir un desastre, e incluso la muerte, tu amo no se atreverá a tentar al destino. Existen muchas formas de obtener una posición de esta índole; lo indispensable es poseer un talento y una habilidad creativa imposibles de reemplazar.

 

No hace falta que tu poseas el talento de un Miguel Ángel, pero sí deberías tener una habilidad que te diferencie del grueso de la gente. Debes crear una situación en la cual puedas siempre encontrar otro mecenas o patrón, mientras que a tu amo le cueste gran esfuerzo encontrar a un siervo con similares talentos. En caso de que no seas en realidad indispensable, tendrás que encontrar la forma de parecerlo. Si das la impresión de poseer un conocimiento particular o una habilidad determinada, dispondrás de libertad y tiempo para hacer creer a tus superiores que no pueden arreglárselas sin ti. No obstante, una verdadera dependencia de tu superior hacia ti torna al amo más vulnerable que en caso de una falsa dependencia, y siempre podrás conseguir que tu habilidad resulte indispensable.

 

Una última advertencia, estimado lector, no pienses que, por depender de ti, tu amo te querrá. Por el contrario, lo más probable es que te odie  y te tema. Pero, como dijo Maquiavelo, es mejor ser temido que amado. El temor es algo que se puede controlar, mientras que el amor es incontrolable. Depender de una emoción tan sutil y cambiante como el amor o la amistad solo te generarán inseguridad. Más vale que la gente dependa de ti por temor a las consecuencias de perderte que por el placer de tu compañía. ¡Ponte atento!