6 marzo, 2025
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Fantasía y realidad…

Lic. Alfredo Castañeda Flores        Analista

 

Muchas veces se evita la verdad porque suele ser dura y desagradable. Nunca recurras a la verdad ni a la realidad, salvo que estés dispuesto a enfrentar la ira que genera la desilusión. La vida es tan dura y problemática que aquellas personas capaces de inventar ilusiones o conjurar fantasías son como un oasis en el desierto: todos van hacia ellas. Apelar a las fantasías de las masas es una fuente inmensa de poder.

 

La fantasía nunca puede actuar sola. Necesita como telón de fondo lo monótono, ordinario y vulgar. Es la opresión deprimente de la realidad lo que permite que la fantasía eche raíces y florezca. En la Venecia del siglo XVI, la realidad era la decadencia y la pérdida de prestigio. La fantasía correspondiente mostraba una recuperación repentina de las glorias del pasado a través del milagro de la alquimia. Mientras la realidad empeoraba, los venecianos vivían en un feliz mundo de ensoñación, en el cual su ciudad recuperaba, de la noche a la mañana, su fabulosa riqueza y su poder, convirtiendo el polvo en oro.

 

La persona capaz de armar una fantasía a partir de una realidad deprimente tiene acceso a un poder enorme. Al buscar la fantasía que cautivará a las masas, ten presentes las verdades banales que inciden pesadamente en todos, nunca te dejes distraer por los brillantes retratos que la gente pinta de su persona y de su vida; hurga y trata de encontrar lo que de veras los aprisiona. Una vez que lo hayas encontrado, tendrás en tus manos la clave mágica que te otorgará el poder.

 

El cambio es lento y gradual, exige trabajo intenso, un poco de suerte, una buena dosis de espíritu de sacrificio y mucha paciencia.

 

Una transformación repentina traerá aparejado un cambio total de la fortuna, obviando, de un solo golpe mágico, el trabajo, la suerte, el espíritu de sacrificio y el tiempo.

 

Ésta es por supuesto la fantasía por excelencia utilizada por los charlatanes que merodean y acechan en nuestros tiempos.

 

Si bien explotar la fantasía de las masas otorga poder, también implica ciertos riesgos. La fantasía, por lo general, contiene un elemento lúdico: el público, en cierta medida, se da cuenta de que es engañado pero aun así mantiene viva la ilusión, pues disfruta de la temporaria distracción de lo cotidiano que les ofreces. De modo que deberás manejarla con habilidad y nunca acercarte demasiado a un punto en que te exijan que demuestres resultados concretos. Ese punto poder implicar grandes riesgos.

 

Después de que Bragadino se hubo establecido en Múnich, descubrió que los pragmáticos bávaros tenían mucha menos fe en la alquimia que los temperamentales venecianos. Sólo el duque creía en la alquimia, porque necesitaba que lo salvara de la situación angustiante en que se encontraba. Mientras Bragadino se dedicaba a su habitual juego de ganar tiempo, aceptando regalos y esperando paciencia, el público comenzó a enfurecerse, pues se gastaba dinero sin  que redituara nada. En 1592 los bávaros exigieron justicia y Bragadino terminó en la horca. Lo mismo que antes, había prometido sin cumplir, pero esta vez se había equivocado al juzgar la indulgencia y la paciencia de sus anfitriones, y su imposibilidad  de cristalizar las fantasías de éstos le resultó fatal.

 

Algo más. Nunca cometas el error de imaginar que la fantasía siempre es fantástica. Por cierto que contrasta con la realidad, pero la realidad en sí misma es a veces tan teatral e insólita, que la fantasía se convierte en un deseo de cosas simples. Por ejemplo, la imagen que se creó Abraham Lincoln, de un simple abogado rural con barba, lo convirtió en el Presidente electo por el pueblo.

 

  1. T. Barnum creó un acto muy exitoso con Tom Thumb, un enano que se disfrazaba de célebres líderes del pasado, como Napoleón, y los ridiculizaba con malicia. El espectáculo encantó a todo el mundo, incluso a la reina Victoria, porque jugaba con la fantasía de la época: basta ya de los vanagloriosos soberanos de la historia; el hombre común sabe más que ellos. Tom Thumb revirtió el esquema familiar de la fantasía, en el cual lo extraño y desconocido se convierte en el ideal. Pero aun así obedeció los preceptos de esta ley, porque lo que subyace a su representación era la fantasía de que el hombre simple no tiene problemas y es más feliz que los ricos y poderosos.

 

Tanto Lincoln como Tom Thumb se hacían los populares pero supieron mantener una cuidadosa distancia. Si tú, amable lector, juegas con este tipo de fantasías deberás cuidar de mantener tal distancia y no permitir que tu personaje “popular” se convierta en algo demasiado familiar, pues de lo contrario no logrará proyectarse como fantasía. ¡Toma nota!