26 julio, 2024
ROTATIVO DIGITAL

Estudiantes: El blanco perfecto del PRI

A los michoacanos nos queda muy claro que es responsabilidad de un gobernador, entre otras cosas, aplicar la ley para garantizar el estado de derecho, pero conlleva de forma obligada la característica imprescindible de aplicarse a todos por igual; mal se sigue viendo Fausto al reprimir de forma violenta a los estudiantes más pobres por el hecho de secuestrar autobuses para exigir la ampliación de la matrícula en las 3 normales rurales de Michoacán.

Dantescas escenas dieron la vuelta al mundo a través de los medios masivos de comunicación en una similitud a disturbios o atentados terroristas en los países de Europa, el Golfo Pérsico o de Africa del norte, el saldo por todos ya conocido, entre autobuses quemados y estudiantes golpeados y detenidos no es tan grave como el daño ocasionado a la imagen de Michoacán, principalmente al sector turístico que es uno de los pilares económicos de nuestra entidad.

Los cuantiosos daños materiales son lamentables y lamentados principalmente por los dueños de los autobuses incinerados, además de algunos usuarios que utilizan este medio para trasladarse y por las parálisis de las líneas de transporte que, por supuesto, esperamos que sea temporal, se ven afectados. Estos hechos configuran un delito grave, pero no hay que olvidar que delito grave fueron también los disturbios de la Nueva Jerusalén el pasado 6 de julio que culminaron con la destrucción de las escuelas y ahí no se les ha tocado ni con el pétalo de una rosa.

La ley se queda sin espíritu cuando no es pareja o cuando su sesgada aplicación obedece a intereses obscurantistas y no al espíritu de justicia y equidad, como bien lo establece la normatividad legal mexicana.

¿Por qué a los estudiantes sí los reprimen y a San Martín de Tours le besan la mano?, pues no se ocupa ser ducho en la ciencia política para entender las razones por las que, para el gobierno de Michoacán, lo que hacen los estudiantes es un delito y lo que hacen los ermitaños es una sana ocurrencia auspiciada por usos y costumbres, la diferencia estriba en que los autobuses secuestrados por los estudiantes son de grandes empresas monopólicas con gran capacidad económica y las escuelas son del pueblo, además, los ermitaños son muy rentables electoralmente para el PRI, por tanto, es muy claro entender por qué paso y del lado de quién está el gobierno de Michoacán.

Pero esto no es nuevo. Gustavo Díaz Ordaz, en 1968, reprimió salvajemente a los estudiantes que protestaban en la plaza de las 3 Culturas en Tlatelolco, donde hubo cualquier tipo de violencia, incluida las desaparición forzada, torturas y asesinatos, se habla de cientos de mexicanos, todos jóvenes, asesinados en ese triste episodio de la historia contemporánea de nuestro país y, en efecto, como ya lo sabe usted, este presidente era del PRI.

Pero eso no fue todo, el Jueves de Corpus de 1971, don Luis Echeverría Álvarez, siendo presidente de México, también priista, reprimió con saña a estudiantes con saldo de algunos muertos y muchos heridos y, bueno, para no desentonar, Fausto, guardadas las proporciones, también priista, ahora lo hace en Michoacán.

Pareciera que el gremio estudiantil michoacano es visto por el PRI como un “sparring”, pues esta es la segunda vez en 8 meses que este sector es víctima de las embestidas oficiales, primero los moradores de las casas del estudiante y ahora los normalistas, es muy probable que mediante el uso de la fuerza los asesores de Fausto tratan de legitimar un gobierno endeble que no ha podido despegar y que se sigue escondiendo ya como consigna en la tan cacareada deuda pública para justificar su ineficacia.

La percepción que se tiene de Michoacán hoy en día en el exterior es de un estado fallido y violento por las señales de ingobernabilidad que, peligrosas, se asoman en casi todo el territorio michoacano.

No es mi pretensión la justificación de delitos como el secuestro de unidades y la quema de las mismas, porque bien lo decía don Benito Juárez en su legado liberal: “el respeto al derecho ajeno es la paz”; por supuesto que no estuvo bien, pero también esto pone en evidencia la falta de capacidad de los operadores políticos de Fausto Vallejo y Jesús Reyna para destrabar conflictos por la vía del diálogo.

Ahora en Michoacán no solamente padecemos hechos violentos protagonizados por la delincuencia organizada, también disturbios estudiantiles y magisteriales. ¿Qué sigue? ¿Acaso será que hay alguien que se sigue frotando las manos y apuesta al fracaso de Fausto Vallejo, o simplemente es un desatino más de un gobierno autoritario que se quedó en el siglo pasado?