Las sociedades actuales se encuentran divididas en una serie de grupos y sectores de muy diversa índole. Existen divisiones raciales, lingüísticas, regionales, religiosas y, sobre todo, división de clases y de base económica, como señalaban ya Rousseau y Hegel, y desde luego, la casi totalidad del pensamiento político posterior y actual.
No es conveniente exagerar la idea de la pluralidad de grupos hasta creer que cada uno de ellos constituye un mundo aparte y enfrentado con los demás.Es cierto que cada grupo tiene un interés específico, pero entre diversos grupos puede existir una fuerte base de intereses comunes. Así, en una sociedad racista puede ocurrir que en el seno de una misma raza existan diferencias religiosas, o culturales, o de cualquier otra índole, pero todas estas diferencias serán una cuestión menor comparada con la solidaridad racial. Que tendrán frente a la raza sojuzgada.
El mismo efecto puede producir en el interior de un país la presencia de un enemigo externo. Y también puede ocurrir que los diversos intereses, aun siendo específicos de cada grupo, sean perfectamente complementarios.
Algo similar puede decirse de aquellos intereses que a la larga son más inevitablemente conflictivos. Así, cabría pensar que los sindicatos se enfrentan de modo constante y radical a los grupos empresariales, y, sin embargo, esto no es cierto. Aunque, en principio, el sindicato lucha por las mejoras salariales, y el sector empresarial por obtener mayores beneficios, puede ocurrir que éste último se halle dispuesto a hacer amplias concesiones salariales porque ya obtiene sus beneficios por otro conducto, por ejemplo mediante la explotación de colonias, como fue el caso de Inglaterra hasta hace unas décadas, y puede ocurrir también que el sector sindical considere que en una situación de crisis económica es mejor no elevar los salarios, porque esto daría lugar a una crisis de la empresa, al cierre y, por tanto, al paro.
La diferenciación en grupos y clases da lugar, por consiguiente, a una relación doble en la que el enfrentamiento se combina con la cooperación. Y todo esto tiene lugar dentro de una relación general de subordinación que se mantiene y estructura fundamentalmente por la acción del Estado, en cuanto que éste organiza la unidad de conjunto y limita la dinámica de los antagonismos.
Si esta estructura de subordinación se mantiene y organiza por la acción del Estado, es evidente que las diversas clases y grupos lucharán por el poder estatal, bien porque lo necesitan para mantener su supremacía y dominación, bien para defenderse en las posiciones subordinadas o bien para alterar la estructura en su conjunto.
Dicho en otros términos: todas las clases y grupos pretenderán que el Estado tenga en cuenta de algún modo su interés y actuarán políticamente con ese fin.
*Analista