Jesús Alanís Gutiérrez Analista
El diario Milenio (edición digital del día 22 de abril de 2020) inicia de esta manera su nota respecto a la fase tres del Covid-19 y las medidas preventivas que se deben tomar: “El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, informó la mañana del martes 21 de abril sobre el inicio de la Fase 3 por coronavirus en México, lo que significa que habrá una progresión acelerada de contagios. De no reforzarse las medidas de sana distancia y aislamiento social, esto podría provocar que las instituciones de salud se saturen”.
El gobierno de México las decretó e hizo responsable a cada gobierno estatal y municipal; ahora todos lo han anunciado y se disponen a ponerlas en marcha. Solo eso han hecho y son de prevención ¿Qué efectos económicos tendrán? ¿Quiénes serán los más afectados? ¿El gobierno les dará alguna alternativa a todos?
Es posible contestar todas las interrogantes desde lo general, sin embargo, me parece mejor aterrizar y estudiar el centro de Tacámbaro, Michoacán; ya que es una región muy productiva que es el sexto lugar estatal en producción de aguacate; el primer lugar en producción de caña de azúcar y de jitomate; el cuarto en zarzamora y el noveno en arándano, solo por mencionar los más importantes. En tiempos normales los ingresos de las y los jornaleros agrícolas son más o menos buenos (exceptuando a los productores y cortadores de caña, ellos, tristemente no corren la misma suerte).
Para que el capital tenga vida y se reproduzca tiene que circular el dinero. En el ciclo del capital, aparece como una pequeña cantidad utilizada para comprar semillas, plantas frutales, fertilizantes, químicos, etc., y contratar mujeres y hombres para que con su trabajo y el uso de la maquinaria la tierra produzca (aguacate, zarzamora, jitomate, caña de azúcar, etc.,), para después ser vendida en los mercados y así poder hacer realidad la plusvalía (es una relación social, es una categoría económica, mediante la cual se le paga al obrero lo que necesita para vivir, pero no se le paga el equivalente a lo que produce, ahí está el secreto de la explotación del trabajador).
De esta manera el productor pone a la venta su mercancía a las empacadoras o centros de distribución a un precio un poco más bajo, él está dispuesto a compartir una parte de la plusvalía con el comerciante y entre los dos completar el ciclo. En resumen, se invierte dinero en mercancías, éstas con el trabajo de mujeres y hombres, se procesan y les dan forma a todos los productos del campo, del taller y de la fábrica, listos para ser vendidos nuevamente y obtener una cantidad mayor dinero.
Pero, ¿qué tiene que ver con las medidas sanitarias para detener al Covid-19? ¿Qué tiene que ver con los comerciantes del centro de Tacámbaro? La respuesta no es tan sencilla. Pero los comerciantes con sus negocios son los que se encuentran en la última parte del ciclo, son quienes, al vender las mercancías al consumidor final, logran que los almacenes queden vacíos, hacen realidad la plusvalía y con ello garantizan la vida y reproducción del capital. Hasta hoy se ha anunciado el cierre de comercios establecidos y el retiro de todos los vendedores ambulantes. Con esto se están paralizando las cadenas de valor, se detiene el ciclo del capital y ¡oh, sorpresa!, se agrava la crisis económica.
En el centro de Tacámbaro hay aproximadamente 350 locales y 120 vendedores ambulantes. Entre todos contratan alrededor de mil empleados directos, sin contar a los indirectos. Si se cierran se perderán empleos, inversiones y se detendrá la actividad económica.
En el centro la renta de un local llega a costar hasta 20 mil pesos. Pero pensemos en un pequeño local de venta ropa con dos trabajadoras que, al mes entre renta, salarios, luz, agua, publicidad, etc., los gastos de operación alcanzan los 20 mil pesos. ¿Cuánto debe vender para reponer e incrementar su inventario? ¿Cuánto debe vender para que su utilidad neta sea buena? Sin duda, muchísimo. Cuando el gobierno ordena cerrar los negocios hasta el 8 de agosto, ¿qué estará pensando? Esto significa paralizar la economía del municipio y abonar para que la economía del país y del mundo terminen de colapsar, siendo los trabajadores asalariados que pierdan total o parcialmente su empleo, los pequeños comerciantes, los vendedores ambulantes, campesinos y pequeñas empresas quienes paguen el precio más alto. ¿Cómo se les va ayudar? ¿Qué va a pasar con las familias que pierdan su trabajo? Se necesita poner en marcha un Programa Nacional de Distribución de Alimentos; hay que destinar recursos para que su alcance sea alto y ayude a los más afectados por la pandemia del Covid-19.
López Obrador presentó las 11 medidas económicas que se implementarán ante la Fase 3 de la pandemia, con el fin de reducir su efecto en las finanzas: 1) Se plantea aplicar la ley de austeridad de manera rigurosa, cerrando subsecretarias. 2) No despedir y garantizar los salarios de los trabajadores de gobierno. 3) Continuar los programas y proyectos emblemáticos de la 4T. 4) Disponer de los recursos necesarios para la entrega de participaciones a los estados, el pago de nómina, de pensiones y dar amortización de la deuda pública. 5) Dar trato excepcional a la Secretaria de Salud, a la Guardia Nacional y las secretarías de Marina y Defensa, entre otras.
Esto es continuar y perfeccionar las políticas de austeridad, de recortes en los presupuestos de los estados y municipios, a los servicios públicos; dichos recortes, por ejemplo en el sistema de salud, no han permitido invertir en infraestructura sanitaria, formar a los médicos y enfermeras necesarios; no permiten gastar en camas de hospital, en unidades de cuidados intensivos, respiradores, máscaras, guantes, kits de detección y el desarrollo de vacunas para poder enfrentar a tiempo y con éxito la llegada del virus.
El problema del virus es real, además de que su llegada se anunció muy a tiempo. Ahora tres horribles y contundentes conclusiones están a la vista: 1) los comerciantes están preocupados, exigen oportunidad para vender, saben de manera empírica que continuar es la única manera de completar el ciclo y evitar una crisis económica devastadora, de la que se sabe cómo está iniciando, pero no cómo pueda terminar, ¿tienen otra alternativa? ¿Les perdonarán el pago de la renta mientras cierran? 2) El pueblo pobre engañado tantas veces por sus gobernantes, que vive al día, sin un empleo formal, sin agua, viviendo hacinado en sus pequeñas casas, siente en carne propia que es el más afectado y tiene hambre, se resiste a creer, pero se encuentra ante la disyuntiva de morir infectado por el virus o morir de hambre. 3) Los médicos encargados de atender la infección y salvar vidas, lo están haciendo sin mascarillas, ni batas, ni equipos de protección, sin pruebas de detección en pocas palabras marchan a la guerra sin armas.
En un mundo globalizado como el nuestro la realidad del centro Tacámbaro no es distinta al resto del país. Con las medidas de “sana distancia”, “quédate en casa”, “cierre de negocios con actividades no esenciales”, el presidente de México está agudizando la crisis económica, golpeando sin piedad a los más pobres; se les confina, pero no pueden cumplir con la cuarentena porque no tienen dinero ni para los alimentos. El modelo económico neoliberal durante décadas exigió recortes al sistema de salud y ahora a pesar de contar con tecnologías nuevas y laboratorios altamente desarrollados la detención y atención médica oportuna del virus, no es posible. Las cifras de infectados y fallecidos por el Covid-19, la ausencia de vacunas en el país lo han desnudado, dan cuenta de ello y pone de manifiesto que un Estado con un sistema de salud austero y raquítico son el peor error de cualquier gobierno y ahora la gente empieza a darse cuenta.
Esta crisis enseña que hay que movilizar todos los recursos económicos, científicos y tecnológicos y, sobre todo, movilizar al pueblo para unirlo a la lucha contra el enemigo invisible; el virus y el hambre. Que de manera inmediata hay que escuchar a los trabajadores mexicanos, a los pequeños comerciantes, a pequeños y grandes empresarios, cada uno sabe lo que necesita para continuar con sus actividades productivas para evitar que el coronavirus cause más pobres que muertos. Al sistema de salud dotarlo de infraestructura, de personal médico, pruebas para la detección del Covid-19, kits sanitarios para protección de esos héroes con batas blancas que están arriesgando su vida para salvar al pueblo.
A los marginados del sistema hay que garantizarles los alimentos para que puedan permanecer en cuarentena. El pueblo debe exigir que se haga realidad el derecho a los alimentos, para poder resguardarse del peligro que representa esta pandemia. Y en un tiempo no muy lejano, pasando la tormenta de la cuarentena, debe organizarse y decidirse a cambiar el modelo económico neoliberal que ha mostrado ineficacia para lograr hacer un país más justo y equitativo.
Tacámbaro Mich., a 27 de abril de 2020