5 febrero, 2025
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El triunfo de la ignorancia… “La crisis en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y su incierto futuro”.

“La siguiente representa única y exclusivamente la opinión del autor, en ningún  momento pretende representar los intereses de ninguna de las partes mencionadas.”

Durante más de 60 días, las actividades tanto académicas como administrativas de la “Benemérita y centenaria Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo” estuvieron detenidas a causa de los pagos irregulares de salarios y prestaciones tanto de profesores como de empleados administrativos. Y aunque en el momento que escribo estas líneas ya se han cubierto los adeudos, no podemos alegrarnos de que este triste episodio ha sido el último.

El año 2017 no fue el primero en que sufrimos los embates de un presupuesto ineficiente para atender las necesidades elementales para el correcto funcionamiento de la universidad. Ya en el último trimestre del 2016 vivimos una situación similar que detuvo las actividades tanto docentes como administrativas. Pero con la salvedad de que haciendo uso de un “préstamo” del presupuesto del  año siguiente se logró cumplir con las obligaciones financieras del cierre del año, teniendo como costo el agravamiento de la situación para el año 2017.

Este año fue una situación totalmente diferente e inesperada. Desde un principio todos asumimos que se repetiría la misma estrategia del año pasado. Pecamos de inocencia. Cuando menos nos dimos cuenta ya estábamos en un juego de estira y afloja entre el Sindicato de profesores de la Universidad Michoacana (SPUM), el Sindicato Único de Empleados de la Universidad Michoacana (SUEUM) y la parte patronal, manifestada en su personaje de rectoría. Y puedo asegurar que muy pocos podían predecir lo que sucedió.

Las consignas que se escucharon siempre fueron por “la defensa de la educación pública”, y “La guerra del estado contra la educación laica, gratuita y de calidad”, de un lado, y del lado de rectoría, un silencio muy desconcertante que más que dar palabras de aliento a la comunidad nicolaita creó un tenso ambiente entre todos los actores involucrados que terminó por perjudicar a todos los interesados en esta institución educativa en términos de un futuro a mediano plazo.

 

Analizando un poco la situación tenemos: la Universidad Michoacana se encuentra lidiando desde hace ya unos años con un presupuesto que ha sido cada vez menor. Aprobado de esa manera por el congreso del Estado a conciencia de que sería ineficiente. En la universidad  hemos hecho caso omiso de las alarmas, pensamos que nunca podría suceder lo que nos ha dejado sin clase dos meses.

No nos detendremos en el por qué el presupuesto aprobado es menor a lo necesario, o si es aprobado de esta manera a propósito, eso es sin duda, algo que está fuera de discusión. Abordemos el asunto desde el punto de vista de los estudiantes. Hemos escuchado y leído demasiadas cosas tanto por parte de los sindicatos, rectoría, la ciudadanía y del mismo gobernador.

55 mil estudiantes vieron violentado su derecho a la educación, 7 mil empleados administrativos y profesores vieron violentado su derecho a un salario en tiempo y forma, acorde a la ley federal del trabajo. Un pueblo vio violentado su derecho a la educación, su acceso a la derrama económica que significa el flujo diario de 62 mil personas que día a día inyectan y mueven millones de pesos en la economía de  nuestra ciudad.

¿El derecho de quién debemos poner por encima del otro? ¿El de los trabajadores por exigir su salario en tiempo y forma? ¿El de los estudiantes por exigir su derecho a la educación? No podemos exigir a una u otra parte que cedan en su lucha por sus derechos. Pero sí se debe de buscar una solución integral, incluyente, transparente y sobre todo, canalizada a proteger y asegurar el derecho a la educación de las futuras generaciones que recibirá nuestra alma mater.

¿Por qué me atrevo a decir que ganó la ignorancia? Pongamos sobre la balanza los últimos años en la Michoacana:

I.                                                                     Tuvimos un movimiento de aspirantes y rechazados que en su exigencia de lugares los confrontó con los estudiantes nicolaitas. El resultado, no hubo lugares por pase automático (los que exigían), pero sí se les golpeó mediáticamente en todos los medios. Pero, lo que no todos ven es lo más alarmante, se gestó un odio de los alumnos contra quienes desean un lugar para estudiar y así lograr mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias.

 

 

 

II.                                                                    Para este segundo caso solo necesitamos ver la última experiencia. No se cubrieron en tiempo y forma los pagos de salarios y prestaciones a profesores y empleados administrativos. El resultado: un movimiento que paralizó por dos meses las actividades académicas y administrativas que afectó a 55 mil estudiantes , 7 mil empleados administrativos y profesores y sus respectivas familias, y la herida abierta que dejó en la reputación de la universidad en el escenario nacional.  Lo más alarmante, el odio que se creó en jóvenes y la ciudadanía  contra los profesores y empleados de la universidad. A principios de enero los alumnos exigían a sus profesores por clases, dejando de lado su lucha. No me detendré en si fue o no efectivo su medio de lucha. Pero sí hago énfasis en que ahora el alumno se ha colocado en una posición contraria a su profesor.

 

Tenemos ahora un alumno con sentimientos negativos al joven que aspira por un lugar en la universidad, y al mismo alumno que está muy molesto con su profesor por no impartirle clases. Y que tiene aún el descaro de exigir una calificación sin acreditar conocimiento. En suma, un joven con desprecio a sus similares y a quienes lo guiarán en el camino del conocimiento. Es más que claro que estos eventos recientes lo único que han logrado es dividir a quienes deberían estar juntos. Estudiantes y profesores en su labor por mejorar cada vez más su universidad.

Es injustificable el actuar tanto de los sindicatos, rectoría y de los alumnos. Pero ha servido para sacar a la luz información que todos deben evaluar. Todos cometimos  errores. No se puede luchar por la educación privando de ella. Pero tampoco se puede ignorar la realidad y exigir algo que evidentemente está fuera de la realidad posible inmediata.  La ignorancia ha ganado. La ignorancia de los estudiantes que carentes de una conciencia de clase y de su contexto histórico-social no tienen la visión de observar cómo se les conduce a confrontaciones abiertas unos contra los otros. Se le ha hecho creer a todo aquel que tiene su lugar en el aula que el otro joven que exige lo mismo es un enemigo, se le hizo creer que su profesor atenta contra él y su futuro. Lo que no sabe es que ha servido únicamente para fragmentar la unidad universitaria.

 

Soy estudiante, ciudadano, moreliano, y sobre todo, nicolaita comprometido con mi educación y la de todos mis compañeros nicolaitas y todas las próximas generaciones que en las aulas de esta máxima institución han de formarse. Y es por eso que sé que ahora más que nunca todos debemos unirnos y alzar la voz. Alzar la voz contra quien deba ser señalado, sindicatos, profesores, autoridades universitarias, funcionarios de gobierno y también contra nosotros mismos. Todo aquel que deba ser señalado.  Todos debemos responder por el estado que guarda nuestra universidad. Hoy más que nunca se debe ser consciente de nuestra realidad, de nuestro actuar y sobre todo, de que lo que hacemos es no sólo por nuestro futuro, es por el mismo futuro de las generaciones venideras. No dejemos que nos coloquen contra nosotros mismos.  Sí, la situación será igual o peor este año, pero no debemos confrontarnos unos contra otros, debemos pensar, cuestionar y sobre todo, trabajar unidos por el futuro de nuestra universidad.

 

**Estudiante de la Facultad de Economía “Vasco de Quiroga”.