Lic. Pedro Gómez Ayala CRONISTA
5 de noviembre de 2024. El rápido crecimiento que experimentó la industria azucarera en México desarrolló el nacimiento del sector fabril en el que se sembró y germinó la semilla del actual obrero azucarero. La coexistencia de indígenas con esclavos africanos en los tiempos de expansión de los ingenios fue la tónica de la composición de la mano de obra dedicada a esta actividad.
Las condiciones de trabajo que prevalecieron en este espacio estuvieron definidas por el tipo de relaciones de producción patrón-esclavista. Con la incorporación de las máquinas al proceso productivo las condiciones laborales sufrieron cambios que aliviaron una pequeña parte del trabajo más pesado de la industria. Sin embargo, las condiciones de explotación no mejoraron, pues las jornadas no se redujeron y tampoco se obtuvo un mayor reconocimiento por la función humana. Y es que el paso del trabajo artesanal, al trabajo con maquinaria y equipos, respondió a los impulsos del crecimiento y expansión de la producción, y no a la satisfacción de las necesidades de los trabajadores.
La rudeza del trabajo azucarero, la prolongación de la jornada laboral hasta los umbrales del agotamiento físico, la falta de seguridad en el trabajo y la total indiferencia hacia el esfuerzo del individuo, fueron elementos suficientes para que a lo largo de muchas décadas y de varias generaciones de operarios se fuera incubando y madurando la idea de que en las relaciones de trabajo y en general en el sistema productivo, algo no estaba funcionando correctamente. En esa tesitura el trabajador comenzó a cobrar conciencia de su propia dignidad y de la importancia de su función en el proceso productivo, llegando a identificarse como clase, con intereses y derechos comunes.
Fue precisamente en Veracruz, lugar a donde llegó por primera vez la caña de azúcar a México, en donde fue constituido el primer Sindicato de Obreros y Campesinos, el cual tiene también el mérito histórico de haber sido el primero en firmar un contrato colectivo de trabajo, en el año de 1920. Esta conquista laboral fue el parteaguas que marcó el inicio de la proliferación de más sindicatos locales azucareros de ese lugar, los cuales poco a poco comprenderían que intentar luchar de manera aislada e independiente, no ocasionaría el mismo impacto que hacerlo de manera conjunta, siendo este el comienzo de una central obrera de azucareros de rango regional, y a la cual se fueron adhiriendo los sindicatos locales de todo el estado con el objetivo de sumar fuerzas en contra de los representantes del capital azucarero.
De manera paralela al desarrollo del sindicalismo azucarero, las constantes luchas de los otros sectores industriales rendían sus frutos con la fundación de la CTM, el 24 de febrero de 1936. En la nueva confederación quedarían incluidos todos los sindicatos de industria y de empresa, abarcando un total de 200, 000 miembros. Los trabajadores del dulce participaron como Federación Nacional Azucarera. Tendrían que transcurrir algunos cuantos meses para que se conformara en Sindicato Nacional, mismo que se constituyó el 14 de noviembre de 1936, aunque quedaría registrado como tal el 8 de enero de 1937, mediante el oficio 10-271 del Departamento de Trabajo. Su gran logro inicial fue la instauración del primer contrato ley con carácter obligatorio para todos los centros de trabajo azucareros.
De manera paralela al desarrollo del sindicalismo azucarero, las constantes luchas de los otros sectores industriales rendían sus frutos con la fundación de la CTM, el 24 de febrero de 1936. En la nueva confederación quedarían incluidos todos los sindicatos de industria y de empresa, abarcando un total de 200, 000 miembros. Los trabajadores del dulce participaron como Federación Nacional Azucarera. Tendrían que transcurrir algunos cuantos meses para que se conformara en Sindicato Nacional, mismo que se constituyó el 14 de noviembre de 1936, aunque quedaría registrado como tal el 8 de enero de 1937, mediante el oficio 10-271 del Departamento de Trabajo. Su gran logro inicial fue la instauración del primer contrato ley con carácter obligatorio para todos los centros de trabajo azucareros.
Tras la consolidación de la Central Obrera a nivel nacional, se tuvo la necesidad de fomentar la organización de los sindicatos locales de todos los ingenios azucareros del país. En ese tenor, el 13 de diciembre de 1937 se creó el Sindicato de Obreros de la Sección No. 78 del Ingenio Pedernales. La labor de este sindicato a nivel local ha sido de vital importancia no sólo para los obreros que trabajan en la fábrica, sino para toda la vida económica y social de la población de Pedernales, pues muchas de las conquistas laborales que han obtenido a lo largo de sus incansables luchas contra la burguesía explotadora han repercutido enormemente en esta comunidad.
En el aspecto social, el Sindicato de Obreros de la Sección No. 78 ha logrado la incorporación de sus trabajadores al IMSS. Pero no sólo eso, las pugnas por conseguir esta asistencia médica beneficiaron también al sector campesino, quienes en el año de 1963 se incorporaron a este programa de salud, privilegiando a gran parte de la población pedernalense. Tan solo un año después y en conjunto con los grandes líderes sociales que surgieron durante ese contexto en la tenencia, mostraría su respaldo para la construcción del IMSS de Pedernales; posteriormente, apoyaría para la fundación del Centro de Salud ubicado en la misma comunidad. Para el año 1976, mediante las gestiones de su entonces líder sindical, Gilberto Guido, obtendrían el apoyo gubernamental para la construcción de viviendas, fraccionamiento conocido como la colonia obrera.
Los recursos obtenidos que llevaron a cabo este tipo de obras se generaron a través de cooperaciones establecidas por el gremio, así como las aportaciones económicas de los gobiernos en turno. Dichos fondos han contribuido a la creación de diferentes programas cuyo objetivo ha sido el de elevar la calidad de vida de las comunidades cañeras. Los ejidatarios, por su parte, también han aportado recursos económicos para la creación de programas gubernamentales, como fue el caso de FIOSCER, quien en común acuerdo con las autoridades ejidales y el Sindicales de la Sección No. 78 lograron la fundación de instituciones educativas, como fueron los casos del Colegio de Bachilleres y de la Secundaria Federal Primero de Mayo. Para los albores del siglo XXI, por medio de la donación de terrenos en propiedad del Sindicato se consiguió la creación del Centro de Atención Múltiple para niños con discapacidad, misma que se concluyó en el año 2006. También es propietario de una cancha de fútbol, la cual presta sus servicios a la población en general; coadyuvó a la edificación de la unidad deportiva de Pedernales mediante la sesión de una hectárea de tierra; cedió terreno para la construcción de la biblioteca pública que terminó permutando para la instalación de la jefatura de tenencia. Fomentó el establecimiento de tiendas sindicales-CONASUPO, y siempre aporta cooperaciones económicas para las celebraciones culturales del pueblo.
Hoy en día, a sus casi 87 años de fundación, el Sindicato de Obreros de la Sección No. 78 del Ingenio Pedernales representa la mayor fuerza laboral que requiere la fábrica azucarera de ese lugar. Tras décadas de incesantes luchas por mantener con vida a su principal fuente de empleo, soportando las constantes crisis por las que ha atravesado la fábrica, el gremio encarna los ideales del pueblo trabajador, pues un sindicato se construye a base de luchas y sacrificios, y su contratación colectiva se estructura a fuerza de las batallas que se libran constantemente…
Fotografía: trabajadores jubilados de la Sección No. 78 de Pedernales.