Los seres humanos, estamos llenos de miedos, temores, sospechas y un sinnúmero de situaciones que nos frenan, nos detienen y no nos dejan avanzar en la consecución del principal objetivo humano: la felicidad. Para algunos son conocidas como debilidades humanas, son los rasgos de la personalidad que nos llevan a sentirnos afligidos, angustiados, desesperados. Por cada debilidad que nos provoque, de principio sentimos impotencia y ansiedad, normalmente dejamos que nos afecten de forma negativa.
Una de las debilidades humanas que más nos intranquilizan constantemente es el miedo. Miedo a quedarse solo, a las enfermedades, a la muerte, miedo a la pobreza, a lo desconocido, a la muerte propia o de algún familiar, miedo a ser traicionado, al fracaso, a sentirnos frustrados, miedo al ridículo, a la mediocridad, miedo a volver a lo mismo después de haber conocido el infierno y estar después en el lado opuesto, en fin, se tiene miedo a todo, por supuesto que en mayor o menor medida, pero siempre está presente y latente el miedo, porque incluso hasta el estrés es considerado una modalidad del miedo.Haciendo un análisis concienzudo en la sociedad se pueden reconocer algunas de las debilidades humanas, como el resentimiento, la envidia, la cólera, el dinero, el poder, el prestigio, los celos, el sexo, la vanidad, y sobre todo, el ser muy selectivo; el alcoholismo y la drogadicción, así como toda la amplia variedad de conductas compulsivas son también debilidades humanas.
Físicamente las debilidades humanas más exigentes son: la necesidad de comer y beber, de dormir o de tener relaciones sexuales. Existen otras como el frío, el calor, o en general, la necesidad de vivir con la capacidad de protegernos eficientemente del medio ambiente y el clima.
Las debilidades humanas con relación a la mente, las reconocemos cuando continuamos insistiendo en tener ideas o pensamientos fundamentales para satisfacer sobre todo, muchos de nuestros deseos personales irracionales.
En el ámbito espiritual, las debilidades humanas se manifiestan cuando nos oponemos conscientemente a aceptar o realizar la Voluntad de Dios. Cuando eres creyente, pero no aplicas en tu diario vivir, las enseñanzas teológicas.
Identificar nuestras debilidades humanas nos permite trabajar objetivamente, evitando así realizar esfuerzos inútiles para mejorar nuestra personalidad.
Las debilidades humanas siempre nos impiden y han impedido tomar decisiones maduras, hasta hoy han sido la causa de la mediocridad y cobardía personal, o incluso de grupos. Desafortunadamente, los jóvenes de la actualidad, no quieren usar su cerebro para lo más elemental, y así no se puede alcanzar una madurez satisfactoria. Esto es personal y depende de cada uno.
Si no perseveramos para prevenir el miedo y lo que este conlleva, jamás mantendremos la serenidad lo suficiente para estar en condiciones de reconocernos como seres humanos con una real necesidad de fortalecer nuestras áreas física, mental y espiritual para no continuar insistiendo en satisfacer las exigencias desmedidas de estas propias debilidades.
Modificar, paulatinamente el miedo, evitará que todo el esfuerzo que hemos realizado hasta el momento para conocernos y fortalecernos haya sido en vano. Ya no se debe permitir que nuestras debilidades humanas sigan haciendo de nosotros personas mediocres y cobardes. Se necesita valor para enfrentarnos a nuestros enemigos, pero se necesita de más valor para enfrentarnos a nuestros amigos. Pero sólo una mente fuerte es capaz de dominarse asimismo.