El día de antier, Fausto Vallejo Figueroa notificó al Congreso del Estado su reincorporación a la titularidad del Ejecutivo del Estado, en realidad no se espera una sorpresa para negarle el regreso, se encuentra en su derecho (el Poder Legislativo lo sabe), por lo que solamente se esperan posicionamientos al interior de esa Soberanía para que se le otorgue certeza a los michoacanos, para contar con un gobernador de tiempo completo que garantice gobernabilidad y desarrollo en la entidad.
Por otro lado, Jesús Reyna García, quien hasta el día de hoy 23 de octubre fungirá como gobernador, ha señalado que no se reincorporara al gabinete vallejista, que se tomará un descanso de los medios de comunicación, la postura es congruente, no puedes regresar a ser el dos después de haber sido el uno, al menos no en este período de gobierno.Ahora bien: qué significa el adiós de Reyna; primero debo señalar que la actual administración pierde a su único operador político, hay que señalarlo, en el grupo cercano a Vallejo no hay un solo personaje con las tablas y oficio político del originario de Huetamo, incluso dentro del equipo de Reyna ninguno de sus integrantes tiene esas cualidades.
La gran diferencia entre Vallejo y Reyna consiste precisamente en la operación política, el primero, durante la primer etapa del gobierno priista, no fue precisamente un gobernador que tendiera puentes políticos, que dialogara con las otras fuerzas políticas, ni con las organizaciones sociales, por el contrario, la persecución política, la censura, las numerosas protestas y la represión marcaron esa primer etapa, aunado a que el desarrollo de la entidad fue en retroceso, lo que se puede confirmar con las Encuestas de Ocupación y Empleo del INEGI.
Durante la segunda etapa del gobierno que le tocó encabezar a Jesús Reyna, el desarrollo económico, social, el saneamiento de las finanzas y la inseguridad no mejoraron en los indicadores, sin embargo el gobierno optó por tender puentes políticos, debo ser honesto, se notó la operación, disminuyó la protesta social y no hubo un solo acto del uso de la violencia por parte de la fuerza pública para reprimir manifestaciones, es decir, se concentró en la gobernabilidad del Estado.
Ahora, con el regreso de Vallejo, iniciará una tercera etapa de este periodo de gobierno, debe mostrar que él es el gobernador y que el poder lo tiene él, lo cual permite ver cómo sería esta nueva etapa; veremos a un gobernador envalentonado que para hacer valer su condición de titular del Poder Ejecutivo podría regresar a la persecución política, a la censura y a la represión, el tema es claro, debe legitimarse nuevamente.
El Acuerdo por Michoacán será letra muerta, Fausto defenderá su Plan Estatal de Desarrollo, el cual por cierto debe tener un avance paupérrimo, el Código de Ética no desaparecerá pero como no se trata de una política pública vallejista su destino será el cajón de los olvidos, los puentes políticos tendidos por Reyna serán modificados, habrá nuevos aliados o se regresará a los de la campaña y a los de la primer etapa, lo que pondría en riesgo la gobernabilidad de la entidad. Estas situaciones son suficientes para entender y justificar el no regreso de Reyna a la secretaría de Gobierno, queda claro, tienen diferentes visiones de gobierno.
Los michoacanos deseamos estabilidad, añoramos desarrollo económico, social, empleo y seguridad, y ello no se ha logrado en la actual administración priista, peor aún, la situación podría agravarse si nos llevan a otra etapa de gobierno que no es deseable, la población requiere certeza, los empresarios necesitan garantías para invertir, la entidad necesita mayor gobernabilidad y sería difícil que Michoacán aguante una cuarta y quinta etapa dentro de este período.