El legado del Dr. Bob, Noviembre, representa, para nuestra comunidad, el mes de las tradiciones y de la gratitud; en memoria de nuestro cofundador, Robert Holbrook Smith, el Dr. Bob; quien el 16 de noviembre de 1950, pasó del dolor de esta vida a “un nuevo horizonte”, expresión que él mismo utilizaba cuando se le preguntaba acerca de su visión sobre la muerte; y respondía:“¿Has estado alguna vez en el aeropuerto y has observado a los aviones cuando salen? Durante un rato, ves el avión, y luego ya no lo ves; eso no quiere decir que se haya desintegrado o desaparecido, sólo ha encontrado un nuevo horizonte; esa es la forma en que siento acerca de la muerte. Habré encontrado un nuevo horizonte”. (El Dr. Bob y los buenos veteranos, pág. 359).
El legado del Dr. Bob es invaluable, sabemos que para Bill W., como él mismo escribía, el aporte del Dr. Bob fue determinante para nuestra comunidad, y fue de éste último de quien aprendió el verdadero significado de la palabra HUMILDAD: “El Dr. Bob fue en esencia una persona más humilde que yo. En algunos aspectos él tuvo una clase de espiritualidad “natural”… Sobre su escritorio, el Dr. Bob tenía una placa definiendo la humildad: “La perpetua tranquilidad del corazón. Es no tener problemas. Es nunca estar enojado o apesadumbrado, irritable o dolorido; no extrañándome de nada de lo que me hacen, sentir que nada se hace en contra mía. Es estar tranquilo cuando nadie me alaba y cuando soy culpado o despreciado, es tener un bendito hogar en mí mismo en donde yo puedo entrar, cerrar la puerta, arrodillarme ante mi Padre en secreto y estar en paz, como en un profundo mar de tranquilidad, cuando todo lo que hay a mi alrededor y cerca de mí aparente ser un problema”. (El Dr. Bob y los buenos veteranos, pág. 236)
También sabemos, como quedó plasmado en su último mensaje, la concepción que el Dr. Bob guardaba acerca de nuestro programa, resaltando la SENCILLEZ de este último: “[…] la sencillez de nuestro programa; no lo enredemos todo con complejos freudianos y cosas que son de interés para la mente científica, pero que tienen muy poco que ver con nuestro verdadero trabajo de AA. Nuestros Doce Pasos, cuando se van resumiendo hasta lo último, pueden ser condensados en las palabras AMOR y SERVICIO. Entendemos lo que es el amor y entendemos lo que es el servicio, así que tengamos presentes en la mente estas dos cosas”. (El Dr. Bob y los bue-nos veteranos, su último mensaje en Cleveland).
Ya en ese momento (el de su último mensaje) se sabía con seguridad que el Dr. Bob tenía una afección mortal, algunos de sus amigos sugirieron que se erigiese un monumento o mausoleo en su honor y en el de su esposa Anne, escribiría Bill. El Dr. Bob, al conocer estas intenciones, se sonrió ampliamente y dijo: “Dios los bendiga. Tienen buena intención. Pero por Dios santo. Bill, que nos entierren a ti y a mí como a cualquier hijo de vecino”. “Un año después de su muerte —escribiría Bill— visité el cementerio de Akron donde yacen el Dr. Bob y Anne. La lápida sencilla no dice ni una palabra acerca de AA. Este ejemplo conmovedor y definitivo de modestia tiene un valor mayor y más permanente para AA, que cualquier cantidad de promoción pública o cualquier grandioso monumento”. Como se narra en El Dr. Bob y los buenos veteranos, los servicios funerales fueron conducidos en la vieja iglesia episcopal por el Dr. Walter Tunks, cuya respuesta a una llamada telefónica 15 años antes, había abierto el camino para que se llegaran a juntar Bob y Bill por primera vez. El Dr. Bob fue “enterrado exactamente como los demás tipos”, en el cementerio Mt. Peace.
Junto a él está Anne, como lo estuvo durante tantos años. Fuera de una sencilla lápida, no hay ningún monumento. ¿Ningún monumento? Quizá el Dr. Bob, junto con Bill, Anne y Lois, nunca se formaron una idea clara de la magnitud del LEGADO que nos dejaron, ni de lo bien que cumplían con su tarea. En un artículo preparado previamente para el Grapevine, publicado en diciembre de 1950, Bill W. y el Dr. Bob dejan en manos de los alcohólicos anónimos lo que podría considerarse nuestra herencia: “Ya que hemos de morir algún día, el Dr. Bob y yo deseamos ahora entregar a los miembros de AA su Tercer Legado… este legado es el servicio general de la sede de Alcohólicos Anónimos… en nombre de todos, el Dr. Bob y yo les pedimos que ustedes ahora asuman la dirección de estos servicios y que los cuiden bien. El desarrollo futuro y, de hecho, la misma supervivencia de Alcohólicos Anónimos pueden algún día depender de la prudente administración de estos brazos de servicio en los años venideros”. (El lenguaje del corazón, pág. 126)
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