Lic. Alfredo Castañeda Flores Analista
10 julio 2021.-Un tema muy interesante y demasiado común, que se da en cada rincón de nuestro país, la delincuencia común, normal, muchas ocasiones sin violencia, simplemente cometida por muchos que no creen ser delincuentes.
Así es, amable lector, a diario y a cada momento, somos testigos de un acto delincuencial, o peor aún, somos parte de las estadísticas que a nadie le interesan, como víctimas de un acto ilícito cometido en nuestra persona, por no perder el tiempo, porque se les hace poco lo hurtado, por miedo, por negatividad, etcétera, muchos no denuncian, por lo que no aparecen como datos oficiales, pero que son mayores en cantidad que aquellos que se plasman en papel sin resultados positivos, salvo honrosas excepciones.
Como escribí antes, el robo es tan común que a cada rato se dan acciones delictivas de este tipo, que van desde, para muchos, el inofensivo robo de comida (una fruta, una carne, un pollo, galletas, pan, etcétera), de medicinas, de artículos para curación, ropa, uniformes, zapatos, tenis, una silla, mesa, foco, lámpara, un celular, una laptop, la billetera o cartera, bolsa de mano, un animal de compañía (mascota), un animal que se puede comer, un automóvil, una casa-habitación, es decir cualquier cosa, sea del monto o tamaño que sea, es un robo o asalto, la diferencia entre ambos, aunque parezcan lo mismo, consiste en que el afectado se de cuenta o no, si no se da cuenta es un robo, si se da, es un asalto. En cuanto a darse cuenta, me refiero a que en el momento se topan con un sujeto que trae un arma y los somete, pidiéndoles lo que traigan, es decir, la típica frase: “esto es un asalto…” o dependiendo del lugar en el que suceda: “ya se la saben…” En cambio el robo es sin conocimiento, ni violencia, hasta que lleguen a su domicilio o algún lugar y tengan algo que pagar, dándose cuenta que no tienen su dinero, papeles, celular, etcétera.
Mucha mente minimiza este tipo de actos, pero no debe ser así, porque, sobre todo, desde niños, cuando llegan los hijos a su casa con algo que no es suyo, se debe preguntar de dónde lo sacaron, claro cuando son padres de familia responsables que están al pendiente de sus hijos y educación, porque desde la etapa infantil se empieza, claro, la mayoría lo hace porque ese lápiz, esa libreta, etc., les gustó y lo toman cuando el compañerito no se da cuenta, pero si no les dicen nada en su hogar, el monto y las ocasiones, se irá incrementando, pudiendo convertirse en delincuentes en potencia. También hay padres de familia que, de plano, les dicen a sus hijos, cuando veas algo mal puesto, o que te guste y no se dé cuenta el dueño, agárralo, escóndelo y tráelo, estos por supuesto ya traen en su mentalidad la delincuencia, que solo con el paso del tiempo irán perfeccionando. Como decían los clásicos, con unos padres así, ya son un caso perdido.
Conforme avanzan en edad, y ante la falta de rigor para corregirlos, esos aparentemente “juegos” van aumentando en cuanto a lo atractivo que resulta tener dinero en las manos, que generalmente, lo utilizan para embrutecerse con alcohol, mujeres y drogas, ese tipo de individuos pocas veces tienen dinero guardado, conforme lo “ganan” lo desperdician, en lo anterior, o en fiestas con las amistades, se compran bienes muebles (celular, laptop, pantallas, etc.), algunos, como toda excepción de la regla, sí saben guardar, porque analizan que la edad avanza y un día pueden dejar de delinquir, pueden caer en la cárcel o peor aún, pueden perder la vida y no quieren dejar a su familia en la pobreza y sin saber cómo vivir.
Otros perfeccionan su técnica, se ganan tu confianza, tu amistad y te roban o asaltan, con palabras de persuasión, te manipulan con acciones tristes, para sacarte dinero o bienes, mediante préstamos que van desde pequeñas cantidades, hasta grandes, y después se desaparecen o te dejan de buscar, de hablar y obviamente jamás te pagan, como dije antes, algunos ni siquiera sabes dónde viven, los conoces por trabajar juntos, otros simplemente un día se aparecen en tu domicilio o trabajo, cuando eres emprendedor, y se van ganando tu confianza, hasta que dan el zarpazo, pidiéndote dinero, entonces ni siquiera sabes dónde viven ni de dónde son y si caes en sus redes, jamás los volverás a ver.
Otros son tus cercanos, vecinos, familiares, amigos y crees conocerlos, por lo que es más fácilmente que caigas en sus juegos de seducción y les prestes, pero el resultado es el mismo, no te pagan, eso sí que es delincuencia común, porque pocas veces vas a ir a denunciar a cualquiera de estos individuos sin escrúpulos, por lo mismo no aparecen en las estadísticas oficiales de denuncias y delitos, porque, como señalé arriba, solo forman parte del archivo de la fiscalía respectiva, se necesita que alguna autoridad municipal, estatal o federal, tenga algún interés en X o Y asunto para que éste se resuelva, la inmensa mayoría jamás se resuelve, entonces, la gente común y corriente lo sospecha, prefiriendo no perder el tiempo en presentar la denuncia correspondiente, además de que les da vergüenza que otros se enteren de la manera tan infantil en la que fueron engañados.
Ésta es la delincuencia común, inteligente lector, esa que empieza desde la infancia, que muchos aplauden, pero que si no se atiende a tiempo, va creciendo y en el futuro, puede hacer mucho daño a todos, no solo a la víctima que pierde algo, sino también al que se queda con lo ajeno, porque difícilmente un individuo que obra mal, llega a una edad adulta vivo y/o sin problemas físicos o mentales, y ahora con la farsa de la pandemia, se está incrementando. ¡Ponte atento!