7 febrero, 2025
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El arte negativo de la buena vida…

Lic. Alfredo Castañeda Flores       Analista

26 marzo 2021.-Hay pilotos viejos y hay pilotos atrevidos; lo que no hay son pilotos viejos atrevidos. Y eso se aplica a cualquier otro oficio o profesión. Son bien conocidas las causas que pueden provocar un accidente.

 

No es exactamente un asunto de vida o muerte, pero en el campo de las inversiones al menos se trata de mucho dinero. Los inversionistas suelen hablar del upside (ventajas) y del downside (desventajas). En el upside se reúnen todos los posibles resultados positivos de unas inversión (por ejemplo, réditos por encima del promedio); en el downside, todos los efectos negativos posibles (como la bancarrota). Estos conceptos se pueden aplicar al campo de la profesión que se tenga o desee.

 

El inversionista Charles Ellis recomienda este mismo principio a todos los tenistas aficionados. A diferencia de los jugadores profesionales que casi siempre logran colocar la pelota en la zona deseada, los jugadores casuales cometen errores constantemente: la pelota se queda en la red, se va demasiado lejos, demasiado alto o cae en el cuadrante equivocado. El tenis profesional es un juego totalmente diferente al que practicas por afición: los profesionales ganan puntos, los aficionados pierden puntos. Por lo tanto, cuando juegues contra un aficionado, simplemente concéntrate en no cometer errores, juega de modo conservador e intenta mantener la pelota en juego el mayor tiempo posible. Dado que tu adversario no juega igualmente a propósito de forma conservadora, cometerá más errores que tú. En el tenis de aficionados, los partidos no se ganan, sino que se pierden.

 

Enfocarse en las desventajas en vez de en las ventajas es un recurso mental sumamente valioso. Los griegos, los romanos y los pensadores medievales tenían un nombre para este procedimiento: la teología negativa, esto es, el camino negativo, el camino de la renuncia, de la omisión y de la reducción. O, dicho de manera más concreta, no es posible definir qué es Dios, solo podemos decir lo que no es. Y aplicado a nuestro tema: no es posible definir qué nos garantiza una buena vida, únicamente se puede determinar qué la hará imposible –y esto a ciencia cierta–.

 

En efecto, desde hace 2500 años los filósofos, teólogos, doctores, sociólogos, economistas, sicólogos, investigadores del cerebro y expertos en publicidad están intentando averiguar qué nos hace felices a los humanos. Los resultados son pobres. Se cree que los contactos sociales son importantes. Encontrarle un sentido a la vida puede ser de ayuda. El sexo no hace daño, tampoco un comportamiento moral. Hasta ahí podríamos haberlo adivinado, ¿no es cierto? Los resultados no pueden ser más imprecisos. Aún andamos a tientas en lo que concierne a los factores concretos de la felicidad, a saber, la ventaja de la felicidad.

 

Por el contrario, si nos preguntamos qué disminuye o pone en peligro la buena vida, conocemos exactamente los factores: el alcoholismo, las drogas, el estrés crónico, el ruido, los trayectos demasiado largos al trabajo, un empleo detestable, el desempleo, un matrimonio fracasado, unas expectativas estúpidamente altas, la pobreza, las deudas, la dependencia financiera, la soledad, el contacto con personas quejumbrosas, la dependencia de lo que piensan los demás, la comparación constante con otros, la victimización, el odio a uno mismo, la falta crónica de descanso, la depresión, el nerviosismo, la ira y la envidia. Para este análisis ni siquiera se requiere la ciencia. Estos factores los puedes observar tú mismo: en ti, en tus amigos, en tus vecinos. La desventaja siempre es más tangible que la ventaja. El primero es como granito: duro, palpable, concreto. El segundo, en cambio, se asemeja más al aire.

 

Por consiguiente, intenta apagar de manera sistemática la desventaja de tu vida. De este modo tendrás una posibilidad real de lograr una buena vida. Por supuesto que el destino puede golpearte en cualquier momento: un meteorito que destruye tu casa, una guerra, tu hijo se enferma o tu empresa quiebra. Pero el destino es una categoría sobre la que no puedes influir, así que no pienses en él.

 

Seguramente que en la lista anterior extrañarás algunas categorías: enfermedades, dolencias físicas, divorcios. Innumerables estudios han demostrado que el efecto de estos golpes se pierde mucho más rápido de lo que pensamos. Los parapléjicos se concentran los primeros meses después de su accidente exclusivamente en su padecimiento, lo que es comprensible y lógico. Y se sienten infelices, como corresponde a la situación. Sin embargo, pocos meses después, su estado de ánimo se normaliza. Pronto, los temas cotidianos aparecen nuevamente en el primer plano de sus pensamientos y desplazan la dolencia hacia el fondo. Lo mismo pasa en el caso de los divorcios, sólo se necesitan unos cuantos años para salir del valle de lágrimas. Por el contrario, los humanos no nos acostumbramos al alcoholismo, a las drogas, al estrés crónico, al ruido  o los trayectos al trabajo demasiado largos, es decir, a todas las cosas de la primera lista. Estos factores no podemos darlos simplemente por terminados, están siempre presentes e imposibilitan una buena vida.

 

Los inversionistas que tienen éxito duradero, como Warren Buffett y Charlie Munger, trabajan con actitudes, trucos mentales y estrategias de pensamiento que son ideales para aplicar a la vida misma. En primer lugar hay que evitar la desventaja. En cada una de sus inversiones, Buffett y Munger prestan especial atención a lo que habrá que evitar –o sea, a lo que no hacen-, antes de enfocarse en la ventaja. Dice Buffett: no hemos aprendido a resolver problemas de la vida comercial. Hemos aprendido a evitarlos. Ni siquiera es preciso ser extremadamente inteligente para lograrlo. Es asombroso cuánto éxito a largo plazo pueden tener personas como nosotros, solo intentando no ser tontos, en vez de intentar ser brillantes. Agrega Charlie Munger, el socio de Buffett.

 

Conclusión: en vez de aspirar a la dicha absoluta, una gran parte de la buena vida consiste más bien en evitar las tonterías. Las necedades y las tendencias de moda. No es lo que agregas lo que enriquece tu vida, es lo que dejas de lado. O como lo explicó alguna vez Charlie Munger, brillante por lo menos en cuestiones humorísticas: “sobre todo me gustaría saber dónde me voy a morir, para jamás visitar ese lugar”. ¡Ánimo!