Lic. Alfredo Castañeda Flores Analista
22 enero 2021.-Vivimos en un país de atrasos y retrasos en muchas cosas, la educación es la principal, porque gracias a ella, sea eficiente o deficiente, es como se ve la riqueza o pobreza de los habitantes y de la Nación.
Por todo eso, la universidad es un grado escolar al que un porcentaje menor llega a estudiar, por la pobreza económica que en general se vive en este país, sin embargo, pese a todas las deficiencias que se vienen arrastrando desde la etapa preescolar, no sirve para rescatar a los mejores estudiantes, que serán los profesionales del mañana.
Las universidades públicas (las privadas son otra historia, pero tampoco dignas de buen ejemplo), reclutan a los catedráticos, docentes o profesores, menos preparados, menos comprometidos, menos brillantes en su etapa estudiantil, dóciles, maleables, ignorantes, seres vegetativos, contrarios a la perfección, solidarios y cómplices de los intereses creados que los hacen borregos del rebaño social. Estos viven según las conveniencias y no logran aprender a amar. En su vida acomodaticia se vuelven viles, escépticos y cobardes; por razones obvias, los mejores cuadros no pierden su tiempo y talento dando clases en un aula, aunque sea donde estudiaron, pero como en todo, hay excepciones, pero son casos aislados.
Así es, amable lector, los que concluimos una etapa universitaria sabemos que los profesores que en la actualidad están frente al aula (aunque de momento lo hagan de forma virtual), no son los mejores, porque fueron nuestros compañeros, amigos, conocidos, familiares, amistades, y los conocemos, fueron estudiantes de poca calidad, y como poca gente cambia por medio de la madurez, entonces no se puede esperar mucho de ellos.
Viven en un mundo de negativismo autodestructivo y se han propuesto consciente, o inconscientemente, contaminar la vida de los demás. Actúan en la vida tomando decisiones con el propósito de agradar al resto, por temor a perder el afecto de las personas iguales que los rodean. Actúan en la vida sin un foco mental claro, viviendo con la ilusión de que lo importante es sólo el ahora y, por lo tanto, se comportan de manera dispersa en sus asuntos relevantes. Recurren permanentemente a las excusas para explicar los fracasos, sin hacerse cargo de la responsabilidad por los resultados que cada uno genera en la vida. Tienen el hábito de repetir lo negativo de situaciones y personas, generando ceguera frente a lo positivo de la vida y de la gente con la que interactúan.
Se quejan literalmente por todo. Sienten que la vida les juega permanentemente malas pasadas y que tienen una especie de halo de mala suerte. Sufren de victimismo sutil. No se involucran en lo que hacen ni en las interacciones que tienen. Hacen lo justo y necesario, no se esfuerzan ni un milímetro adicional por hacerlo con entusiasmo y mejor. Con las personas, no generan escucha ni conexión emocional. Sienten que el mundo está en deuda con ellos, que la vida es injusta y, por lo tanto, están permanentemente esperando la ayuda de los demás para resolver sus problemas. Sienten envidia por el éxito de los demás, cuando alguien les cuenta de sus proyectos, viajes o ideas, esconden un secreto deseo de que esas ideas fracasen, no soportan el éxito ajeno y sufren por eso. Colocan piedras, muchas veces injustas a los alumnos destacados, porque se sienten superados. Son propensos a creer en chismes, pues carecen de criterio propio.
Una gente sin talento, y una preparación académica deficiente, está llena de complejos, filias y fobias, además de resentimiento contra los demás, principalmente, frente a los que son mejores que ellos. Esto propicia que, seguido, nos enteremos que hubo acoso, no solamente, con las jóvenes; en la actualidad y con todas las libertades que vivimos, también, hay acoso hacia los estudiantes varones, ya que los homosexuales y lesbianas han obtenido confianza, sabedores que no tan fácil serán denunciados por los afectados, y abusan de su poder, en este caso, como catedráticos, logrando que los inexpertos e ingenuos alumnos se metan con ellos. Claro que hay alumnas que eso buscan, pero son minoría.
Además, de que entre pares, se protegen, y aunque haya quejas, denuncias y reclamos de algunos alumnos, el hilo se revienta por lo más delgado, que en este caso, es reprobar al alumno, hacerle el resto de su vida estudiantil imposible, para que terminen desertando de la carrera, así se acostumbra hacer en la mayoría de las universidades públicas del país.
Los poco profesionales catedráticos se aprovechan de la edad de los alumnos, del desconocimiento de sus derechos cono estudiantes, del temor a ser reprobados o rechazados por los demás, del poco o nulo caso que se les hace a sus reclamos legítimos, por parte de los directivos del área correspondiente y superiores, a la falta de testimonios de sus compañeros, porque también tienen miedo a las represalias, no hay unión ni solidaridad entre ellos, etcétera, porque así están acostumbrados a hacerlo.
Vivimos en un país donde se le da más credibilidad y valor a la mentira, a la pereza, a la incongruencia, a la ignorancia, a los grupos; que a la verdad, a la capacidad, a la calidad, al talento, al ser humano pensante. Así no se puede, no se puede combatir, lo malo, cuando los involucrados, se cuidan las espaldas entre ellos, porque en su inmensa mayoría están llenos de errores, de traumas, de complejos, de mañas aprendidas con la experiencia que dan los años, pero de poco talento, para hacer egresar a mejores profesionales, una universidad en nuestro país, sirve para moldear a la gente, para ser unos mediocres, unos analfabetas funcionales, de esos que solo hacen lo que les ordenan, no se privilegia que los estudiantes desarrollen sus ideas, por el contrario, se les somete a dejar de pensar, a ser unos autómatas sin iniciativa; en las aulas, a los aplicados con calificaciones altas, se les denigra, diciéndoles que los que reprueban y apenas pasan de grado, serán los triunfadores en el futuro, se les busca cualquier pretexto para reprobarlos, disminuirles calificaciones, esto propicia la corrupción y la prostitución universitaria, porque se aprovechan de alumnos y alumnas para tener relaciones sexuales a cambio de una calificación aprobatoria, otros les piden botellas de vino, depósitos en efectivo de altas cantidades de dinero, etcétera, hasta ese nivel ha llegado el cinismo de muchos catedráticos y peor aun cuando son los únicos que imparten una determinada asignatura, créditos o materia y si, como lo estás pensando amable lector, quienes hacen, permiten y aceptan esto, serán los próximos docentes universitarios. Tal parece que así son las reglas no escritas, pero que tanto daño ha hecho, hacen y si no hay un remedio, seguirán haciendo a la educación universitaria y a todo el país. De verdad. ¡Qué poca vergüenza!
Padres de familia, pongan más atención a la educación de sus hijos, nada les impide presentarse en la universidad y preguntar cómo va el avance estudiantil, o por lo menos díganles a sus vástagos que sepan cuáles son sus derechos como alumnos; que no tengan miedo de defenderse, aunque la mayoría quiera persuadirlos a no hacerlo, recuerda, inteligente lector, que no todos los que enseñan, saben. Además de que la verdad y la razón triunfan cuando salen a la luz. ¡Adelante!