24 diciembre, 2024
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Delincuente senil…

Lic. Alfredo Castañeda Flores       ANALISTA

28 ABRIL 2023.-La conducta agresiva del anciano puede estar motivada por la angustia que experimenta en el proceso de envejecimiento, es decir, por la situación conflictiva que provocan las limitaciones de sus actividades, las relaciones de dependencia familiar, la angustia ante una muerte cercana, los sentimientos de soledad y el aislamiento que conducen al anciano a recurrir al empleo de mecanismos defensivos de carácter patológico.

 

Se observan una serie de características en los delitos realizados por los ancianos, especialmente predominan los delitos contra las personas, existiendo gran contraste en relación con los otros delitos. Los delitos contra las personas que más frecuentemente se cometen son: homicidios delitos sexuales (violación o intento de violación). Estos datos concuerdan con otras investigaciones realizadas en las que se señala que el delito típico de la ancianidad es contra las personas.

 

Cabe preguntarse qué le sucede a un individuo que no tiene antecedentes penales o policiales y que comete un delito en la vejez. Es evidente que esto debe relacionarse con toda su historia clínica, con su estructura familiar y social, con las necesidades internas y externas, porque la conducta delictiva surge como una defensa a una situación conflictiva para el individuo, frente a una desorganización de la personalidad y a una amenaza de seguridad (sea social o sicológica).

 

Pensamos que toda la problemática, debida a los procesos de envejecimiento, lleva a situaciones de agresividad, por lo general de tipo verbal, pero cuando las defensas no están debidamente estructuradas estos impulsos llegan a ser antisociales.

 

En todos los delitos cometidos por los ancianos existe una relación de conocimientos con la víctima; por lo general es una relación estrecha, de tipo familiar. Encontramos que son personalidades desconfiadas, con tendencia a controlar a su medio, en especial familiar a través de mecanismos obsesivos-compulsivos, que son característicos de conductas agresivas que llevan al homicidio. Es posible que el anciano que se siente marginado, disminuido en sus capacidades y actividades compense este sentimiento de minusvalía con un acto de brutal destrucción como es el homicidio. Los problemas de alcoholismo, tan frecuentes en nuestra cultura, son elementos que coadyuvan en la conducta impulsiva y destructiva.

 

El deterioro de la personalidad se proyecta en las ideas y valores morales distorsionados de desinhibición ante las conductas de carácter sexual, especialmente con niños; y los trastornos patológicos en la esfera afectiva, los sentimientos de soledad y, el aislamiento que se manifiesta en las tendencias hacia una relación masoquista o por el contrario sádica.

 

Entre los delitos se ha observado un número significativo de incesto.

 

En el análisis de los delitos de incesto se observan características mágicas y primitivas que invaden toda la estructura familiar, en este caso la patología de tipo familiar emerge a través de las relaciones padre-hija.

 

La impudicia con niños es una conducta que realizan casi exclusivamente los individuos de sexo masculino, y es un delito típico de la ancianidad. Entre los aspectos significativos de esta conducta debe mencionarse la demencia senil en sus diversos grados. La realizan aquellos ancianos a quienes les es difícil conseguir una pareja y buscan a un niño o a un adolescente. En los delitos de violación o intento de violación realizados con niños, se observan casos de demencia senil, son individuos solos, sin una pareja adulta, por su problemática afectiva, pero además porque al no tener núcleo familiar carecen de una persona que controle sus conductas.

 

Por último, en relación a los delitos de robo, éstos deben interpretarse como robos por necesidad, lo realizan ancianos deambulantes, mendigos, quienes carecen de toda protección familiar y social. Los delitos contra la salud, aquí se habla de la adicción a la marihuana, por lo general son personas que ya presentaban antecedentes de drogadicción.

 

El suicidio es también frecuente en la ancianidad, debido principalmente a los cuadros depresivos que caracterizan la vejez. Asimismo cabría mencionar los “accidentes” y los intentos de suicidio, por ejemplo: asfixia por el gas, quemaduras, negativa a comer, dejar de respirar, etc.

 

Las fugas y vagabundeo es una conducta que se observa con cierta frecuencia, especialmente a consecuencia de la falta de un núcleo familiar o por la conflictiva de marginación de que es objeto el anciano.

 

Es evidente que el delito cometido por un anciano es una consecuencia del abandono en el que se encuentra por nuestra sociedad y en la medida que se atienda su problemática individual, familiar y social, disminuirán las conductas delictivas en esta etapa de la vida.

 

Pero esta situación no es simple sino que implica una gran complejidad estudiar e intentar analizar una conducta de estrés y conflictiva que margina aun más al anciano y le plantea la convivencia en la cárcel, con individuos que presentan valores distorsionados moral y socialmente.

 

Desde el punto individual cabe el planteamiento: ¿Qué ha sucedido en la personalidad de este individuo que transgredió la moral social establecida? Desde el punto de vista social: ¿Qué sucede en la estructura social familiar, en las instituciones para que un anciano realice un delito? Sabemos que en esta edad ya no son conductas impulsivas sino conductas de desinhibición moral que le permiten la proyección a nivel concreto de una conducta destructiva. Si sucede esto es porque los aspectos asistenciales y de control hacia el anciano que presenta una problemática de agresividad han fallado. Y continuando en este nivel de análisis también cabe pensar que el anciano es el emergente de una estructura familiar con características patológicas. La familia presiona al anciano hacia un comportamiento antisocial; la carencia de afecto, de asistencia de protección lo conducen a una situación de marginación. Seamos empáticos con ellos. ¡Nos necesitan!