Dice la filosofía popular: después del niño ahogado quieren tapar el pozo y esto se aplica perfectamente al tema de hoy. Las malas mañas se aprenden, principalmente, en la casa, en la calle solo se van perfeccionando. Porque, aunque a muchos les duela escucharlo, es la verdad.
¿Quieres tener un hijo delincuente? No le pongas límites a sus acciones, no le impongas tareas diarias y obligaciones periódicas, no lo cuides, no lo vigiles, déjalo entrar y salir a tu casa a la hora que él quiera y no cuando tú lo permitas, justifica todo lo malo que hace, no lo obligues a asistir a la escuela, si no tiene dinero y trae artículos caros no le preguntes cómo los obtuvo, etc.
Estas son algunas de las acciones que muchos padres hacen en perjuicio de sus hijos, aunque claro, hay muchos que son delincuentes y solo esperan a que sus hijos vayan creciendo para introducirlos al mundo delincuencial. Esto es, unos los convierten por omisión y otros con perfecta convicción.
Como he señalado en otras entregas, México no es un ejemplo a nivel mundial de algo positivo, al contrario, somos vistos como lo que por una minoría cada vez mayor se hace, los faltos de respeto hacia los demás, los que no reciclamos, los que no protegemos el medio ambiente, ladrones, corruptos, timadores, etc.
El mexicano es proclive a repetir las conductas negativas, cuando alguien hace algo indebido, por ejemplo, pasarse el alto del semáforo, los demás que lo vieron hacer eso, también lo hacen. Y así cualquier acción negativa, por simple o grave que ésta sea. No hay respeto hacia ellos mismos, mucho menos lo hay para los demás. En cambio, las buenas acciones no las repiten, solo las hacen cuando alguien los está viendo, principalmente los medios de comunicación, pero cuando no hay reflectores, pocos, muy pocos en verdad lo hacemos.
Ya he señalado, todos nos beneficiaríamos haciendo las cosas correctamente, ahorraríamos tiempo, dinero y evitaríamos deterioros en nuestra salud, porque una acción estúpida que alguien hace, aunque sea insignificante, molesta a alguien, aunque está claro que los idiotas que lo hacen, al no tener conciencia de sus actos, no tienen alguna reacción, salvo cuando sale otro más imbécil que ellos.
Lo mismo sucede con los delincuentes, con la creación de las Comisiones de los Derechos Humanos han aumentado en número y peligrosidad, porque ya hasta saben cómo pueden salir, cuánto necesitan dar a las autoridades, etc.
Las mayorías nos hemos convertido en rehenes de las minorías, con la complacencia de las autoridades que ocupan un espacio público para obtener jugosas ganancias y grandes dividendos, porque ya aprendieron que quien hace mal las cosas, tiene que soltar dinero, en pequeñas, medianas y grandes cantidades para librar la cárcel. Convirtiéndose en cómplices de los delincuentes, resultando más peligrosos, porque a cualquiera que llega a sus manos, ya quieren sacarle dinero.
Los delincuentes y sus familias, cuando caen en manos de un servidor público con verdadera vocación, escasos, pero los hay, inventan todos los pretextos inimaginables para intentar sacar de la cárcel a sus “angelitos”, algunos con recomendaciones de Derechos Humanos salen, otros con la ayuda de un profesional del derecho corrupto como ellos, también, y los que por fin son juzgados por la autoridad, tienen que pasar algún tiempo recluidos en un penal local o federal, según sea el caso. Pero salen antes de cumplir su condena, porque hay beneficios penitenciarios que los protegen. En fin, así es la justicia mexicana, se mueve en razón de la cantidad de dinero que se exhiba y no con base en argumentos jurídicos. Muchos conocemos a presuntos abogados, que en realidad son conocidos como coyotes, que jamás pisaron un aula universitaria, pero que en base a las influencias y contactos tejidos en la clandestinidad con las autoridades correspondientes, logran liberar a delincuentes, antes de pisar algún reclusorio.
En qué momento se perdieron los valores que hace algunos años aun existían, ese famoso temor a Dios mencionado por las abuelas, la disciplina que se aplicaba en los hogares mexicanos que tan buenos resultados aportó, donde quedó todo eso. Padres de la actualidad que son personas de bien, tienen hijos delincuentes, nietos. El tejido social está resquebrajado y si hay un verdadero interés de los gobernantes por regresar a lo que se era antes, pasará mucho tiempo para lograrlo, pero si no lo hay, esto estará cada día peor. Aunque está claro que si cada uno actuamos en base a los principios rectos y de legalidad, esto puede mejorar, la realidad es que cada día hay más gente que repite las conductas negativas que conducen a la delincuencia, porque aunque muchos digan que no es cierto, si lo es, porque hasta el hecho de pasarse un alto, puede causar un accidente de lamentables consecuencias, y eso a quien lo provoca lo convierte en delincuente, porque la definición general de este es: autor de una infracción, es decir de cualquier acto previsto y castigado por la ley y sus reglamentos, pero el mexicano prefiere la comodidad que el esfuerzo. Y así, amable lector, no se puede.