Lic. Alfredo Castañeda Flores (Analista)
Hoy quiero aprovechar el espacio para hablar de acciones en general que nos toca vivir, ver y saber, en el entorno diario en el que vivimos y nos causan, entre muchas cosas, decepción.
La principal de todas, y la peor, es darse cuenta de lo malagradecidos que somos los mexicanos, principalmente, aquellos que más necesitan de los demás, esos, sin duda, son los peores. En la actualidad la frase de antaño que decían los abuelos ha quedado en desuso (los buenos somos más).
La mayoría de esa gente se acerca a quien le puede ayudar con empleo, con dinero, con cosas materiales, etc., y solo están ahí mientras obtienen beneficios, pero ya están observando a quién se le van a acercar una vez que su víctima actual deje de servirles. Suena fuerte, pero así es. El mexicano carece de agradecimiento, vaya, ni siquiera de lealtad, porque no solo se alejan de quien lo ayudó, poco o mucho, aunque para el malagradecido todo se les hace poco, sino que se dedican a dejar en mal a esas personas ingenuas que creyeron en su aparente bondad.
Derivado del mal agradecimiento, vienen Las acciones estúpidas que nos afectan a todos, aunque se empeñen en decir que no es cierto.
Una de ellas es no respetar al peatón, cuando mueven automóviles, porque quien sabe manejar, respeta. No permitir que los autos estacionados se incorporen al arroyo vehicular, no respetar el 1X1, no respetar los semáforos, estacionarse en lugar prohibido, doble fila, aunque sea un segundo, que es la excusa idiota de los que lo hacen. Una persona con pocas neuronas sabe que un segundo es nada, por lo cual están mintiendo.
Ahora que están queriendo eliminar las bolsas de plástico, mucha gente trae colgadas al hombro enormes bolsas ecológicas, pero solo de adorno, porque de todas formas exigen plástico. Pretenden engañar a los demás, creyéndose protectoras del planeta. Hay mucha hipocresía en la gente.
El mexicano es amante de las fiestas, reuniones y es muy frecuente que se les invite a un desayuno, a una comida o simple convivencia donde hay degustación de alimentos, eventos culturales gratuitos, etc., pero ni así asisten y lo que es peor, afirman categóricamente que acudirán y los anfitriones les creen y ya no invitan a otros porque temen que lleguen más de los presupuestados, quedándoles espacio y alimentos. Por otro lado, los que sí asisten, pocos aprecian el gesto del anfitrión, la mayoría se va hablando pestes de la organización, de lo recibido, de la atención, es decir, regresamos al negativo agradecimiento que existe en el país.
En lo relativo a los negocios, cuando estos son pequeños o que los dueños están presentes en los mismos, se acostumbran a pedir fiado, a quedar a deber una parte porque no les alcanza el dinero y les urge llevarse la mercancía, abusando del conocido, pero cuando tienen dinero, compran lo mismo en una tienda de capital ajeno al lugar donde viven, olvidándose, nuevamente, del agradecimiento, la lealtad y cómo se mueve la economía local. Generando estas acciones más pobreza.
Esto y nada le interesa al malagradecido, ellos solo buscan un beneficio personal y nada los satisface.
Como la mayoría de esta gente no tiene muchos estudios ni preparación, son los que laboran en las empresas privadas, pero al no tener la capacidad de aprender lo que ahí se hace, pese a las innumerables oportunidades que se le dan, terminan siendo despedidos y como siempre se consideran las víctimas de los demás, se van hablando pestes de la empresa, del dueño, de los jefes, del horario, de la jornada, del salario, de todo. Ganándose, así, un enemigo gratuito de por vida.
Además de malagradecido, el mexicano es flojo, informal, desleal, ambicioso, no se informa de nada, no analiza las cosas, no le gusta estudiar, no le gusta que le den ordenes (pese a no saber hacer las cosas), es mecha corta (la mayoría de ocasiones sin tener la razón), no piensa en el futuro, porque dura poco en los empleos sin pensar cómo van a terminar su vida, es desordenado, hace las cosas por hacerlas, es mentiroso, vive de mentiras y grandezas que solo en su mente pequeña existen, porque, como dice la filosofía popular, lo que se ve no se juzga.
Una minoría es la que hace las cosas lo mejor posible, es la que genera la escasa riqueza que existe en un país hundido en la pobreza y la mediocridad; si por lo menos la mitad de la población económicamente activa fuera más pensante y responsable, hiciera las cosas como se deben hacer, podríamos tener una mejor economía que es en beneficio de todos. Se debe proteger a los empresarios que generan empleos, que contribuyen al crecimiento de cualquier región, pero el mexicano promedio, que son mayoría, en lugar de seguir su ejemplo, tenacidad y dedicación, les tienen envidia, los atacan cada vez que pueden, sin darse cuenta que gracias a ellos tienen o pueden alcanzar una mejor calidad de vida.
Todo esto y tantas cosas más decepcionan a la gente exitosa, triunfadora, porque cada día en lugar de crecer como país, las nuevas generaciones, están saliendo menos preparadas, menos conscientes, menos interesadas en los demás.
Salir a flote o el hundimiento de un país, depende de los ciudadanos, ningún político lo hace, solo son peroratas y retórica barata, pero no les importa la mayoría ciudadana, solo las utilizan. Así que seamos más conscientes y pensemos en ser cada día mejores. ¡Sí se puede!