18 enero, 2025
ROTATIVO DIGITAL

De verdad: ¿comprendes lo que lees?

La comunicación escrita es una de las formas de expresión más utilizadas por el ser humano. Es un medio por el cual mucha gente se relaciona con otros. Evidentemente, requiere de un receptor que cuente con la habilidad lectora, primero, para captar el mensaje escrito y, segundo, quizá lo más complejo, para comprenderlo.

La lectura, como simple ejercicio visual y receptor de palabras, frases y oraciones, se presenta en cualquier persona alfabetizada. Sin embargo, este proceso va más allá del sólo entendimiento superficial de algún texto.

La mayoría de la gente que sabe leer encuentra barreras constantes en el momento de aprender, comprender o, incluso, interpretar lo leído. Esto se debe a diversos factores; los principales son: escasez de vocabulario, falta de concentración, falta de conocimiento sobre el tema elegido para leer, distractores ambientales –ruido, luz inadecuada, tipografía inusual, etcétera–, malas posturas corporales y, por supuesto , un estado de ánimo no apropiado para realizar una lectura.

Además, no en todo lo que se lee se presta la misma atención. Ello dependerá del interés del lector o de la situación en que se encuentre. Aunque debido a los adelantos tecnológicos, esta herramienta se ha estado quedando atrás, en lugar de ir de manera paralela.

Toda lectura está conformada por una suma de oraciones que deben cumplir ciertas funciones y en conjunto dan vida a un escrito. Básicamente, cualquier tipo de texto debe parecerle al lector atractivo, interesante y placentero, además de generarle enriquecimiento en algún ámbito de su vida.

Cuando una lectura se realiza por obligación, esto se convierte en una primera barrera de entendimiento y comprensión, así que, opta por una actitud positiva y relajada si lo que vas a leer lo tiene que leer.

Existen, esencialmente, dos tipos de lectura: la conceptual y la narrativa; también dos formas para leer: la superficial y la profunda.

En lo concerniente a la lectura conceptual y narrativa, la diferencia radica principalmente en el lenguaje, es decir, las palabras que se emplean en la redacción de los textos. Ambas tienen un título y una estructura adecuada para relatar los hechos, pero el contenido es totalmente distinto, así como la información que se pretende llegue al lector.

La mayoría de las veces que leemos lo hacemos de manera superficial, es decir, solamente decodificamos lo escrito gracias al conocimiento de nuestra lengua; tenemos contacto con un texto únicamente de vistazo. Almacenamos la información recibida, pero no la procesamos debidamente para dar paso a la comprensión.

Desafortunadamente, la lectura profunda, de comprensión, no se enseña desde una temprana edad, ya que en la escuela o en casa enfocan nuestro aprendizaje en el sentido visual más que en el cognitivo o intelectual y ello impide que nuestro cerebro procese adecuadamente lo aprendido y logre interpretarlo.

Claro es que no siempre deseamos hacer una lectura profunda, ya que la lectura superficial se presenta cuando vemos casualmente algún anuncio o viajamos en transporte público y nuestros ojos captan mensajes rápidos de carteles, invitaciones, comercios, etcétera. O bien, de manera consciente, si buscamos algún dato concreto o cierto detalle que nos interesa de un texto, aplicamos una lectura superficial. La extensión del texto no determina que el contenido sea más sencillo o más complejo, o que el mensaje sea más claro para su comprensión; es decir, así como un breve texto puede significar un proceso profundo de comprensión, un texto más extenso puede contener mensajes claros, contundentes y sencillos de comprender.

Asimismo, la forma en que el lector recibe un mensaje preciso, por medio de la información contenida en ellos, puede ser superficial, profunda o ambas, ya que el interés, la curiosidad y el estado de ánimo de quien lee, incluso el tiempo y la situación en que se encuentre, son aspectos vitales para dar paso a la comprensión lectora, desde un simple vistazo hasta un ejercicio lector pausado y analítico.

Sin embargo, es frecuente encontrar a muchas personas que no tienen la mínima capacidad de análisis de leer un anuncio, un precio, una frase completa y solo lo hacen con la primera palabra, cifra o mitad de la oración y eso provoca que se tengan que estar repitiendo las cosas o que se den malos entendidos, sobre todo en los negocios, porque la gente se queda, generalmente, con la idea de una cantidad menor, además de otros vicios frecuentes que la mayoría cometemos, por la falta de una mejor comprensión de lo que leemos.