20 abril, 2025
ROTATIVO DIGITAL

De cine, de política y otras coincidencias

De Sólo con tu pareja, a Roma, de Alfonso Cuarón, en Pátzcuaro. Éste podría haber sido el título de este texto, que cambié de última hora. Los extremos a veces se juntan y tocan. Es el caso de Alfonso Cuarón en el Teatro Caltzontzin. Me explico. En 1992 se proyectó en este teatro antes que en cines comerciales de la ciudad de México, la ópera prima de Alfonso Cuarón: Sólo con tu pareja (1991). Y 26 años después volvió, al Teatro Caltzontzin, Alfonso Cuarón, ahora con su última película: Roma, que se exhibe en Pátzcuaro; por coincidencia, también antes que en cines comerciales de la ciudad de México.

 

 

Sólo con tu pareja, de Alfonso Cuarón, fue parte de un paquete de filmes del nuevo cine mexicano, que el Patronato Pro Restauración y Conservación del Ex Colegio Jesuita había conseguido para recabar fondos a destinar a la restauración de ese inmueble histórico de la ciudad. El financiamiento de la restauración de la antigua Escuela Primaria Vasco de Quiroga, que por años fue ahí donde se formaba la niñez de Pátzcuaro, tenía que ser conseguido de manera tripartita: 50 por ciento la Federación, vía la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), 25 por ciento el gobierno estatal y 25 por ciento la comunidad municipal.

 

 

 

Fue así como el Patronato tuvo que realizar diversas actividades para la recaudación de fondos a destinar para cubrir ese 25 por ciento de la comunidad municipal. Una de esas actividades fue precisamente organizar un ciclo de cine representativo del nuevo cine mexicano.

 

 

 

Tuve que hacer esfuerzos de memoria para recordar las otras películas que integraron ese ciclo de cine, que proyectamos en el teatro Emperador. Una de ellas fue Cronos (1992), nada menos que del también hoy laureado cineasta mexicano Guillermo del Toro; otra que recuerdo fue Bandidos, nada menos que de Luis Estrada, quien se dedicaría en películas posteriores a exhibir las entrañas de la corrupción e impunidad del sistema político mexicano, con las muy celebradas películas: La Ley de Herodes (1999), El Infierno (2010) y La dictadura perfecta (2014), con las que se consagró como gran actor el artista michoacano Damián Alcázar. La última película del ciclo que recuerdo fue Playa Azul (1992), de Alfredo Joskowicz. Sé que hubo otras, pero mi memoria me traiciona.

 

 

 

Podría considerarse antecedente de ese ciclo de cine en el Emperador, el ciclo de cine independiente que organicé en la Casa de los Once Patios diez años antes, en 1982, donde el que escribe coordinaba una casa de la cultura independiente, en el área que había ocupado la Escuela de Dibujo y Pintura Mapeco. De ese ciclo recuerdo dos películas: Las Apariencias engañan (1978), de Jaime Humberto Hermosillo y La Víspera (1982), de Alejandro Pelayo. El ciclo implicaba la presencia de los directores el día de la proyección de sus películas para sostener un diálogo con el público. Recuerdo que sólo vinieron a Pátzcuaro Jaime Humberto Hermosillo y Alejandro Pelayo.

 

 

 

Por ese tiempo Alejandro Pelayo era coordinador de los cineclubes del INBA, que hacían una red en toda la República. Pátzcuaro formaba parte de esa red de cineclubes, con sus funciones los miércoles en el espacio antes mencionado. Por ello con Alejandro Pelayo armamos ese ciclo de cine mexicano independiente. Un dato curioso.

 

 

 

No recuerdo si lo comentó frente al público o si me lo comentó a mí, que antes de su proyección en los cines comerciales, Alejandro Pelayo había hecho una exhibición privada de La víspera a un público de funcionarios de primer nivel, el cual celebró jocosamente el fiel retrato que hace en el filme de los entretelones de la sucesión presidencial a la mexicana. Como personaje central, hace ahí una magistral interpretación el actor Ernesto Gómez Cruz. Y entre los funcionarios presentes estaba Porfirio Muñoz Ledo, quien por cierto había sufrido en carne propia los amargos sinsabores del personaje que encarnó Gómez Cruz en esa película.

 

 

 

Otro ángulo del dato curioso es que a Porfirio Muñoz Ledo, como presidente del Congreso de La Unión, le tocó este primero de diciembre estar ubicado en el punto de parteaguas de la historia política contemporánea de México, pues recibió de manos del presidente saliente Enrique Peña Nieto, a su izquierda, la banda presidencial, para entregársela al presidente entrante Andrés Manuel López Obrador, a su derecha. O si se prefiere verlo de otra manera, Porfirio Muñoz Ledo fue la bisagra que permitió cerrar una puerta, la del neoliberalismo con corrupción e impunidad a la mexicana, y abrir otra, la de la esperanza hacia una Cuarta Transformación.