4 febrero, 2025
ROTATIVO DIGITAL

¿Cuándo vas a cambiar tú?

El cambio en México es la palabra más usada, trillada, repetida por muchos y más aún en época electoral. Casi todos los que la han usado pretenden alcanzar un cambio, pero siempre visto desde la perspectiva de que ese cambio lo hagan los demás y, el que se presume interesado, no hace nada para alcanzarlo.

 

Así es amable lector, quizá alguno de ustedes también se encuentre inmerso en esta vorágine de revolucionarios de mentira, esos que abundan por todas partes y más aún, en las redes sociales, donde creen que publicando algo que a nadie le importa, van a imponer sus ideas que cambiarán la cultura, la política, la sociedad nacional.

 

Lo he mencionado en entregas anteriores, que si quieres algo diferente, debes empezar por ti, de ahí continuar hacia tu familia, salir a la calle con los amigos, compañeros de trabajo o profesión, con los conocidos de tiempo y los recientes, en fin, que esto se vuelva un círculo virtuoso, que empiece a modificar los vicios que nos mantienen estancados como un país exitoso en todos los ámbitos.

 

Lo que predomina es el ejemplo, bien o mal, pero eso es lo que recordamos de X o Y gente que veamos; las palabras rebuscadas, dijeran los antiguos, domingueras, en el momento de oírlas son hermosas, te emocionan, pero saliendo del aula, recinto o salón, se olvidan. Lo mismo pasa si las leemos impresas en un libro, documento u hoja. En cambio, una acción que se haya visto (observado es mucha pretensión), se queda guardada, grabada en el subconsciente individual. Otro vicio nacional es el de recordar siempre lo malo y pocas veces lo bueno, ¿será porque eso se hace más?

 

Albert Einstein nos heredó una frase para la posteridad, que cobra cada día mayor vigencia: …”El mundo está lleno de idiotas, colocados estratégicamente, para que diariamente te encuentres por lo menos a uno…”. Fuerte: ¿verdad? Pero cierta.

 

Al ir caminando por la banqueta es común encontrar gente detenida platicando, obstruyendo toda la acera, la entrada a una casa, negocio, banco, escuela, etc., muchos incluso pidiéndoles permiso ni así se mueven. Se dice, y se dice bien, que pedir permiso para algo, que no debiera existir, si hubiera más sentido común y sobretodo, materia gris en muchos individuos, es decirle, quítate, muévete estúpido no ves que voy a pasar y tú ¿estás estorbando? Pero el mexicano, como siempre, entiende las cosas al revés.

 

Arriba de un auto las cosas son peores, en una sociedad con cultura es sabido que salvo donde hay semáforos o puentes peatonales, el peatón es primero, pero en un país retrasado como el nuestro, los automovilistas se sienten semidioses, no dan el paso a las personas, no respetan las señales de tránsito, no permiten que alguien estacionado se incorpore al arroyo vehicular, etc. Da un mal aspecto colocar tubos, concreto, cadenas, macetas, para señalar que en ese lugar no se deben estacionar, pero aun así, nunca falta uno de los que decía Einstein. Pequeñas acciones que dicen mucho, todo es cuestión de observar y aplicar la lógica, ya que hasta con poner pasta dental al cepillo se conoce al que es imbécil.

 

Esto por supuesto no exenta a la clase política nacional, individuos así los hay, incluso peores que el ciudadano común, en la actualidad ya no se guardan las formas, ahora el nepotismo ya parece aceptado entre quienes creen gobernar al país, integrando alguno de los tres niveles de gobierno. Desde siempre, en infinidad de ocasiones, no llega a los puestos de elección popular, es más, ni siquiera alcanza la candidatura el individuo más preparado, más capaz, probo y con experiencia; pero actualmente hay tal cinismo, descaro de estos sujetos, que postulan, promueven e imponen a sus esposas, hijos, hermanos, hijastros, amantes, secretarios, deportistas considerados ídolos nacionales, dirigentes sindicales de dudosa reputación, gente con dinero para comprar la candidatura, personas con arraigo en su municipio o región, pero neófita en las lides políticas y académicas, etc.

 

En el colmo de la desfachatez y con la única consigna de ganar o mantener el poder, los partidos políticos regalan puestos de elección popular a los que renunciaron al instituto de enfrente, porque según ellos, traen un amplio capital político, parece que se ponen de acuerdo para que sean los mismos los que solo se mueven de la senaduría a la diputación federal, de ésta a la diputación local, de legislador a alcalde, de munícipe a diputado, etc. hay gente en todos los partidos políticos que tienen más de veinte años ocupando un cargo de elección popular y como dijera Raúl Velasco, aún hay más.

 

Todo esto con la finalidad de cerrar el paso a nuevos cuadros, a los que mantienen entretenidos con algún cargo administrativo, pero sin soltarle el poder, muchas veces vicario, pero poder al fin, a los que sueñan con formar parte de ese grupo selecto y elitista que gobierna, o dijeran muchos, desgobierna a nuestro país. Porque en automático, empiezan a cometer muchas de las conductas negativas que tienen estancado en todos los aspectos a nuestro cada vez más relegado país, a nivel mundial. Con sobrada razón, porque en general, para nada un mexicano con estas conductas viciadas, es un buen ejemplo para otras naciones.

 

¿Podemos cambiar? Claro que sí, pero se necesita demasiado esfuerzo y sacrificio, que la mayoría no tiene la mínima intención de realizar. Porque el principal obstáculo es no tener la madurez de reconocer que tenemos muchos defectos, vicios que nos mantienen estancados como país. Si algún extranjero critica a México, en automático y sin reflexionar, se convierte en el enemigo principal de todos, nadie se detiene a analizar que tiene razón. A pesar de tantos años de libertad, de la infinidad de mezclas con otras razas, los mexicanos, seguimos conservando las raíces indígenas, porque somos en todo y para todo necios. Con la única excepción de que no lo somos para mejorar.