Lic. Alfredo Castañeda Flores Analista
5 febrero 2021.-Complementando mi entrega anterior, quiero aprovechar para analizar lo que sucede de manera más cotidiana en la mayoría de las universidades públicas de nuestro país, en el día a día, aunque de hace diez meses a la fecha, se esté haciendo de manera virtual, que ha resultado peor.
Así es, amable lector, al interior de las universidades también hay corrupción, este cáncer no es solo privativo de otros empleos, cargos o áreas de la administración, la corrupción no es solo acción, también se integra por la omisión y ésta resulta aún peor.
La omisión es más peligrosa porque es silenciosa y difícil de probar a simple vista, aunque claro que hay excepciones, la búsqueda de alcanzar una posición de dirección, dentro de una facultad, de un campus, o de la universidad, sin tener la debida preparación para desempeñar dicha encomienda, es corrupción. Y desafortunadamente, eso es tan común en los distintos cargos directivos, ocupándolos la gente más fácil de manipular, de corromper, de responder a los intereses de los de arriba, los que también son similares, pero los que los imponen son externos a las universidades. (Gobernador, secretarios estatales, diputados, etc.)
Esto y más va formando la cadena de corrupción y complicidad entre pares, porque entre ellos se conocen y la gente con vicios, defectos y escasa capacidad carece de liderazgo, por lo mismo, no tienen la calidad moral ni humana para obligarlos a cambiar las prácticas nocivas que tanto lesionan a la institución educativa y afectan a la comunidad universitaria. Esas acciones van desde algo insignificante, hasta delitos graves, que por desconocimiento, miedo o temor, no se atreven a denunciar los afectados.
Para nadie es un secreto que hay profesores hombres que, aprovechando su posición de líderes de alguna asignatura, cometen abusos en contra de alumnas, para dejarlo claro, por una amenaza de poderlas reprobar, las obligan a tener relaciones sexuales con ellos. Ahora con la presunta libertad sexual, los jóvenes también son forzados por los docentes homosexuales, ahora ya no es privativo de un sexo, actualmente ambos sufren de acoso y abusos que van más allá de un aula universitaria, lo mismo sucede con las catedráticos lesbianas, que se “enamoran” de algunas alumnas. Sí, suena extraño, pero la realidad supera a la ficción. Tanto hombres y mujeres heterosexuales, como homosexuales, lesbianas y bisexuales, utilizan su calidad de profesores para dar rienda suelta a sus bajas pasiones y perversiones sexuales ocultas. Y eso sí es grave, porque en lugar de que sea una institución formativa, como se supone deben ser las universidades, se convierten en escuelas de vicios y promiscuidad, además de conductas traumáticas para verdaderos hijos de familia.
Muchos padres se confían en que al ser sus hijos mayores de edad, en esta etapa estudiantil, no pueden intervenir en su educación, pero no es correcto, claro que se puede acudir a la universidad a preguntar cómo va la educación de sus hijos, nada se los impide, pero esto es una desinformación. Hay otros que de plano no les importan sus hijos, ni lo bueno o malo que les pueda ocurrir durante sus estudios.
A otros, tanto hombres como mujeres, les encanta el chisme y las intrigas de pasillo, tienen a sus antenas entre los alumnos, esos que son iguales a ellos y entre mediocres se identifican, entonces esos sujetos se dedican a comunicarle todo lo que se hable de ellos y de sus materias, sobre todo lo malo, esto también es peligroso porque, se afecta a la gente, por comentarios fuera del aula, que va desde reprobar la materia en cuestión hasta, incluso, llegar a repetir materia, semestre o ciclo escolar, hasta ese grado puede conducir la necesidad de información de la gente carente de seguridad, valores, llena de infelicidad, fobias, traumas, complejos, resentimiento por lo que quizás, les tocó vivir durante su etapa estudiantil.
Otros se van por el aspecto económico y dádivas, de plano, vía algún testaferro, de esos alumnos que comúnmente se les conoce como barberos, piden botellas de vino o cierta cantidad de dinero entre todos los alumnos de cada grupo. A ese grado llega el cinismo de algunos mal llamados catedráticos universitarios.
Ahora con la nueva forma de impartir clases, que en realidad es una farsa, porque la mayoría no saben usar la tecnología o fingen no saberlo y no lo hacen, la situación se torna peor, sobre todo de aquellos que son los únicos que imparten determinada materia y por consiguiente, todos, tienen que pasar por sus manos, se portan groseros, gritan, insultan, a los alumnos, quizás porque no están acostumbrados al uso de las plataformas digitales, quizás porque es su verdadera personalidad y los padres no los conocemos, quizás porque su capacidad emocional está en duda, etc., al respecto, considero que al ser la educación una etapa importante para los que serán los futuros dirigentes de cada generación, se les debería exigir, a los que intentan trabajar en las universidades, un certificado sicológico que acredite fehacientemente la capacidad mental del interesado, porque de lo contrario, seguiremos mandando a nuestros hijos a sufrir vejaciones, maltratos y cosas peores de individuos malsanos, corruptos y mediocres. Padres de familia, mientras nuestros hijos no vuelen de nuestro lado, tenemos la responsabilidad de mantenerlos vigilados, no dejarlos con tanta libertad que en un futuro les puede afectar, y mucho menos en lo educativo. Pongámonos alerta.