15 mayo, 2025
ROTATIVO DIGITAL

¿Conoces a tu diputado?

En tiempos de Juárez, las autoridades no estaban tan sometidas a la presidencia. Había poco presupuesto, mucha rotación en los cargos, poca gente en el gobierno. En 1861, para unos ocho millones de habitantes, había en el sector público no militar menos de quince mil personas. (La población es ahora doce veces mayor, la burocracia doscientos cincuenta veces mayor). Entraban y salían ministros, que duraban cuando mucho uno o dos años, por lo general meses, a veces semanas. Hasta se iban por su iniciativa: porque se fastidiaban de no obtener los consensos o recursos necesarios para los proyectos del ramo.

Eran como notables que actuaban por su cuenta, y a los cuales no les faltaba que hacer, fuera del cargo. Renunciaban con facilidad. Entre el presidente, los ministros, los diputados, los magistrados, había cierto espíritu parlamentario, más o menos igualado, como de miembros de un club (con todos sus chismes): un club de abogados que estaba a cargo del país.

En 1861, Vicente Riva Palacio rechazó el ministerio de Hacienda que le ofreció el presidente Juárez, porque en ese momento tenía más interés en escribir obras de teatro y colaborar en La Orquesta, periódico omniscio de buen humor y con caricaturas. Aceptó ser diputado por el distrito de San Gabriel, pero después de publicar esta quintilla:

Lo de San Gabriel es grave,

y no sé si acepte yo

para el congreso la llave

de un distrito que no sabe

ni qué madre me parió.

En el porfiriato, la población casi se duplicó, pero el sector público casi no aumentó. Lo que aumentó fue el control presidencial sobre todas las autoridades. El país se fue quedando a cargo de una sola persona, no de un club de notables.

Victoriano Salado Álvarez, que aceptó ser diputado en 1902, recuerda en sus Memorias: me parece que yo representaba al distrito electoral de Magdalena, Sonora, tumba del padre Kino y cuya tierra no he visto y seguramente no veré en mi vida. También recuerda quien lo eligió: el ministro de Hacienda José Ives Limantour lo recomendó a don Porfirio. Todo el mundo sabía que llegaba por elección de Cadena 8 (donde vivía Porfirio Díaz; que era como decir: Los Pinos), frase que corría de boca en boca; muchos confesaban que su patrono había sido tal o cual ministro, gobernador o personaje de polendas.

En los tiempos del PRI, el control porfiriano se volvió monopólico; el Estado como único patrón para una multitud de empleos, vocaciones, especialidades, carreras, con un mercado escaso en el sector privado. El sector público federal no militar llegó a tener más plazas en México que en Estados Unidos: casi cuatro millones.

En 1985, Luis Gutiérrez publicó la siguiente conversación entre dos diputados del PRI, cuyos nombres salen sobrando:

–¿Vieras? Me siento agobiado, cansado. Estoy tenso a causa de tantas llamadas telefónicas, apapachos, apretones de mano, abrazos, citas a comer, a cenar, a tomar café, con chicas, a beber…

–A poco…

–Sí, te lo juro. Ya casi es imposible para mí salir a la calle como cualquier ciudadano común y corriente. Me abruma tanta gente. Me está asfixiando la popularidad. La verdad es que estoy buscando un lugar donde no me conozca nadie.

–Ya sé: ¿por qué no vas a tu distrito?

El diálogo termina a carcajadas.

En los tiempos que llegan, algo empieza a cambiar. En 1988, la sorpresa fue mayúscula: muchos diputados desconocidos en sus distritos fueron eliminados. Ya han surgido movimientos con el fin de proteger esta especie en peligro de extinción, pero no parece fácil. Los fraudes electorales se vuelven cada vez más costosos ante la opinión pública internacional. Y hacer que los diputados realmente se ganen el voto de abajo, no el de arriba, también tiene peligros: es permitirles que sean dueños de sus propias bases, que adquieran fuerza por sí mismos.

Para que un diputado sea controlable desde arriba, no es bueno que llegue representando la voluntad de su distrito: puede ponerse exigente, complicar el proceso legislativo, salir con iniciativas locas que hagan perder mucho tiempo o, peor aún, se aprueben, con resultados incalculables. Mejor que llegue por elección de Cadena 8, y que sepa a quién le debe la curul.

¿Crees que esto ha cambiado? No, solo cambió la ubicación de quien los designa o recomienda.