Recientemente leía un artículo por demás interesante publicado por el economista Luis Pazos donde manifestaba que muchos ciudadanos, empresarios y gobernantes solo consideran los efectos a corto plazo de las decisiones que toman, sin evaluar sus consecuencias a mediano y largo plazo, al citar a Henry Hazlitt en su libro “Los fundamentos de la moral”, algo que sin lugar a dudas ocurrirá en nuestro país a raíz de la reciente reforma fiscal del Ejecutivo, el cual aumentará ingresos y le permitirá gastar más a corto plazo, pero a mediano y largo plazo reducirá la creación de empleos productivos, del crecimiento económico y los atractivos para que inversionistas extranjeros vengan a crear más empresas y empleos en México.
Se trata con esta medida dice Luis Pazos en su interesante columna, pues manifiesta que el gobierno con nuevos impuestos selectivos y el aumento de tasas puede resolver un problema de flujo y obtener a corto plazo más recursos para mantener un gasto creciente y tapar los hoyos que en los dos sexenios pasados dejaron varios gobernadores, que se endeudaron irresponsablemente y desviaron recursos, y así evitar un aumento desmedido del déficit presupuestal, pero a costa de abandonar la reforma fiscal que necesita México.Y es que con esta reforma, dígase lo que se diga, el Ejecutivo primero fijó una meta de gasto y después buscó aumentos de impuestos para alcanzarla. Lo correcto, como lo manda la Constitución en su artículo 74 fracción IV, es limitar el gasto a los ingresos reales esperados. Por ello el Congreso primero aprueba la ley de ingresos y con base en esos ingresos el presupuesto de egresos o gastos.
La mayoría de los nuevos impuestos y mayores tasas inhiben la inversión, el empleo y el crecimiento. Aumentar el Impuesto Sobre la Renta del 30 al 32%, que se traduce en impuestos reales de alrededor del 40% para muchas empresas, reduce la capacidad de inversión a empresas pequeñas, medianas y grandes.
Dentro de las bondades de esta nueva miscelánea fiscal se habla del Seguro de Desempleo, una política fácilmente vendible para quien no hace un análisis de costo-beneficio es la del seguro de desempleo, que implica que quien pierda su empleo reciba dinero de nuestros impuestos a través del Estado. Los que trabajan transfieren recursos a los que no trabajan. Para unos implica solidaridad social y, según algunos economistas, ayuda a sostener un nivel de gasto que evita una baja en la actividad económica, pues los desempleados teóricamente no tienen ingresos ni gastos.
El primer problema del seguro de desempleo es definir a quiénes se les considera desempleados, concepto variable y subjetivo. El segundo, identificar que los considerados desempleados lo estén realmente, para lo cual se necesita un ejército de supervisores, pues muchos de los que aplican al seguro de desempleo tienen un empleo informal difícilmente detectable. Implementar un seguro de desempleo implica cuantiosos recursos para armar un aparato burocrático que identifique, apruebe, distribuya y supervise que el dinero llegue realmente a desempleados que carecen de recursos para subsistir.
Si en los países desarrollados, con mayor organización y recursos fiscales esa política es una carga que presiona el déficit público, qué podemos esperar en un país donde el ingreso fiscal/PIB es la mitad que en aquellos. Entre más pobre es un país, más desequilibrios causa en sus finanzas ese tipo de programas. En cuanto a los programas llamados sociales para los más pobres, los únicos que funcionan aquí y en China son los que crean las condiciones para que en las zonas de mayor marginalidad se creen fuentes de trabajo. Todos los demás programas sociales son burocrático-electoreros que no combaten la pobreza estructuralmente.
En México no se requiere un seguro de desempleo, sino más empleos, para lo cual son necesarios mayores niveles de inversión, que se verán reducidos al destinar recursos a organizar la burocracia para dispersar y entregar el seguro de desempleo. Un seguro de desempleo aumenta los índices de desempleo y baja la productividad.
Otra de las grandes bondades de esta miscelánea lo son los impuestos a refrescos, botanas, dulces y chocolates, entre otros alimentos, los justifican la mayoría de los legisladores porque causan obesidad y son precursores de enfermedades. Es cierto, si se consumen en exceso, pero lo mismo pasa con el 90% de los alimentos básicos en la dieta de la mayoría de los mexicanos: tacos de cochinita, tortas de jamón y queso, pan, huevos, carne de res, de pollo, leche y tortillas, los que generan obesidad si se consumen en exceso. Al igual que las bebidas con azúcar en exceso generan diabetes, comer productos derivados de animales sube el colesterol, tapa las arterias y produce enfermedades del corazón.
Es loable todo esfuerzo para reducir enfermedades asociadas a una mala nutrición y a excesos en el beber y comer, pero en ningún lugar del mundo se ha mejorado la salud de los ciudadanos poniendo impuestos a los alimentos con un alto contenido de calorías o de grasas animales. También los excesos en el consumo de la mayoría de las medicinas producen efectos dañinos al cuerpo, por lo que se les podría ocurrir a algunos legisladores que con ese pretexto les pongan un impuesto especial.
El aumento de impuestos no implica un incremento equivalente en la recaudación, llega el momento en que a mayores impuestos menor recaudación. Una economía, sin que otras condiciones cambien, que crezca al 6% con impuestos bajos recauda más que otra que crece al 2% con el doble de tasas de impuestos.
El éxito del crecimiento de economías como la chilena, con un bajo Impuesto Sobre la Renta y alto impuesto general al consumo, es que hace más atractiva la inversión que el consumo. En el 2013 dicha economía crecerá tres veces más que la mexicana. Al aumentar los impuestos a empresarios, los inversionistas internacionales reducen su interés por crear empresas y empleos en México.
En síntesis aumentar impuestos no es una Reforma fiscal estructural solo una miscelánea fiscal recaudatoria, México necesita para crecer y crear empleos productivos más inversión privada, no más impuestos ni más gasto público, desgraciadamente esta puñalada al pueblo se ha consumado, se aprobó la homologación del IVA en las fronteras al 16%, con lo cual menos oportunidad tendremos de competir ante ese monstruo económico que tenemos como vecino, nuestras mascotas también tendrán que comenzar a apretarse el cinturón porque también pagarán impuestos en sus alimentos y con el petate de que hace daño para la salud el refresco, lo cual no dudamos pero sí fue un buen pretexto para aplicar un nuevo impuesto, ahora se establece un 5% en alimentos con alto contenido calórico y 1 peso por cada litro de refresco, como te quiero México.
El costo político para el partido en el poder será muy alto, y difícil se antoja un éxito del PRI en el próximo proceso federal de 2015, a nadie le gusta que le aumenten los precios, y así será con el pago de nuevos impuestos.
Desgraciadamente no entendemos para qué se quiere más, cuando nos damos cuenta la gran cantidad de recursos que son tomados por diversos gobernantes en turno de cualquier lugar de nuestro país. Constantemente vemos en las noticias inicios de procedimientos en contra de nuestros gobernantes por abusos al erario público, cuando los medios nos informan sobre el destino de estos dineros que en muchos casos va a cuentas particulares en otros países, o a la construcción y compra de casas, vehículos, aviones y todo tipo de excesos por parte de gobernantes y hasta líderes sindicales que aprovechan estos puestos para sacar tajada.
Ya veíamos la denuncia que se hiciera al alcalde de Tacámbaro Octavio Aburto Inclán en días pasados y donde se informaba de las compras de este que rebasaban lo que pudiera ganar, y recientemente este afirmó en la sesión de Cabildo del pasado martes que no son 3, que son 7 las propiedades con las que cuenta, ahora ya todo queda en manos de la Auditoria para que estos investiguen si cuando realizó su declaración están ya existían o como las adquirió y el pueblo de Tacámbaro este informado. De igual forma los exagerados gastos que tenía en comidas en la capital del Estado, lo que no iba de acuerdo a lo por el manifestado en el sentido de que no existía dinero en las arcas del municipio y que implementaba un plan de austeridad en el que inclusive además de funcionarios, donaban un día de su sueldo para gastos de apoyo a tacambarenses de escasos recursos.
Pues la historia parece haber entrado en un aletargamiento una vez que fuera retirado el plantón que impedía el funcionamiento de varias áreas del gobierno municipal, luego de la hábil maniobra del representante del gobierno del Estado que supo con el colmillo político que tiene chamaquear a los inconformes (como comentará un buen amigo) y hacerlos desistir de la toma lo que constituyó un triunfo para el edil, que dicho sea de paso se ausentará hasta por 15 días en el cargo para atenderse en su salud, vaya que este puesto sí es desgastante.
Se señala que ya fue presentado todo el expediente ante el Congreso del Estado para que se ordene una auditoría, pero se antoja que esto tomará demasiado tiempo, otra cosa hubiera sucedido si como condición para levantar el plantón se hubiera solicitado la auditoria, júrelo que a estas alturas ya estaría iniciando.
En fin veremos cómo termina esta situación, lo que sí es evidente que cada vez que nos aumentan los impuestos, nos hacemos la misma pregunta, ¿vale la pena que paguemos cada día más dinero a nuestro gobierno que sigue tolerando estas conductas y en un buen número de casos son investigados y los que se investigan, rápidamente una vez que pasa el tiempo son dejados en libertad por irregularidades en los procedimientos legales?…hasta aquí mi comentario, mi correo electrónico licsebpastrana@yahoo.com o sígueme en facebook en Sebastián Pastrana Ferreira y en twitter como sebastianpastr3.