21 diciembre, 2024
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Científicos exigen políticas públicas específicas para proteger el bosque mesófilo de montaña

No obstante la importancia hídrica del bosque mesófilo de montaña (BMM), y la escasez de agua dulce en todo el planeta, los gobiernos no operan acciones de manejo adecuadas para este ecosistema altamente vulnerable a las presiones antropogénicas, por lo que se consideran necesaria la formulación de políticas públicas que favorezcan su conservación ante el cambio de cobertura y uso del suelo.

 

Así lo concluyeron científicos de México y Colombia, al realizar un estudio multidisciplinario de este importante ecosistema, y recomendar que en los modelos de cambio climático se incluya la vulnerabilidad antropogénica además de las variaciones climáticas. En el trabajo participaron Alberto Gómez-Tagle, docente investigador del Instituto de Investigaciones sobre los Recursos Naturales de la UMSNH; Dulce María Rosas Rangel y Manuel E. Mendoza, del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM, campus Morelia, y Conrado Tobón Marín, Facultad de Ciencias Agropecuarias, de la Universidad Nacional de Colombia.

 

La investigación se realizó dentro del proyecto de investigación Evaluación espacio-temporal de valor hidrológico de un bosque mesófilo de montaña, auspiciado por el programa PAPIIT clave IN107016, con apoyo de una beca doctoral del Conacyt, y una beca sabática de la UNAM. En la investigación, se presenta una revisión bibliográfica de los estudios realizados en México mediante búsquedas específicas y especializadas en buscadores académicos (Web of science, ScienceResearch, Academia.edu y Google scholar).

 

Los científicos explicaron que la ecología es una de las principales líneas de investigación abordadas en los BMM, como la riqueza florística mediante la descripción de los componentes arbóreos, estructura y composición; la riqueza de especies animales por unidad de superficie; y la fragmentación de bosque por procesos antrópicos o naturales, y consecuentemente con los procesos de sucesión secundaria y restauración ecológica.

 

El trabajo multidisciplinario elaborado recientemente ayuda a entender el funcionamiento ecohidrológico del BMM. Sin embargo, se identificó que no hay grandes trabajos de investigación en este tipo de ecosistemas, y, de hecho, en México, faltan áreas geográficas por estudiar, como la Sierra de Guerrero, Sierra de Tenzo, Puebla; Sierra de Mil Cumbres, y Sierra sur de Michoacán.

 

Explicaron que, en 2017, en algunos bosques mesófilos se descubrieron nuevos géneros de arácnidos y nuevas especies de plantas, pero los modelos indican que podría desaparecer antes de poder descubrir toda la riqueza biológica y entendamos su funcionamiento hídrico.

 

Los trabajos de investigación en áreas como la Edafología y la Ecohidrología también son muy escasos y de pocas localidades en México, por lo que los expertos exhortaron a la comunidad científica dirigir sus investigaciones en estos temas en zonas con BMM.

 

Los bosques mesófilos de montaña son ecosistemas que se caracterizan por el nivel de estratos arbóreos, abundantes helechos y epífitas. Esta formación vegetal se encuentra en forma de relictos en algunas de las cañadas del país, por lo que es importante conservar este ecosistema que ocupa menos de 1 % del territorio nacional, y que tiene un alto valor ante la escasez de agua y la pérdida de los bosques.

 

Su importancia ecológica radica en la alta diversidad de flora y la presencia de especies endémicas en peligro de extinción que funcionan como cubierta protectora para evitar la erosión. Y su importancia hidrológica en la presencia de lluvias y nubosidad, neblina o niebla durante gran parte del año que reduce la incidencia de radiación solar disminuyendo las salidas de agua por evapotranspiración.

 

Los científicos concluyeron que, al aporte de precipitación por lluvia, se suma la precipitación horizontal de la niebla interceptada por el dosel, que es la parte superior arbolada de bosque.

 

El término bosque mesófilo de montaña (BMM) lo utilizó, por primera vez en 1947, Faustino Miranda, quien se refirió a un tipo de bosque en la cuenca del río Balsas que se desarrolla en el mismo piso altitudinal del encinar, pero en condiciones de humedad más favorables. El término fue aceptado hasta 1978 cuando Jerzy Rzedowski, lo extendió a todo el territorio nacional. Los primeros estudios botánicos de un BMM fueron publicados por Gómez-Pompa en 1966 para Veracruz, y en 1983 fue publicada la primera descripción florística de un BMM para el estado de Tamaulipas.

 

Hasta 1993, durante el simposio de bosques tropicales nublados de montaña en Puerto Rico que se consolida la definición más aceptada sobre este ecosistema, también llamado “bosque nublado” (Tropical montane cloud forests).

 

El BMM es sumamente importante por los servicios ecosistémicos que proporciona, como la regulación del clima, la producción de agua y de alimentos. Su distribución es limitada como consecuencia de las condiciones climáticas y geofísicas específicas para su desarrollo. Actualmente se presentan en forma de islas ecológicas de vegetación húmeda rodeadas por comunidades subhúmedas, como el bosque de pino y encino en un intervalo altitudinal que va de los 600 m a los 2700 m snm. El BMM tiene una fuerte presión de carácter antropogénico, principalmente la tala ilegal, expansión de cultivos de frutales y agrícolas; esto reduce la infiltración en el subsuelo y la captura de agua por precipitación horizontal.

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