Por estos días se aparece con mayor intensidad en mi mente la imagen de mi padre y su acciones; él era un viejón que supo ganarse la amistad de cuantos lo rodearon porque tenía ese gran don de saber ser amigo y una habilidad para entablar conversaciones agradables, aunado a su carácter de hombre honrado a carta cabal; eso lo denotaba en sus límpidos ojos azules como el cielo a través de los cuales emanaba esa luz que no a todos les da Dios, la luz de amistad y la sinceridad y entregarla sin condición, aun cuando muchas veces fuera traicionada.
ÉL dedicó su vida al noble oficio de la albañilería y lo hizo con pasión. No pocas veces nosotros, su familia, pasamos privaciones cuando hacía trabajos sin siquiera pedir un adelanto o, por lo menos, darle valor económico a su obra; él creía firmemente en la generosidad de la gente, desgraciadamente algunos que le encomendaron trabajos no siempre pagaron lo justo y en tiempo y forma, pero don Chano era feliz, nunca le guardó resentimiento por eso u otras cosas a nadie, él no fue enseñado a odiar.Como buen hijo de campesino amaba profundamente al bosque; aunque buena parte de nuestra infancia no tuvimos casa propia, él gozaba como si fuera suya la naturaleza y recuerdo aquellas intensas caminatas por “El Cerro”, a veces con el pretexto de ir a los hongos en tiempo de aguas, otras de ir a “la leña” en tiempo de “secas”. Los llanos de “Güipio”, de “El Rebocero”, de Santa Juana, el “Cerro del Frijol”, si hablaran, dejarían constancia de lo dicho; lo cierto es que a golpe de huarache caminábamos distancias enormes, solo nos deteníamos para calentar, en las brasas de las barañas, las “aguacatas” que, por la mañana, mi madre nos había preparado y que devorábamos con avidez…
…Ya en la tarde, al caer el sol, llegábamos con un tercio de leña cada quien y con un gran cansancio que prácticamente “nos muriamos” y… despertar al día siguiente, prestos para ir a la escuela a prepararnos para enfrentar los retos del futuro y además contentos de acompañar al autor de mis días en esas travesías que, aparte, nos llenaban de experiencia, y no era poco: el saber distinguir el silbido de un gorrión al de una calandria, el de una conga al de un jilguero, escuchar de cerca el zumbido de un colibrí, distinguir un hongo venenoso a un comestible; tomar agua de la copa de un árbol, utilizando como cuchara una hoja seca de encino y, lo más hermoso, ¡guiados por la mano y la experiencia de ese sabio que era mi padre!
Recuerdo aquellas interminables horas que pasábamos en “El Chorrito”, riachuelos que se formaban en los bordes de “El Cerro Blanco” en tiempos de lluvias, días en que, a primera hora, ya estábamos buscando popotes para los papalotes de octubre, o bien las aromáticas estrellas, unas hermosas florecillas silvestres de la temporada que engalanaban el ambiente, perfumándolo con su fragancia tan característica que ahora nos llena de nostalgia; ya cuando calentaba más el sol ¡”a nadar se ha dicho!, a zambullirnos en el agua a “calzon quitao”, porque en ese tiempo el peculio familiar no estaba como para comprar trajes de baño, luego nos esperaban las afiladas tijeras que mi padre previamente llevaba para cortarnos el pelo a “casquete corto” para así evitar el “cabrón piojero”, decía…
…Parece que fue ayer cuando caminábamos entre el mar de gente de la plaza a la Basílica a saludar a “La Guarecita de La Salud” en su fiesta patronal; yo, tomado de su mano, deseando comprar todo lo que veía en los “puestecitos”, percibiendo los aromas de las enchiladas placeras, de los nostálgicos “Kekis” y churros, de las guayabas que se esparcían por las calles empedradas; el indeterminable pregón de los vendedores de toda suerte de baratijas y novedades, las luces multicolores de los juegos atracciones electro-mecánicas, el olor a pólvoras de los fuegos de artificio… cuando mis pies de niño ya no aguantaban más me esperaba el fuerte “cogote” de mi padre que me hacía sentir como un gigante entre el romerío…
Don Chano: hace trece años que emprendiste el viaje sin retorno, el camino a la eternidad… como buen conocedor de los secretos del corazón y sus caminos, sabes que aunque físicamente no estés con nosotros, vives en el recuerdo, habitas en nuestros corazones, porque tú y Carmelita sembraron cariño y amor y… esto germinó en buena tierra… Seguiremos el camino trazado porque su ejemplo es luz y su recuerdo es vida…
chanoprd@hotmail.com