23 enero, 2025
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Caja Morelia-Valladolid trata como delincuentes a socios de Opopeo

Una familia de artesanos de la comunidad de Opopeo, del municipio de Salvador Escalante, denunció que una entidad de ahorro y préstamo les embargó 75 sillas artesanales producto de semanas de trabajo, por lo cual se han adherido a la Coordinadora Patzcuarense en Defensa del Patrimonio Familiar, con sede en esta localidad, para gestionar que les sean devueltas.

El padre y la madre de dicha familia contaron que en dos ocasiones la empresa Morelia Valladolid acudió a su domicilio y con el apoyo de la policía “se metieron a nuestra casa y nos trataron como si fuéramos delincuentes”.

En la primera ocasión, “se llevaron 35 sillas por un préstamo que pidió un conocido de nosotros en el cual mi esposa es el aval”, detalló el jefe de familia, quien se dedica a la elaboración de dicho producto artesanal.

La segunda vez, agregó, “nos volvieron a embargar 40 sillas, dos televisiones, un DVD y dos mesas de comedor, por un préstamo que nosotros mismos pedimos pero que no pudimos ya pagar porque tuve que hacer gastos médicos ya que me enfermé del corazón”.

“Cometieron una injusticia porque nunca nos hemos negado a pagar, solamente pedíamos que nos esperaran un poco para cubrir el préstamo”, afirmó el artesano.

Señaló que en una de la ocasiones “los licenciados de la caja, acompañados de policías se metieron a nuestra casa por la barda de atrás para sacar las sillas, y asustaron a nuestros tres hijos que son menores de edad”.

“Siento impotencia, rabia, por la prepotencia y la injusticia que se cometió en contra de nosotros; la caja no se presta al diálogo”, dijo.

Aseguró que dichas sillas tienen un precio en el mercado de alrededor de 200 pesos por pieza e implicaron semanas de trabajo, “incluso eran un pedido que nos habían hecho, o sea ya teníamos el trato para venderlas”.

Refirió que su familia se sostiene de la venta de sillas que él fabrica de forma artesanal, como la mayoría de los habitantes de la mencionada localidad.

Después del embargo, aseveró, “tuvimos que conseguir dinero para comprar la materia prima que se requiere para hacer más sillas y venderlas para tener dinero para mantener a la familia”.

“Cuando acudimos a solicitar el préstamo en la caja nos hablaron muy bonito, nos dijeron que nosotros seríamos socios, que ahí lo que importaban eran las personas, pero ahora vemos que a ellos lo que les importa es el dinero y no cómo la estemos pasando nosotros”, lamentó.