Dr. Tayde González Arias ANALISTA
4 ABRIL 2023.-El sistema político en muchos países de América latina está agotado, y aunque son muchos los autores los que han escrito desde hace tiempo sobre el tema, considerando factores diversos que van desde el nepotismo hasta las condiciones económicas, lo cierto es que nuestras incipientes democracias han estado marcadas por una serie de pseudolideres que lo mismo han llegado al poder como los más grandes defensores de la democracia, y se han perpetuado o querido perpetuar al puro estilo comunista, totalitario o fascistas, como en las más oscuras etapas de la historia de la humanidad en ésta misma región del mundo, del medio oriente o Europa, por ejemplificar.
Cuando algunos creíamos superados los terribles actos contra la humanidad, sí, esos que nacieron por el odio de un ser humano a otro, por motivos como el color de piel, la diferencia religiosa o las creencias, así como la diversidad de pensamiento étnica o sexual, se vuelve a descubrir al hombre malvado, al ser sin piedad, a la más miserable parte del hombre que se deja comprar por unos pesos o que vive en la miseria siendo un magnate.
En este tiempo, en que la duda cabe en casi todas las mentes, cuesta trabajo no creer que enfermedades y males que aquejan al mundo como el covid u otras enfermedades no fueron creadas por el mismo hombre para acabar con sus iguales y dejar de preocuparse (si es que alguna vez lo han hecho) por el hombre a pie, el hombre pobre por no tener dinero, el hombre honrado, que aunque se mate trabajando de buena manera, jamás podría pagar medicinas para él o su familia y poderse curar. Las otras teorías que apuntan que los virus son creados por los que tienen la sartén por el mando en el ámbito económico, es decir, lo que tienen para pagar dichos experimentos, siendo que al salirse de las manos todo el mal que quieren hacer también terminan muriendo, no es tampoco tan descabellado.
Muchos políticos del mundo que fueron electos para representar a su gente, siguen con una deuda pendiente porque no supieron hacer frente a los grandes males que afectaron a su gente, y aunque algunos siguen siendo pagados por los impuestos de los sus gobernados y otros ya se fueron de los cargos, no se sabe nada de que alguien sea juzgado por su negligencia en su actuar, y lo único a lo que nos hemos enfocado es a decir que nos tomó a todos por sorpresa y que no se sabía cuál era manera, a pesar de que a lugares como el nuestro nos tomaron como conejillo de indias, al ser nosotros la población en la que usaron prácticamente todas las medicinas habidas y por haber.
El populismo nos ha inundado tanto y lo hemos aceptado de tal modo que hoy hay quienes creen que el Presidente de una nación es bueno si da dinero, si le da becas a los adultos mayores, que trabajaron toda una vida y por justicia deben recibirlo, o los que creen que se debe reelegir y aceptar sin titubear lo que haga y diga el mandatario que deposita mensualmente dinero a los jóvenes sin pedirles que vayan a la escuela y se esfuercen para alcanzar un buen promedio, y sólo reciban sin que se reconozca lo importante que es inculcar a la juventud o los niños que para que se reciba algo se debe ganar.
Lo caduco de los sistemas políticos radica en eso, en lo rancio de los políticos que participan, en lo oscuro en cómo se manejan los partidos políticos y la debilidad de las instituciones que cuando se le da la gana al gobierno en turno quita y pone, sin reconocer lo valioso de la carrera profesional en la administración pública de los tres niveles de gobierno.
Lo que pasa en países como Perú, cuya presidencia ha quedado en múltiples ocasiones acéfala, en Venezuela, en donde se detienen a los opositores al régimen actual, en Nicaragua en donde se persigue hasta a los religiosos o en México en donde se premia a sujetos como el presidente de Cuba, que mantiene a su pueblo con un pie en el cuello, da muestras de que tener el poder en una sola persona no es tan sabio, debido a que naciones que han optado por el parlamento y que son de mucha más reciente creación han alcanzado un desarrollo a nivel global, no sólo envidiable por sus avances tecnológicos, educativos o de salud, sino porque son más las voces las que debaten y se ponen de acuerdo o siguen el debate, pero nunca se opta por poner todas las riendas de sus países en personajes cuyo coraje les domina o la ambición les absorbe.