El estado que guardan las cosas en el aspecto político en nuestro país es de sumo dinamismo, debido al ingreso del nuevo gobierno y desde luego al desconocimiento o la falta de claridad que en materia de política interna ha de seguirse. Preocupan varios temas, y entre otros uno de ellos es de suma delicadeza su trato, nos referimos al asunto de la autonomía y soberanía de los Estados o entidades, que suman el pacto federal, pues se ha hecho público y se han nombrado a figura que se han denominado por algunos como “súper delegados”.
Al margen de la ley, no se puede más que reconocer la función estricta de los gobernadores en cada uno de los estados de la República Mexicana, como autoridades máxima, una vez que para ello fueron electos, mediante la voluntad popular, a través del sufragio de los ciudadanos, por lo que no se puede alterar ni se debe tratar de alterar en respecto de la potestad de la ley les confiere, no puede existir estrictamente hablando, con la ley en a mano, otra figura que contravenga a los ejecutivos estatales.
Si lo que se desea es acabar con la corrupción o con actos deshonestos en las entidades, se deben reforzar las instituciones encargadas de esas tareas, pues han sido creadas para ello y en sus funciones recae el correcto funcionamiento de las cosas en todo el país. La creación de la fiscalía anticorrupción y el nombramiento sin intereses políticos o sesgo alguno de su titular, es una acción pertinente y objetiva, antes que nombrar a figuras en cualquier parte del país que pudiera poner en riesgo el pacto federal y las soberanías estatales, del mismo modo la buena funcionalidad de la Secretaria de la Función Pública, así como de la Auditoria Superior y las auditorías estatales, pues su labor es, entre otras cosas, y sobre todo, el adecuado uso de los recursos en los municipios, los estados y la federación.
No hace falta crear nuevas figuras en las delegaciones estatales, sino que los cargos que se confieran sean a las personas correctas y que las instituciones se dediquen enteramente al estricto cumplimiento de sus funciones, así como el servicio a la ciudadanía.
A la fecha, algunos gobernadores (como el caso del Gobernador de Chiapas), con bombo y platillos han recibido a los delegados que tendrán funciones extraordinarias, lo mismo que aquellos afines al partido en el poder, sin embargo otros ( Silvano Aureoles Conejo), no, incluso los diputados de la fracción priista se han posesionado por la controversia constitucional, una vez que consideran que según la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, no consideran la creación de figuras con poderes semejantes o parecidos a los de un gobernador, lo que es cuerdo y cierto.
El gobierno federal debe caminar por el sendero del dialogo, por la concordia y el respeto, y antes de generar cualquier agravio a las comunidades, los municipios o los estados, debe considerar que la división de poderes en las demarcaciones estatales, no es cosa menor y antes ha de proporcionar las herramientas para el trabajo conjunto y no el encono, la separación o molestia de las autoridades locales.
Lo grave del desacuerdo entre gobiernos municipales, estatales y federales es que los que siempre van a perder son los ciudadanos o los gobernados, por eso, es mucho mejor contar con una buena relación en los tres niveles de gobierno.
Es momento de privilegiar el dialogo para lograr el entendimiento, pues una vez que los gobiernos entran en funciones, ya no representan únicamente a sus partidarios, sino a todos los habitantes de la comarca.
Es preciso comprender que gracias a que se va comenzando un periodo de gobierno, se puede diseñar un proyecto en común, en donde los que ganen sean los hombres y mujeres del país, se deben poner de lado los intereses personales, y tampoco se puede gobernar bajo amenaza de la desaparición de poderes o de quitar recursos si no se aceptan las instrucciones del gobierno de la República, pues no fueron electas las autoridades actuales con ese fin, sino con el objetivo de que todos “jalen parejo” , por el bien del país y para sacar adelante el barco que se está hundiendo.