4 marzo, 2025
ROTATIVO DIGITAL

ARENA SUELTA. QUEDATE EN CASA…

Dr. Tayde González Arias

La prevención es, sin lugar a dudas, la práctica por excelencia que para evitar el contagio de cualquier enfermedad, una persona debe practicar. Tomar todas y cada una de las medidas por adelantado para no sufrir cualquier daño, peligro o riesgo, nos podría salvar de encontrarnos al borde de la muerte, y es el principio de la buena o la mala vida.

La mayoría de las enfermedades se podrían prevenir, y aunque hay un grueso de la población que posiblemente querrían mantenerse, por ejemplo, con una alimentación sana, que les brinde los nutrientes necesarios para que su organismo funciones adecuadamente, y que no lo pueden hacer debido al precario o nulo ingreso con el que cuentan, algunos otros pudiendo mantener una dieta, prefieren consumir alimentos chatarra, que abonan a adquirir los grandes males que afectan a la humanidad como el cáncer, la obesidad o la diabetes, solo por mencionar.

Nos encontramos a unos días de comenzar con una nueva forma de normalidad, o al menos así es como le han llamado, algunas autoridades, refiriéndose  a que los saludos de beso, de abrazo y de mano, estarán de ahora en adelante y hasta quién sabe cuándo, eliminados de los comportamientos que antes manteníamos.

Será muy difícil que después de estar encerrado, o aislados, como se le quiera llamar, ahora al salir a la calle y ver a esa persona que queremos, no la podamos abrazar, sobre todo para quienes somos muy dados a mostrar afecto. Posiblemente mostrarnos cariñosos se llegó a gastar tanto, que se preste  en el presente a ser motivo de contagio del llamado COVID- 19. Algunos todavía no comprendemos cómo es que besar y tocar, siendo una dualidad tan sublime, tan humana y tan animal, hoy no se pueda realizar. Sin embargo, durante la evolución del hombre hemos transitado por algunos otros cambios más difíciles y nos pudimos adaptar.

El confinamiento, hoy y mañana, seguirá siendo la mejor práctica para evitar contagios y muertes por el coronavirus que puso en evidencia la fragilidad del hombre y la mujer actual. Aunque históricamente hemos sido victimas de pestes y plagas, cada que la naturaleza azota, siempre sale ganando, bien porque nos toma por sorpresa, o debido a que no sabemos actuar ni prepararnos para lo que va a venir.

Aunque la ciencia avanza, su lentitud es notoria sólo con la mutación de algún virus o bacteria. Ya sea que se esté de acuerdo o no, con la existencia de distintos males, lo cierto es que nos vemos pazguatos, ante la primera caída de lluvias que logra inundar calles y avenidas, los primeros incendios que arrasan con miles hectáreas de bosques y selvas o algunos de los fenómenos que acaba con cosechas y demás alimentos, recordándonos cual vulnerables somos.

En Michoacán, el próximo primero de junio,  por ejemplo,  se van a volver a reabrir los antros y bares, entre algunos otros sitios de aglomeración. Y ya hay espectaculares y anuncios de bailes y presentaciones de artistas diversos, para lo que también se tiene un público ávido de asistir y poder disfrutar de un día, tarde o noche que no habían tenido en algún tiempo, por estar en casa, sin embargo, a qué costo se va a disfrutar bailando y bebiendo o haciendo sólo alguna de las anteriores, si se podría contagiar de ese mal del cual, algunos tienen síntomas, otros los presentan hasta después de dos semanas o sencillamente se cruzarán con algún irresponsable que, sabiéndose mal, no ha hecho por hacerse la prueba y se propagará como el agua en la fuente encendida; a borbollones.

No se ha terminado la cuarentena, lo que se va a comenzar es una urgente reactivación económica. Los pueblos de éste país llegaron al limite en poco más de dos meses, en los cuales la sal en la mesa de muchas casas ya se terminó, la renta no se ha pagado sola, y el nivel de desempleo es insostenible. A pesar de tener a representantes en los tres niveles de gobierno que no quieren que la población se alarme, las cifras son claras y el descontento crece día a día, debido a que los planes no han sido los mejores, el recurso no llega con la rapidez y liquidez que debiera y el sufrimiento se siente y huele en las casas y comercios que han tenido que estar cerrados, ya sea para protegerse o ya sea porque se les obligó.

Muchos deseamos que la nueva normalidad sea ordenada, cautelosa y responsable, y que ojala no exista un incremento progresivo y alarmante de contagios, pero una vez que hemos visto en muchos ciudadanos, incredulidad y hasta burla de la inexistencia del mal, lo que se vaticina no es para nada favorable.

Esperemos que los gobiernos dejen de pensar que basta con estrategias de comunicación en donde se informe qué hacer y qué no, lo que se permite y lo que se prohíbe, pues es necesario que la ciudadanía sienta el respaldo de sus autoridades, mediante programas de asistencia alimentaria y soporte económico, constantes y certeros, de tal suerte que realmente existan condiciones para quedarse en casa por voluntad y no por imposición.