La música; el arte de las musas, sin duda nos lleva a otros estadíos, los recuerdos perfectos de felicidad y añoranza por andar de cuando pequeños, jóvenes o adultos fuimos, somos, o seremos. Crecimos escuchando cantar las letras más hermosas y aquellas que fueron efímeras y que sólo por sonsonete lograron posicionarse en los primeros lugares de las más escuchadas en determinado tiempo y momento.
Para todos los gustos y para cada sitio tenemos música, correcta, ideal, amorosa, alegre, triste, ranchera o urbana. Los músicos le dan vida a las letras con sus instrumentos en las teclas, las percusiones, su aliento, su impulso o las cuerdas, y nos hacen cantar con ellos. El mundo no sería el mismo sin música, seguro estaría aburrido y posiblemente triste, sin ganas de llorar por la que se fue, ni de abrazar al recién llegado.
Hay quienes afirman que no pueden escuchar algún tipo de música, otros, además de no escuchar, también repudian algún género, y aunque la música clásica, por ejemplo, lo ha sido por la calidad de sus creadores, la dificultad que guarda y la inigualable calidad interpretativa, debe imperar en todo momento el respeto por cualquier esfuerzo que se realice para hacer música.
Cuando no nos agrade algún tipo de sonido generado por el ejecutante de algún instrumento, basta con retirarse, más nunca de hacer mofa o descalificaciones.
La universalidad de la música como elemento esencial de este bello arte la vivimos cada que escuchamos nuestra melodía favorita en alguna parte del mundo, y a uno como a otros despierta emociones, hace que se mueva discretamente la punta del pie al ritmo del sonido, se erice la piel, o se comience a tararear, a pesar de estar en algún idioma distinto al nuestro, aquello que escuchamos.
Uno de los mayores ejemplos de globalización o mundialización es la industria musical, pues más allá de las fronteras y gracias al internet, hemos atestiguado cómo una cantante mexicana es éxito en Europa, cómo cantantes de origen asiático son un fenómeno en otros continentes, en donde ni siquiera comparten rasgos o semejanzas en su lenguaje, su físico o su educación, y sin embargo se embriagan de emoción en sus conciertos o con sus grabaciones.
En el caso de México, la música ha sido bien representada con características únicas en las voces de Lola Beltrán, Pedro Infante o Jorge Negrete, solo por mencionar a algunos del género regional mexicano, aunque prácticamente en todos los estilos musicales, los mexicanos y las mexicanas nos hemos inmiscuido con mucho éxito dentro y fuera de nuestro territorio.
Cuando pasados los años de la historia de vida de cada ser humano hubo la necesidad de contar una historia triste, se uso papel y tinta y se compartió con banda, mariachi, tríos, rondallas o conjuntos variados, inmortalizando el momento, pasando la voz y logrando que otros se identifiquen con la misma pena. La música nos pone en igual de circunstancias, de ahí que coreando que “no vale nada la vida” se considere entre muchos mexicanos que hay un lugar del país en donde la vida no tiene valor, o bien que gritando “yo soy mexicano y orgullo lo tengo” cada hijo de México se eleve en orgullo por su tierra.
La música le ha dado personalidad a países y continentes enteros, hay identidad musical de islas y naciones sin mar, gracias a que no se niega el origen de su vida musical. En la música se puede sustentar la hipótesis de que un pueblo que abraza su origen está destinado a permanecer y no morir jamás. Cada recoveco del mundo inspira y tiene música, su difusión permitirá que, como pasa con el danzón cubano, la cumbia colombiana o el reggae jamaiquino, se escuche en algún lugar del planeta y se localice en el mapa, el lugar en donde por vez primera se creó, nació y se expandió.
Cada país tiene además de su música por excelencia como lo es Fado Portugués, el Tango Argentino o el Son Mexicano, tiene a sus grandes intérpretes, que en estos casos los representan entre algunos otros en el mismos orden: Amalia Rodríguez, Carlos Gardel y el Mariachi Vargas, de quienes se conocen piezas fenomenales como “Una casa portuguesa”, “Por una cabeza” y “Son de la negra”, entre muchos otros éxitos.
Posiblemente al concluir esta lectura podríamos ir a buscar las piezas a las que referimos y que no se conocía, o buscar otras en esos programas a los que incluso se les paga para que nos hagan listas inteligentes de canciones para nuestro gusto y estado de ánimo, en los casos antiquísimos habrá que recurrir al acetato, casete, disco compacto o USB; cual sea el dispositivo o el formato vamos a escuchar toda la música que podamos, y reunamos la que más nos mueve, la que no puede faltar en la fiesta, y hagámonos acompañar de ritmo y sabor que nos permita cantar, que nos vamos, y nos vamos, y nos vamos, y no nos hemos ido…