Algunos de los hombres y algunas de las mujeres que se dicen ser libres en México, olvidan sus libertades cuando se les da trabajo, cuando se les compra con una despensa o cuando se les da u otorga un beneficio, favor, o dinero que opaca las adversidades con las que los demás viven. Del o los que a los primeros les dan, pero a los segundos olvidan y que casi siempre es “el papá gobierno¨.
He visto por ejemplo, de primera mano, a los seguidores de Castro (en Cuba), cuando vivía y aún después de su deceso, muchos de ellos consideraban su sistema y su revolución perfecta, no importara que no fueran dueños de nada, que el Estado les controlará todo, ni siquiera que no pudieran en ese entonces comunicarse con el mundo y que hoy lo hagan de manera esporádica, controlada y vigilada.
También he sabido de la defensa acérrima, esa que hasta a golpes los seguidores, los parientes, padrinos, madres y hermanos hacen por un sujeto que ejerce poder y consideran que es el mejor de entre los mejores. Es verdad, la familia lo es todo, es cierto, la lealtad es invaluable, pero no son motivos para algunos de los anteriores volverse cómplices y compinches del robo, del saqueo, las malas decisiones, conductas inapropiadas y el afectar a su pueblo.
Las familias son el pilar de la sociedad, ellas cuidan como la manada de cada miembro o integrante.
Los amigos son en los mejores casos, los hermanos postizos y han de ser desde los que respondan por ti en una deuda, hasta los que se enfrente contra aquellos oponentes que quieran hacerle mal al camarada.
Pero ninguno de los casos antes mencionados es aplicado cuando de promedio está el bien de un municipio, de un distrito, de un estado o de un país. Siempre voy a aplaudir a las mujeres y los hombres que aunque necesiten un trabajo anteponen su dignidad y sus más intachables valores, porque así como no se debe firmar una hoja en blanco o se deben cancelar papeles oficiales, un hijo o hija de México bien criado no puede prestar su nombre y su firma o su huella para hurtar, ya sea, a un particular o al pueblo.
Si el dinero que se gana es poco con el trabajo honrado, y con ese se logró la casa, la escuela o la vida sencilla, es una de las más grandes herencias que se les puede dejar a los hijos, nietos y quienes en la cadena vengan. Los principios son todo, porque vivir tiene también como objeto cultivar virtudes; esas que no nos impidan no poder ver alguien a los ojos por haberle afectado, por hurtarle, o por alguna triquiñuela de la que le hicimos víctima.
Acabar con la corrupción que es una práctica desleal, no es una, ni podrá ser una política de Estado, debe ser una voluntad del ciudadano, ha de ser la tarea de cada padre y madre familia, al igual que la del servidor público, probo y realmente profesional. Hasta este momento los gobierno de todos los niveles de mi país, no solo han sido señalados, sino se les han comprobados la discordancia de bienes y cuentas bancarias con lo que ganan. Aquí los políticos más “hábiles” pasan de ser jefes de departamento, directores, coordinadores, gobernadores o presidentes a pudientes personas o millonarios.
Los órganos que deben fiscalizar y aclarar los pesos y los centavos que llegan a cada municipio, estado, o al gobierno federal, son jueces y partes, porque ellos lo pone y por ende son sus jefes; aquellos a los que deben controlar, pero que no pueden ni podrán si es que quieren conservar su trabajo.
México no es libre, porque siempre está a expensas de lo que le digan que haga, desde organizamos internacionales. Aunque yo recuerdo que cuando fui un niño estudiante no era libre, sí cumplía con mis tareas, mis ejercicios y mi cuaderno limpio en la escuela, así como mi puntualidad, sí tenía la libertad de descansar más que los demás, y valiendo esta básica analogía, le diría a mi país que sí se rigiera por las buenas practicas, por una carrera profesional que premie y mantenga desde el más alto al más bajo funcionario, ello garantizaría libertad, porque no se estaría experimentando, no se contrataría a gente inexperta ni innecesaria, y sobre todo los servicios seria eficientes.
Hoy la libertad del país está en manos de un hombre, quien dice qué es “fífí”, y qué no, cómo se suministra la gasolina, y cómo será la seguridad, y cuando hay algo que no considera de verdadera importancia para el sostén de su poder, entonces realiza simuladamente encuestas.
Respecto a las libertades de los estados, se han dejado valer en marchas o bloqueos que terminan haciendo pelear hermanos con hermanos, unos con uniforme y otros sin él, pero todo, seguramente, siendo usados por pseudolíderes, gobiernos e intereses mezquinos que lo menos que valoran es la humanidad.