El Partido Revolucionario Institucional fue fundado en el año de 1929, pero con el nombre de Partido Nacional Revolucionario, siendo su iniciador Plutarco Elías Calles, aunque en 1946 su refundación otorga el nombre con el que actualmente le conocemos. Es imposible pensar en la política mexicana sin mencionar a este instituto político, que gobernara al país de 1930 al 2000, pues son 70 años plagados de mitos y realidades, que bien o mal reflejan el estado en el que actualmente se encuentran.
El último expresidente de México todavía era de la corriente priista, y su derrota fue pública y privada, notoriamente, pues se dio en las urnas y en su relación marital, una vez que no solo entregara la presidencia del país “a la izquierda”, sino que además a los días de terminar su mandato, también acabara con una relación de pareja que sostuvo con conocida actriz de telenovelas. El haberse relacionado sentimentalmente hasta hacer primera dama a una famosa artista de los melodramas, pudo, posiblemente, abonar a su triunfo en el 2012, además de la campaña mediática en la que se volcó “el cuarto poder” , y los más poderosos políticos de ese tiempo.
Enrique Peña Nieto pasó a la historia más por pena que con gloria, pues no puede haber triunfo en los señalamientos de los miles de desaparecidos, ni en los casos de corrupción, mostrados en dos solas muestras; la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y “la casa blanca”. Y aunque en su momento se recuerda al presidente de origen Michoacano Felipe Calderón Hinojosa por su “estela de luz” y su afición por la bebida, lo cierto es que a Peña nunca se le perdonó su incapacidad para mencionar el título de tres libros. Como quiera que fuera, Peña Nieto fue el último tricolor en la silla presidencial, y se creía (al menos algunos lo creíamos), que se alejaría de los reflectores, pero no fue así.
Como es el caso de los presidentes municipales que se adueñan de sus partidos en los municipios, y los gobernadores en sus estados, ahora el exmandatario Enrique Peña Nieto sigue queriendo mandar en el Partido Revolucionario Institucional. No sería malo seguir vigente en la elección de los lideres de sus fuerzas políticas, a nivel municipal, estatal o nacional, si se respetara la democracia y la libertad de los militares, pero como con casi todos los políticos y como en todos los cargos, siempre se negocia o se impone al camarada, el amigo, el compadre o el pariente, para seguir teniendo de dónde meter mano en caso de necesitarlo, así también al parecer para la actual presidenta del PRI a nivel nacional; Claudia Ruiz Massieu Salinas, no han sido suficientes los cargos que le diera en el sexenio pasado su jefe, ni empeñar el edificio de la sede nacional de su partido, para pagarle a su amigo, el expresidente Enrique Peña Nieto, sino que ahora ha permitido una serie de anomalías entre las que destacan, el inflar el padrón de afiliados en zonas estratégicas para cargar la balanza a favor de uno de los candidatos a ocupar la dirigencia nacional.
Al momento del proceso que enfrenta el Revolucionario Institucional para renovar su dirigencia nacional, los candidatos se han dicho de todo, desde ambiciosos cupulares, hasta reptiles agonizantes, estás palabras que podrían parecer normales en una lucha política, sin embargo, hay que recordar que en las mejores democracias impera el respeto, aunque no sé si sea más ofensivo usar estos descalificativos, que buscar a toda costa querer imponer a un presidente de partido, a modo de la actual presidencia y del expresidente Peña Nieto.
Es verdad que la lealtad se nota cuando el barco va a pique, y aun así no se abandona la embarcación, sino se queda uno, para ver lo que hasta el ultimo momento se pueda hacer, sin embargo, eso no lo entendemos todos del mismo modo, o cuando menos eso no lo parece en la decisión del ex rector de la UNAM, el Dr., José Ramón Narro Robles, que aspiraba la presidencia de su partido, ni la militante distinguida y directora de la revista “Siempre”, Beatriz Pagés, entre otros.
La vida democrática de nuestro país, quiera que no, sigue siendo de índole partidista, y por eso es responsabilidad del gobierno en turno, como de los partidos y los órganos jurisdiccionales en la materia, garantizar que en cada ciudadano, que cada militante, sea quien elija a sus representantes, y que de ninguna manera se permita que otras fuerzas distintas a la voluntad popular, sean los jinetes de ningún instituto político. Por lo que vale la pena exigir a todo hombre o mujer hipotecado en seguir viviendo del erario, a que busque otra forma de obtener beneficios, en la que no venda, empeñe o ponga en riesgo la decisión de las mayorías, pues con esas actitudes se está asesinando la oportunidad de madurez política de unos y a la vez de todos.