20 abril, 2025
ROTATIVO DIGITAL

ARENA SUELTA. HIJOS DEL SERVICIO PÚBLICO…

El servicio público requiere de un perfil técnico y profesional  entre quienes lo ejercen, pero sobre todo de la sensibilidad para que a la hora de aplicar los conocimientos a sus áreas se adecúen a la necesidad y la respuesta que cada ciudadano, al que se le debe la atención, se le preste.

 

Aunque existen carreras específicas enfocadas a la función pública, y a pesar de que se imparten cursos diversos, diplomados y talleres que describen las formas y maneras en las que se debe ejecutar la atención ciudadana, las fallas y la falta de cuidado en el trato a las personas sigue siendo uno de los mayores problemas que afectan la correcta forma de brindar el acercamiento y los servicios a los gobernados.

 

No existiría problema alguno en la forma en la que se dirige un funcionario con sus subordinados o sus gobernados, si éste se ubicara en la realidad, evitara la soberbia o el ego, y si siempre tuviera presente que el cargo es temporal, que sigue siendo de la misma estructura ósea y muscular, y sobre todo que el valor subsiste en el fondo y la forma en que tratamos y nos gusta ser tratados.

 

Darle poder al profesional que solo fue a la escuela por conocimientos técnicos y no por formación humana, entregarle un cargo a la mujer o al hombre que aprendió a sumar y restar, números y no amigos, o a leer y escribir letras y no el contexto, es como creer que los libros y los cuadernos un día van a  sonreír y a dar las gracias.

 

Un currículum puede ser muy amplio, pero una mente cerrada, una hoja de vida o solicitud, pueden estar perfectamente llenadas, pero es posible que se tengan vacíos en las conductas adecuadas, en los correctos modos y tratos que necesita el cliente, que exige el contribuyente, y que merece otro ser humano.

 

La falta de  sensibilidad entre los servidores públicos les hace ser rechazados por la gente a la que deben atender y a quienes se deben, y que seguramente después de tener un acercamiento con ellos ya no regresen, todavía va más allá, el problema de colocar en un cargo a un sujeto que cree que el servicio público es para cubrir un horario y cobrar su semana, quincena o mes, es que terminará haciendo que crezca el desdén por las autoridades, hará que siga cayendo en un mal concepto la burócrata, y peor aún, le hará daño al servicio público, una vez que no atenderá como se debe, ni a quien debe, siendo trabajador  del pueblo.

 

Otras de las consecuencias por  la falta de sensibilidad en los funcionarios son que, espacios que están destinados a un fin, terminen siendo inutilizados o como "elefantes blancos", e incluso con funciones para los que no fueron creados, y de eso modo terminan castigando áreas relevantes o con un motivo de ser, y eso pasa más constantemente en temas que para algunos no tienen validez, como el arte, el turismo, la educación o la cultura; de no ser así entonces expliquemos por qué nadie, o por qué tan pocos, ponen manos y empeño en ruinas abandonadas con valor históricos, o por qué hay tanta escasez de escuelas de arte, o por qué subsisten  las condiciones en las que niñas, niños y adolescentes reciben clases en escuelas que gotean, techos de cartón o plástico, o edificios prestados, entre otras vicisitudes, a pesar de que en la ley se dice que es obligación de los tres niveles de gobierno el tema educativo.

 

¿En manos de quién dejamos al pueblo?, ¿por quién votamos?, ¿qué tan congruentes son los que nos gobiernan?, ¿qué tan sensibles son los que ejercen la autoridad y sus secuaces?, y sobre todo: ¿volveríamos a votar por ellos?, valen la pena estas reflexiones en el marco del nivel de delincuencia que nos aqueja, en el alto desempleo que no envuelve, y en la mala atención que nos dan en las diversas dependencias que deberían de recordar que con nuestros impuestos les pagamos.

 

La decepción por el servicio público actual sigue ganando territorio, y lo seguirá haciendo mientras no seamos atinados en elegir a la gente capaz de mente y corazón, en la que nos apoyemos y no de quien huyamos, en quienes confiemos y no de quien nos tengamos que cuidar, pero sobre todo con quien nos identifiquemos como iguales y no como si se tratasen de algunos inalcanzables.