El carácter de un hombre se va formando de igual manera que la piedra al ser pulida o el diamante antes de tener la forma bella en que se le conoce. Son muchas las cosas que pasan alrededor de una persona y que le hacen ser de una u otra manera, cuya calificación severa o ligera le permitan que se refieran al sujeto de una y otra forma.
Hay personas a las que se le ha calificado por inmensa mayoría como probos y correctos, lo mismo que aquellos a los que se les fustiga, por pasar por la vida sin dejar nada positivo y al paso de los años, son parte de una lista de indeseables. Cierto es que cada padre del mundo, bien merecido de serlo, lo mismo que cada madre, desean que sus hijos e hijas sean vistos, con respeto, se les colme de reconocimiento y beneplácito social, para ello, le dan a sus pupilos, no solo una buena educación, si no que se entiende que buenos ejemplos y un estilo de vida que le hagan tener a su descendiente lo que ellos desearon para sí y no obtuvieron, o bien, aquello en lo que pudiera reflejar y hacer que quien lleva su apellido represente.
Los años, al hombre y a la mujer no solo traen arrugas y experiencia, canas y conocimiento, sino que también arrastramos en nuestro andar, un carácter, un fenotipo, una forma y una manera de ser o actuar que nos hace singulares, y por lo que los demás nos identifican. Dicen que el problema de llegar a viejo es que cuando logras la experiencia para vivir adecuadamente o plenamente, ya llega la hora de morir, ante lo que valdría la pena, considerar la posibilidad de aprender cada día, de gozar de cada momento y de saciarnos de lo mejor de los otros, para entregar algo semejante a los demás.
Con el paso del tiempo, y debido a la evolución, deberíamos ser hombres y mujeres civilizados, conscientes de lo que somos, para ser claros en lo que representamos, evitando desviarnos o desviar el buen camino y las buenas prácticas por lo incorrecto, lo impuro o lo desleal, sin embargo, a pesar de que la escuela o la familia, nos enseñan con libros y con la educación experimental de los padres, no hay un adelanto significativo que se pueda ver una vez que el planeta lo expresa con la manera irracional en la que quienes lo habitamos, lo tenemos.
No solo no, respetamos los elementos, sin los que sería imposible la vida, pues nos encontramos en un suicidio, cada uno contaminamos, cada quien contribuimos a terminar con el hábitat en que permanecemos y no conformes con eso, también nos hacemos daño entre nosotros, y como especie. Antes he dicho que se esperaría que si la historia de la humanidad ha sido producto de la evolución y si evolucionar es caminar hacia adelante, la realidad parece que los pasos van hacia atrás. Para atrás, porque se han tenido que acuñar conceptos nuevos para respetar el medio ambiente, se dan premios por no contaminar, cuando debiéramos hacerlo por voluntad y conciencia, y porque hermanos entre hermanos se hacen la guerra y no domina la paz, si no que predomina el conflicto.
Ni siquiera uno de los principios que la anterior generación nos legaron; respecto a cumplir la palara se respeta, por eso ahora mientas se dice una cosa se hace otra, y no hay mayor número de personas en las que se pueda creer, cambiamos de parecer como mejor nos conviene, dañamos a quien tengamos que hacer, permitimos que predomine la ley del más fuerte, del que tiene dinero o del que es estudiado aunque su actuar, sea vil, cobarde o nefasto.
Evolucionar debería ser visto como el mejorar, y el momento para crecer sea diario, en cada segundo de la vida. Vale la pena que nos detengamos, sería aceptable si nos analizamos, y si tenemos que retroceder en modelos, sin temor hacerlo. No podemos construir patria, con patriotas verdaderos incapaces de saber del valor de sostener lo que se dice, y de afrontar las consecuencias de los actos. No veo el progreso ni el bienestar del pueblo estando en manos de seres que gobiernan mintiendo, que aplauden sin querer hacerlo y que empeñan voluntades por billetes.
El mundo en evolución, para que evolucione realmente, necesita de todos, desde niños hasta viejos, de jóvenes y adultos.
La gente sensata debe procurar no dañar con sus actos o acciones al medio ambiente ni a sus iguales. Hace falta hacer ver a los que están enfermos de avaricia, de egoísmo y pureza que el mundo lo hacemos todos, y que por ser hombres y mujeres tenemos los mismos derechos y obligaciones sobre sí, los otros y el entorno, y que sus lagunas mentales que les han hecho segregar o separar, por el rasgo o la condición diferentes a ellos, sean eliminadas o reventadas por la razón que nos asiste de pertenecer a una misma especie.
Posiblemente no podamos ir al mismo ritmo de evolución, pero mucho menos al mismo grado de descomposición. Vamos a caminar respetándonos entre todas y todos, para el bien propio y el de los demás pero sobre todo para el único mundo que conocemos apto para vivir, sostengamos nuestra palabra y empeñemos la vida por el bien de la humanidad.