Las tardes, las mañanas o las noches inspiran muchas cosas, a algunos les han ayudado a crear hermosas obras de arte, a sincerarse y pedir amor para toda la vida, ya sea para ver llover y no mojarnos o empaparnos como niños entre los charcos producto del aguacero. Cada caída de sol, cada amanecer en casi cualquier lugar lo hace también especial la compañía.
El clima nos mueve tanto que lo mismo nos permite estar alegres que caer en la más profunda depresión.
Las cosas que pasan a nuestro alrededor nos apuran, nos preocupan, y algunas veces nos llegan a invadir tanto que nos olvidamos de la premisa superior y motivo de vida, que es estar y procurar la felicidad. Algunas personas son especialmente victimas del exterior, de ahí que por ejemplo nuestras madres no pueden estar tranquilas al grado de no poder dormir si no llega la hija o el hijo a la casa a la hora a la que se le esperaba, a ellas (las mamás) poco se les puede negar del sentimiento de agradecimiento y no hay razón que quepa en su mente y corazón para dejar de procurar a los hijos que con la mayoría de edad siguen viendo como pequeños.
Los padres, por otro lado, suelen hacer lo mismo que las madres, en esperar en procurar la casa y no se diga en defender a la más breve ofensa del hijo o la hija, estos sentimientos de apego y este amor pleno llega a cegar tanto, que se ha conocido de casos en los que los hijos resultan ser una fichitas, pero eso no lo aceptaran jamás los progenitores.
El clima familiar sin duda señala el camino que posiblemente sigan los hijos con sus hijos, pero también con los amigos o compañeros de escuela. La familia debería de identificar su sello, debe tener claro cuáles son sus características, de modo que cuando se presente el vástago en algún evento social los comentarios del apellido del que proviene sean suficientes para lograr una completa aceptación, y aunque no se trata de ser excluyentes y mucho menos de relegar, lo cierto es que además del curriculum o carta de vida, nuestra raíz dice mucho (si no es que todo, salvo algunas excepciones), de quiénes somos y lo que representamos.
Se han escrito libros que se refieren a la familia, con ese concepto claro que se atribuye para ser el núcleo de la sociedad, y se ha hecho referencia a tan grande institución como el lugar en donde se cocinan bien o mal todos y cada uno de los valores, el civismo y la ética con las que proceden cada hombre o mujer del mundo, estos conceptos no cambian y no tienen necesidad de cambiarse, lo que sí han hecho es expandirse y adoptar a las nuevas familias que en razón del amor dejan a un lado el género para solo unirse y quererse y al igual que todos buscar el reconocimiento social, porque en la sociedad viven y con sus impuestos que también pagan (porque esos no los excluyen tampoco) deben tener los mismos derechos a bienes y servicios.
El derecho universal a la felicidad, no es solo un discurso inspiracional, ni una idea que nace de alguna teoría antiquísima, religiosa o de una secta, es un bien supremo que nadie puede olvidar, es la meta por la que deben planear las empresas y los gobiernos pero sobre todo es la que debemos creernos y edificar con cada buen proceder. Las familias felices dependen de todos los miembros, porque es natural que nos importe nuestra sangre.
El deseo siempre es que lleguen las lluvias en mayo, la sequía en abril o el frío decembrino y que cada fecha sea ideal para pasarla con la familia, para comprender la riqueza que tiene cobijar y abrazar a los nuestros, amar lo mismo al güero que al más moreno, o al más alto que al más pequeño, y ese abrazo debe ir más allá que lo que alcancen los brazos, habrá que ser lo suficientemente amplio para educar bien, para alejar del mal, para instruir valores, y reprender en las faltas; no como a muchos seguramente nos ha tocado ver o escuchar al niño o niña gritándole a la maestra o al mayor y la madre o el padre o no dicen nada, pensando que se enseña a no dejarse ofendiendo, o no defenderse ignorando.
La contaminación que acaba al mundo se debe también a que los padres que no enseñaron a los hijos a cuidar el ambiente, porque permitieron que tiraran basura en la calle o viajando en el auto arrojarla por la ventana, las burlas en el salón de clases a otros compañeros que en grados altos incluso han llevado a los golpes o hasta a la muerte, sin duda pudieron evitarse si se inculcó la confianza para que al llegar a la casa, de la escuela, se converse y nos enteremos de cómo va el proceso escolar, si se les comentó a los niños y jóvenes que los maestros y directivos de las escuelas tienen entre sus responsabilidad la disciplina y el orden.
Algo estamos haciendo mal y no podremos disfrutar igual de los momentos espléndidos de la vida, si no nos detenemos a pensar por qué hay niños que matan, adultos que violan, hijos que abandonan y padres que se desprenden con facilidad de sus retoños.