DR. TAYDE GONZÁLEZ ARIAS ANALISTA
25 NOV. 2020.-Todo país que se honre en ser democrático debe respetar la política interna y externa en la que la democracia se deje asomar o sea en plenitud la panacea, es decir, debe procurar la más correcta y eficiente aplicación del derecho, sus normas y leyes para que no se omita o infrinja este derecho que nos garantiza soberanía.
México, por años, ha sido una nación deudora, no solo de democracia a los habitantes de la república, una vez que en repetidas ocasiones se han hecho declaraciones de fraudes electorales, sino que también se nos ha quedado a deber en asuntos preponderantes de libertades, de modo que los medios de comunicación han sido perseguidos, algunos informadores desaparecidos y hasta asesinados.
La deuda que tienen los gobiernos de México con los mexicanos es de antaño, y por lo tanto rancia, un vez que desde la conquista se llegó y se aplastó la cultura y sus expresiones existentes para imponer una nueva forma de vida, enseguida porque los nacidos en éstas tierras no podíamos ser electos gobernantes, y después porque desde el porfiriato a la fecha se persigue a los adversarios políticos, denigrando y eliminando por la buena o por la mala a todo cuanto no esté de acuerdo con el régimen en turno.
Tiene tantos años la deuda que han venido acarreando los que están en la silla del águila que hasta la fecha seguimos y seguirán pagando nuestro hijos y nietos, y debido a esos saldos vencidos, se perdió gran parte del territorio.
Lo único que no nos han podido quitar los gobiernos mezquinos de los tres niveles de gobierno que se endeudan con bancos locales, nacionales e internacionales, es la estirpe, a la que nos debemos; la del trabajo constante, y a esa dignidad a la que nos aferramos que siendo hijos del maíz y del color del barro no nos podemos quitar ni estando por horas en el agua.
Cuando creemos que alguno de los candidatos es el menos peor y nos volcamos a darle nuestra confianza en las urnas, resulta que el poder les enferma y el dinero les corrompe y, enseguida, se aferran al poder, se adueñan de las curules y las sillas presidenciales, y hacen del cargo que debería ser honorario y de respeto, una mina de la que quieren sacar para vivir como ricos, ellos su familia y hasta sus compadres.
Si volviéramos la memoria a la última elección federal y no lo hiciéramos con apasionamientos, nos daríamos cuenta que nos ha quedado a deber el actual gobierno, y los mismo se repite en los estados y municipios, algo que se debe sobre todo a lo equivocados que hemos estado al elegir a los gobernantes, pues sigue siendo tan primitiva la manera en la que seleccionamos a los mandatarios que seguimos creyendo que si no nos dan una despensa o una ayuda que nos resuelve nuestro problema inmediato, entonces no debe ganar.
Seguro estoy que somos muchos lo que consideramos que esa política mugrosa en la que ganan los que tienen más lonas, o dan más apoyos y no lo que cuentan con un plan de desarrollo certero y la conciencia limpia, así como forma honesta de vivir, debe acabar.
La actual crisis de salud nos debe mostrar un camino diferente en el que se visualicen los mejores ´perfiles y se les dé paso a nuevas propuestas, ya que esas y esos que por años han vivido del erario público y nada más no han podido cambiar ni mucho ni en poco las necesidades de los pueblos, no merecen una oportunidad más.
No nos debemos dejar engañar por los que cambian de partido, pero son lo mismo, ni por quienes llevan años ofreciendo el sol, la luna y las estrellas, y no han sido capaces de solucionar el más mínimo problema de inseguridad, salud o educación. No dejemos que la pandemia nos enferme la conciencia, y seamos positivos en la ignorancia y la burla, antes, vamos a vacunarnos contra los sátrapas y vividores, para tener pronto el gobierno que nos merecemos.
De seguir como estamos, y de no abrir los ojos, tendrán muchos que reclamarnos nuestros hijos y nietos, y tal vez hagan lo mismo, y lo harán con toda la razón, porque no supimos defender el suelo, su economía y la vida, porque nos dejamos comprar, y les vendimos el futuro de los nuestros, porque no fuimos valientes y cedimos a la necesidad del momento al puro estilo de los españoles a nuestros pueblo originarios; al dejarse engañar por espejos. Mostremos que hemos evolucionado y que hemos madurado. Recibamos si tenemos necesidad, pero elijamos a quienes nos garanticen la vida que merecemos.