20 abril, 2025
ROTATIVO DIGITAL

ARENA SUELTA. EL DICIEMBRE DE LA NAVIDAD…

El mes de diciembre en el que se espera la reunión de las familias con sus seres amados, en donde se desea la integración  familiar y también la convivencia con los vecinos; en las fogatas, en las posadas, así como la cena de navidad, es también cuando se dan mayores excesos de confianza al dejar encendido el árbol de navideño, al beber en demasía y así conducir, lo que favorece incendios en casas habitación y accidentes con pérdidas humanas y materiales.

Cuando se recibe un dinero extra, producto de un beneficio laboral como lo es “el aguinaldo”, se debe analizar bien su uso, pues hay cuotas que se deben cubrir y no pueden esperar, pagos de renta o alquiler, las colegiaturas o los servicios públicos se deben cubrir con el propósito de poder seguir llevando una vida holgada y alejada de las preocupaciones que afectan el bienestar.

Si bien es cierto que cada momento es especial y que en cualquier tiempo es posible pedir perdón y volver a comenzar, no hay duda que diciembre es la fecha por demás especial, lo es, sobre todo por el tema religioso y la explicación de nacer que trae consigo el nacimiento del niño Dios, también es ejemplo de esfuerzo y entrega, visto desde la concepción de los Reyes Magos, por lo que, entre tantas otras explicaciones que lo religioso ofrece, y que se puede poner de ejemplo para seguir estando bien con los que amamos y dejar de estar mal con los que ahora vivimos en pleito. Posiblemente en lo que nadie puede divergir dentro de las religiones, es que ninguna dice – matarás- o – robarás-, y de ello podemos colgarnos las veces que sea necesario para el bien vivir.

En medio del clima frio, propio del mes de diciembre, busquemos el calor humano de los que nos rodean, abracemos al necesitado y si tenemos un extra no dudemos en entregarlo al prójimo, pues es la necesidad, la oportunidad de demostrar bondad y de dar el mejor rostro al que anda buscando una sonrisa. Recordar que no solo se es feliz, ni solo se puede entregar cosa material, es imperante en las amarguras por las que atraviesan hombre y mujeres.

Cada día y cada mes tiene un propósito, lo mismo que en los tiempos que hay guerra y se ha de luchar por la paz, o cuando hay desastres y se ocupan solidarios, así en el invierno o las lluvias se hace necesario que los que tienen más cobija, le conviden al friolento y los que tienen techo hagan crecer la voluntad para brindar protección a los que siendo nuestros hermanos de raza sufren a la intemperie.

Los consejos de los abuelos, que nos decían que en donde comía uno comían dos, deben atenderse haciendo el bien y compartiendo el pan y la sal hasta donde más podamos con los necesitados.

El resultado de perdonar siempre será satisfactorio, el resultado de compartir, a quien lo hace le hará sentir más humano, y ser compartidos en algún momento nos hará estar satisfechos de que alguien más lo sea con nosotros o con los nuestros. Lo blanco de la navidad está en la pureza de las almas que no se han corrompido y que no se han olvidado de sus hermanos, la luminosidad se encuentra en  las miradas honestas y transparentes, que hacen sentir amor sin decirlo, que abrazan sin usar los brazos y que besan el alma antes que los labios.

Posiblemente siempre podamos dar o entregar lo mejor de nosotros, pero también posiblemente sean los últimos días del año, los ideales para dejar atrás lo que no nos dio, de avanzar con lo que nos queda y no llevar cargando culpas o penas que el año próximo sigamos llevando sin que nos permitan ser libres para amar a todo, y sanos para sonreír al mundo.

No existe práctica más eficiente en la vida, que el ejemplo, por eso si queremos un mundo mejor, mostremos a los más pequeños en este diciembre que no es cuestión solamente de un deseo, sino que hay entrega y manos a la obra en el quehacer de poner nuestros granitos de arena para tener un lugar mejor en donde vivir, que el invierno se torne en una primavera de risas, y buenos actos, antes de que tristezas y deseos, que solo en eso se quedan.

Fundemos nuevas prácticas que acaben con aquellas en las que para pedir amor se tiene que usar un color rojo, lo mismo que el amarillo o el blanco, pues antes de darle significado a los colores, o los elementos de aquello que nos rodea, y que  hacer que el tiempo de diciembre, fortalezca nuestros valores, y hagamos acciones concretas que nos permitan lograr nuestras metas, que nos encaminen a los buenos augurios con pasos firmes  y serios, antes que con meras cosas banales y mundanas.

El mundo exige espiritualidad y sanación mental que se puede lograr con un entorno favorecedor, integrado por vecinos contentos, por amigos felices, por autoridades conscientes, es decir, por gente que muestra su humanidad.