20 abril, 2025
ROTATIVO DIGITAL

Arena Suelta. CUANDO LA LUCIÉRNAGA SE ENOJÓ CON LA CIGARRA, DECIDIÓ VOTAR POR EL INSECTICIDA

“La cuarta transformación”, a la que propios y extraños se han referido, respecto a lo que hará el nuevo gobierno, conformado en su proyecto de Nación, se ha venido ensuciando antes de que sea diciembre, y el presidente electo Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tome, de manera formal, las riendas del país.

Cómo no considerar que no se trata de una cosa seria, cuando sabemos que es necesario e importante que concurran todas las fuerzas políticas y poderes con los que se integra el Estado, y nos encontramos desde un diputado, sin la preparación y el perfil adecuado para llevar a cuestas la cultura, hasta los pleitos entre los líderes del partido que ganó la mayoría en la cámara de diputados federal, con gobernadores electos con la misma bandera.

No se puede hablar de transformación cuando se tiene en los estados de la República la zozobra por la forma en la que se asignarán los recursos a cada entidad, o si es que se nombrará a un delegado o una especie de representante del presidente quien llevara a cabo tareas o líneas de acción que convengan o que indique el ejecutivo, poniendo en riesgo, con ello, su soberanía.

Los últimos indicios del cambio o la transformación por venir, los encuentro en acciones, que de principio a fin estuvieron viciados; la consulta ciudadana para elegir, entre una sede y otra, el complejo del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) , que si bien proponía una ampliación en Santa Lucía, o una gran pista y millones de pesos invertidos y por invertir en Texcoco, la forma en la que circularon los videos y fotografías en las que se procedía indebidamente no hace más que pensar que así vendrán otras “consultas” o “plebiscitos”, en los que se haga la voluntad de lo que el representante del ejecutivo diga.

Es cierto que existe una resistencia para y por llevar a cabo diversos proyectos, sobre todo de infraestructura en el país, y que el AICM representaba exceso en los gastos, y daño al ya afectado lago de Texcoco, y que para para algunos de los que siempre estuvieron en contra de que se realizara en donde la inversión y los trabajos ya representan millones de pesos, el bien superior era y es mantener el equilibrio ecológico, pero esa “decisión popular”  elevó el precio del dólar, es decir el deprecio del peso mexicano y desde luego todo lo que eso conlleva, al grado de perder la confianza de los inversionistas en México, y con eso también se pierden empleos, se aumenta la pobreza y se retrasa el progreso.

 

México sí requiere y requerirá de cirugía de corazón y de cara, pero hay modos y tiempo para que eso pase. Es una realidad de que se entendieran los gobiernos salientes y el entrante, pero a estas alturas todavía no ingresa al poder en su ejercicio práctico y pleno AMLO, y ya tiene algunas culpas que saldar. Le atribuyo a éstas las ganas sobradas de querer ser estar. Y controlar las políticas internas y externas, pero debe considerar que hasta el aceite a mucha temperatura antes que permitir la buena cocción, quema, dejando crudos los alimentos.

No se alcanza a ver nitidez para transformar el país con los mismos de siempre, con los exfuncionarios de otras administraciones, procedentes de otros partidos, que han hecho su modus vivendi con el dinero de las arcas públicas para sí y los suyos, no es este artículo, ni los anteriores, una acción en contra del presidente electo, y menos a favor de los últimos gobiernos que ha tenido nuestros país desde el 2000 a la fecha, sino de una manera de explicar las acciones que deben medirse, y debe actuarse con inteligencia antes que con coraje, porque, dicho sea de paso, el cuento breve, en el que por enojarse la cigarra con la hormiga, la primera votaría por el insecticida.

Se trata, pues, de un análisis que pueda servir para el cuidado de las próximas acciones que emprenda cualquier autoridad, pero especialmente el presidente electo, de quien los primeros despedidos del complejo que sería el AICM, se han mostrado de manera colectiva decepcionados y moribundos en sus anhelos de ingresos a partir de la iniciativa promovida desde su autoridad.

El presidente electo debe esperar a tomar las riendas del país, debe escuchar a los expertos y tomar acciones como estadista y no como candidato, ha de hacer que sus diputados que impulsó y ahora tienen responsabilidad, que el pueblo les dio, lleguen a sus sesiones de manera puntual, y enseguida debe hacer que se rijan bajo las consignas con las que él mismo logró obtener el triunfo.

Pues la boda de su más cercano colaborador no es la de un funcionario austero, ni los viajes en aviones privados o públicos, pero en primera clase en los que se ha visto trasladarse a la presidenta de la institución política que AMLO fundó, y con la que llegó a la presidencia.