19 abril, 2025
ROTATIVO DIGITAL

Arena suelta. Alabanzas frente a ti. Críticas a tu espalda…

Rendir pleitesía deshonesta es el gesto más común que cuando se trata de querer quedar bien muchos se atreven a hacer, y es posiblemente también la conducta reiterada que hombres y mujeres que, sin preocuparse por la sinceridad, la practican comúnmente, son aquellas y aquellos que creen que siempre pueden estar aparentando que alguien les cae bien, que alguno o alguna les simpatiza, sin que eso sea cierto. El juego en el que se deben estar aparentando graciosidades, o adivinando si son o no reales los excesos de afecto, es común en círculos que deberían mostrar mayor lealtad.

 

La vida del o la hipócrita dura menos que sus sonrisas falsas, menos aún que el teatro mejor montado, pues no hay mentira que dure cien años ni verdad que se resista a salir a la luz, hay condiciones naturales que demuestran que todo cae por su propio peso, así el que miente por aparentar desear o lograr algo, no tiene ni tendrá un final feliz, no solo porque lo que bien nace así se logra, sino porque no se puede sostener en pie aquello que no tiene bases firmes.

 

Entre la verdad  y la mentira se encuentra el sujeto, solo el hombre o la mujer deciden lo que quieren hacer y por qué motivo lo hacen, pero nada justifica la mentira o la falsedad en su actuar o su decir, porque no se puede lograr meta sabia u objetivo sano, siendo obtenido bajo artimañas de este tipo.

 

De niños,es la única etapa en la que se disculpa jugar a  “las escondidillas”, y eso porque las sonrisas lo pueden todo y lo merecen también, no así al crecer y tomar responsabilidades, al madurar y tener que responder por lo que hacemos. No debemos confundir cuando se trata de ser acomedidos con tener que hacerlo para obtener con ello algo a cambio, porque cuando hay ventaja se nota, cuando tras la sonrisa brilla el dinero se descubre igual que el final de las novelas más mal construidas.

 

La mentira es una enfermedad que quien la padece no cura, sino por el contrario, se torna progresiva y va acompañada de la desvergüenza que acarrea le negación  de la realidad, la falta a la verdad es tanta, por los que dicen mentiras y actúan con farsa que lo mismo pueden estar en periodo de embarazo sin coito,  que decir un te amo sin sentirlo.

 

Los que dicen que están contigo pero te atacan, aquellos que ya descubriste y mejor te alejaste, que sea con ellos o ellas el bien.

Los que aún no estás seguro si te mienten, pero consideras que lo están haciendo, hazles saber que al cobre, como al oro, también le sale brillo, pero su calidad del material como en su caso su persona siempre será más barato.

 

De los ámbitos sociales, aquellos donde existe más envidia, es donde pululan los falsos y las mentirosas, pues es la envidia como la miel a las moscas, en estado natural de lo que dicen ser amiga o amigo, pero que solo desean tener lo tuyo, lograr lo que has hecho o verse feliz como lo eres.

 

No permitamos que los que con sus venenosas lenguas nos acusan, pero frente a nosotros dos adulan, nos dominen. Aprendamos a diferenciar entre la calidad y calidez y la atención desbordad con la mesura y sobria felicitación y aplauso. Busquemos tener un circulo que nos merezca y nos conozca, no los que solo esperan ver tu caída para correr a hacerte leña.

 

La gente nociva pulula, pero también la gente buena, si bien es cierto que los primeros matan, los segundo permiten disfrutar la vida, y aunque sería difícil levantar una encuesta para identificar quiénes están en nuestro equipo, los que nunca han estado y los que dicen estar, sí podemos analizar conductas que, sin creer en las teoría del acecho, el complot o la conspiración, que nos permitan ver la claridad de la realidad en la que bien o mal vivimos.