Un día sí y al otro también, al leer los periódicos, ver y escuchar los noticiarios, nos enfrentamos con un tipo de discurso distinto. Y, sin embargo, no tenemos tiempo para analizar su forma y contenido o simplemente no nos interesa y debería interesarnos. Si observamos con cuidado lo que nos comunica a diario, la dirección de esa comunicación y la intensidad con que sentimos su influencia, nos podríamos percatar de que muchas veces se afirman numerosos asuntos como positivos, pero al mismo tiempo se censuran considerables temas, unos triviales pero otros de gran importancia para el destino social.
Cada vez este orden de cosas nos hace dudar, incluso sospechar, que detrás de todo esto existe algo más: la decisión de ocultar lo trascendente que se nos presenta vacío de contenido, en forma de espectáculo, y que a la vez corresponde a un tipo de lenguaje privado que se trata de preservar como territorio sagrado, a pesar de su intento de calificarse como de interés público.La importancia de esta situación no se limita sólo al discurso de hoy, mañana y pasado. Cuando pasa el tiempo y volvemos de nuevo a revisar la memoria social que había quedado en la prensa escrita, revelamos hasta qué punto lo que en un momento nos pareció una verdad cuestionable, en otro nuevo instante, la narración que congeló la historia nos ayudó a percatarnos de que el lenguaje del poder persuasivo estaba presente en aquel y en este contexto. No obstante, rara vez son estos asuntos tema de reflexión popular. Para la mayoría de las personas, la lectura ingenua y a veces veloz de la prensa diaria es suficiente para estar bien informados, y luego hacer comentarios personales.
Mi objetivo con este comentario y en algunas oportunidades anteriores es invitarte amable lector a ir más allá de esa lectura superficial del discurso del poder, explorando no sólo su forma sino también su contenido. Lo que en apariencia constituye nada más que narraciones, para saber lo que acontece son, desde otro punto de vista, discursos ideológicos y muchas veces míticos que nos tratan de persuadir con una retórica trabajada, con cuidado consciente o inconsciente; ¿cómo podemos mirar más allá del discurso del poder para estudiar la manera como se nos convence y se nos manipula?, ¿qué perspectiva teórica es la más útil para analizar, de manera sistemática, la narrativa del poder?
Estas y otras preguntas pueden contestarse si tuviéramos esa hambre de saber si lo que leemos, vemos o escuchamos tiene fundamentos y bases sólidas, si en verdad existen argumentos y lógica entre lo que sucedió y lo que otros dicen, porque hay una máxima que señala: la información, no es conocimiento y los lectores de noticias no necesariamente son personas dignas de fe, de lo contrario se genera el caos y una mayor desinformación que puede desencadenar en algo grave, de ahí la importancia de que analices, porque lo contrario se presta a la manipulación y el engaño.
La comunicación política fija una tendencia que los analistas tratan de determinar en forma sistemática y objetiva. La noticia en la prensa, como discurso del poder, forma parte de una cultura política del espectáculo. Siempre existe un lenguaje temático y manifiesto que sirve de base para conocer las frecuencias del discurso, que aparenta ser de interés público pero que realmente es un territorio privado casi inviolable, que dio origen a una matriz de opinión. Los mapas cognitivos nos relatan muchos aspectos que estaban detrás del escenario, y el estilo verbal nos sirve también para descubrir el lenguaje hegemónico.
En la práctica de la comunicación o uso del lenguaje que llamamos discurso, se construyen y reproducen las relaciones entre grupos, las identidades y los valores individuales y colectivos de una sociedad. Ésta práctica constituye una parte esencial de la producción de sentido común y normalidad, sin que las personas integrantes de la sociedad estén conscientes de la fundamentación ideológica interesada de ese sentido común y normal. El análisis del discurso se propone, entre otros fines, correr el velo para dejar a la vista esas perspectivas interesadas.
Lo anterior se aplica, en particular, al discurso político, esto es, a la praxis comunicacional mediante la que se construyen, reproducen o cambian las relaciones de poder entre los actores políticos.
La política representa un campo de batalla semántica donde se ocupan sentidos y representaciones sociales con el fin de conquistar la hegemonía interpretativa respecto de los problemas sociales, cimentando así la hegemonía política de una particular e interesada visión del mundo.
Aquellos actores políticos que logren imponer su discurso como dominante o matriz de opinión tienen mayores facilidades de ganar apoyo, sumar adeptos y conquistar votos que les permiten implementar sus estrategias políticas. En otras palabras, el discurso político demarca el terreno de lo políticamente factible en momentos y contextos sociales determinados. Su estudio y análisis ayuda, en consecuencia, a descubrir los procesos visibles y encubiertos que constituyen y determinan las relaciones de poder en una sociedad.
Así que, amable lector, si estás interesado en ir más allá, o como dicen leer entre líneas, debes tomarte un espacio de tiempo para desmenuzar los temas que en verdad te interesan, lo demás, solo léelo, velo, escúchalo y deséchalo. Pero no cometas el error de repetir algo de lo que no estés seguro sea verdad…