25 enero, 2025
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Algunas modalidades del ladrón…

El robo representa una actitud, una conducta particular del sujeto con referencia a la propiedad ajena, a los bienes del otro. ¿Qué busca el ladrón realmente en su conducta? En una primera consideración puede ser estimada su acción como una conducta utilitaria, debido a que se trata de objetos que tienen valor de venta, o de algo que sirve para satisfacer sus necesidades; pero esta finalidad utilitaria aparece en el análisis sicológico como cobertura de motivaciones más difíciles de captar.

El hurto. La sustracción de la propiedad ajena sin violencia ni intimidación, puede considerarse como el delito típico de la gente pobre, principalmente de los adolescentes.

Existen diversos modos de cometer hurto, en la escala observamos desde los más simples hasta los más audaces y raros (tener preferencia por determinados objetos)

Suele encontrarse en este individuo un deseo disimulado de seguridad, falta de lazos afectivos (a excepción de su relación con los miembros de la banda, cuando es parte de una). Todos estos factores los impulsan a veces a interesarse por los bienes ajenos, considerados como objetos a poseer, más que como un medio de satisfacer necesidades materiales.

Hay casos, en los que el afán de seguridad puede conducir a robos habituales, que presentan las características de asegurar imaginariamente, incluso a veces místicamente, una tendencia particular a poseer un capital. Es decir, que el hecho de acumular dinero no tiene solamente una motivación utilitaria (dinero, medios para procurarse satisfacciones materiales, etc.), sino que significa en ciertos ladrones la vivencia de poseer objetos.

Este interés excesivo por los objetos que satisfacen en los ladrones su deseo de posesión y de seguridad se manifiesta constantemente en los ladrones habituales.

El robo. Difiere del hurto debido a que el sujeto actúa con fuerza en los objetos y medios, o también con violencia física en las personas, sea que la violencia tenga lugar antes del robo para facilitarlo en el acto de someterlo o después de cometido para procurar impunidad.

Así como la conducta del hurto, el robo presenta múltiples formas de ejecución, por el lugar, modo, instrumentos utilizados, participación, etc. Los más frecuentes son los robos cometidos en almacenes, bancos, locales de negocios y los robos de automóviles.

En los hurtos y robos de automóviles hay que distinguir: los préstamos, es decir, la sustracción, cuyo fin es tenerlo por un tiempo determinado para poder ejecutar otro delito, por lo común un robo (este delito lo prepara y realiza generalmente, una banda especializada) el robo para realizar un viaje. (Esta conducta es realizada por lo común por un adolescente), quien busca el automóvil como un medio para fugarse de su ambiente social, el automóvil significa su independencias y finalmente el robo, después del cual el vehículo es siempre desarmado y vendidas sus piezas; generalmente lo realiza un grupo organizado para tal fin.

Asimismo hemos observado que muchos ladrones se especializan en determinados objetos, por ejemplo: el hurto de ropas, neumáticos de automóviles, alimentos, etc. El análisis de estas conductas delictivas debe relacionarse siempre a los procesos que sufre el individuo desde su fecundación hasta su plenitud y madurez, es decir, por algo este individuo que presenta determinados rasgos, roba, por ejemplo: radios, es que el robo de determinados objetos posee para ese sujeto un significado especial. Este significado solamente puede ser conocido a través de la historia del individuo.

El carterista. Se destaca especialmente dentro de los ladrones profesionales; raras veces trabaja solo, más bien forma parte de un grupo. Tiene, como dicen los expertos, la técnica más depurada, el campo de trabajo del carterista son las grandes aglomeraciones humanas. Por lo común hurta carteras, pero también sustrae relojes de mano. A veces se hace una distinción entre el carterista habitual y el que actúa en bandas en las que domina una rigurosa disciplina y cuyas empresas son preparadas cuidadosamente. La mayoría de los carteristas son hombres, las mujeres intervienen solamente como colaboración con los carteristas, y solo en raros casos en el tomar las cosas. Frecuentemente sirven, sin embargo, de cebo o señuelo para distraer la atención de la víctima. Sobre todo cuando son atractivas.

La tendencia predatoria está sensibilizada por la particular actitud y sobre todo por la fisonomía de la víctima, lo que suscita en el carterista la impresión de que se trata de un sujeto particularmente idóneo para ser robado.

En el estudio de las historias clínicas de los delincuentes sentenciados por hurto-robo, se observa que se caracterizan por haber tenido una infancia desfavorable para el desarrollo de una personalidad sana, inadecuado control familiar, debido a la falta de uno de sus padres o al abandono familiar de que fue objeto, frustraciones a sus necesidades internas por la carencia de una adecuada protección y también frustraciones a sus necesidades externas, es decir, falta de vivienda, ropa, cuidados, posibilidades de instrucción, de aprendizaje de un oficio. Estas situaciones llevan al niño y al adolescente a realizar conductas rebeldes hacia la familia, la escuela, la sociedad.

Son personalidades inestables, inmaduras, siendo sus aspectos más acentuados: su escaso sentido de responsabilidad y sobre todo una gran rebeldía hacia las normas sociales, tienen mínimos sentimientos de culpa por sus delitos, no tienen remordimientos por sus actos y conducta asociales.