5 febrero, 2025
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Algo para celebrar el 488 aniversario de la ciudad de Pátzcuaro

Daniel Márquez Melgoza      ANALISTA

26 SEPT. 2022.-A manera de preámbulo a la celebración de la Ciudad de Pátzcuaro en su 488 aniversario, comparto en este medio un texto que publiqué en mi libro “Pátzcuaro: se vende esta ciudad como terreno”, que es una compilación de artículos sobre esta ciudad en el curso de un buen número de años, publicados en su gran mayoría en el periódico La Jornada Michoacán. A la hora de revisar los materiales que incluiría en el libro, encontré este texto que había terminado por ser sólo un apunte para un posible artículo; me gustó el contenido y no lo quise desperdiciar dejándolo fuera. Por única seña pude identificar el año en el que lo había escrito, que fue en el 2003 (pag. 159).

 

ESENCIAS FUNDADORAS

 

La publicidad turística del gobierno de Michoacán viene utilizando el slogan: “Michoacán, el alma de México”. Alguna entidad federativa o alguien en especial podría sentirse tentado a poner a discusión tan unilateral aserto.

 

Lo que sí creo que no está a discusión es que Pátzcuaro es el alma de Michoacán. No veo a ninguna ciudad michoacana, incluyendo a Morelia, con ánimo de entrar a debatir sobre esta aseveración. Hay algo en esta ciudad que no se respira en ninguna otra, que remite a esencias, a identidades, a orígenes, a mestizajes cumplidos, a una síntesis del ayer y del presente.

 

Esto, hasta los extranjeros lo perciben. Amigos europeos que conocieron Pátzcuaro, años después han vuelto a México por razones de estudio o de trabajo, y los hemos visto aparecer de prisa por esta ciudad, a veces sólo por unas horas: “Es que volver a México, y no estar en Pátzcuaro, nos deja la sensación de que no estuvimos en este país. No nos queríamos regresar con esa sensación…”.

 

Sí, hay algo, hay algo intangible, una magia, que muchos son capaces de advertir y dejarse subyugar por los encantos patzcuarenses. Ese algo intangible se sustenta por supuesto en un conjunto de elementos tangibles, como son el trazo urbano de la ciudad y su arquitectura regional o vernácula, que remiten a una historia, a una cultura, que configuran un escenario que durante varios siglos ha estado vivo y actuante.

 

Pátzcuaro no es una ciudad de grandes o importantes monumentos arquitectónicos, como sí los tienen otras ciudades del estado y del país. Lo que impresiona de Pátzcuaro es el conjunto de construcciones civiles y religiosas, tal vez hasta humildes en lo individual, pero que se engrandecen en la armonía del conjunto, como las voces anónimas que al hacer coro se subliman en la interpretación de una gran pieza coral.

 

Un amigo, ya fallecido hace varios años, se complacía tomando café en los distintos portales que dan a la plaza Vasco de Quiroga. Era muy común que a sus amigos les repitiera como estribillo: “aquí me siento embajador”, mientras con la mirada abarcaba con satisfacción la amplitud de la plaza con la arboleda de fresnos centenarios y detrás, las casonas blancas, de dos plantas, encuadrando ese espacio armónico.

 

El escenario urbano de Pátzcuaro se complementa con el escenario natural que lo circunda: la montaña y el lago, dos elementos que enmarcan a la ciudad y hacen con ella un todo de cultura-naturaleza en armonía.

 

Pero este conjunto armonioso está en crisis desde hace varias décadas: la ciudad y su marco natural se deterioran a pasos agigantados. Particular preocupación suscitan el lago y los bosques. Éstos llevan más de un siglo sometidos a irracional depredación y los efectos de ello en el lago son azolvamiento, que quiere decir pérdida de profundidad y achicamiento acelerado de su espejo de agua, y pérdida de capacidad para la producción pesquera, sobre todo de las especies más apreciadas: el pez blanco y el charal.

 

El Centro Histórico de la ciudad pierde armonía con construcciones civiles abandonadas a su ruina total; con el avance del mercantilismo que mutila, modifica y moderniza casonas, la vieja ciudad pierde autenticidad y va quedando reducida a fachadas. El voraz avance del comercio ambulante distorsiona u oculta los valores de la ciudad.

 

Programas ecológicos de rescate del lago de Pátzcuaro van y vienen en cada sexenio federal y estatal, en cada trienio municipal, prometedores de salvarlo. Los resultados son escasos y el avance de los deterioros se mueve a paso veloz.

(FOTO CORTESIA TURIMEXICO).