5 febrero, 2025
ROTATIVO DIGITAL

La vecindad del Chavo…

Muchos fervientes espectadores de la televisión mexicana, cuando les sale la grandeza imaginaria (mental y económica) se refieren de forma despectiva a este medio inocente de entretenimiento, que a tantos individuos y generaciones formó y transformó, algunas veces de manera subconsciente; llamándola la caja idiota, engaña bobos, etc., recordarás amable lector que antes hubo programas que además de entretener, enseñaban, alejándonos de los vicios de aquellos tiempos, pero claro, también el dueño era el abuelo, posteriormente el padre del actual propietario de Televisa (televisión vía satélite), pues era la única señal que existía, hasta el sexenio presidencial de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), que surgió Tv Azteca.

 

Me refiero a la década de los setentas, del siglo pasado, en ella hubo programas como La señorita Cometa, El hombre nuclear, la mujer biónica, los cuentos de Cachirulo, patrulla motorizada, viaje a las estrellas y el más longevo y popular El chavo del 8, no porque viviera ahí, sino porque ese canal lo transmitía.

 

Surge a inicios de los setentas, cuando en la hoy Ciudad de México, tomó mayor auge la vida en las viejas vecindades, convergen, ahí, el dueño de la misma, un señor obeso, en esos tiempos caso raro y motivo de burla por los inquilinos llamado Zenón Barriga y Pesado, pero le decían simplemente señor Barriga, éste tenía esposa, que viajaba, nunca salió a cuadro, típico de las mujeres encopetadas con dinero que solo hacían eso, mientras el marido trabajaba y cuidaba a su hijo conocido como Ñoño, un gordito que sufría del hoy llamado bullying, en este sentido las cosas no han cambiado mucho, las mujeres que si tienen dinero, viajan la mayor parte del tiempo, aunque actualmente hay más ricos sin dinero.

 

Los inquilinos eran: una señorita de edad avanzada, que se observa fue rica, pero su situación económica empeoró y llegó a refugiarse ahí, aunque sigue teniendo recursos, porque no trabaja, vive de su pequeña fortuna; se llama Clotilde, pero por sus vestidos elegantes de colores oscuros, sombrero y edad, los niños le dicen la bruja del 71, porque en ese número vive. Debido a su soledad y condición civil, se enamoraba con facilidad, primeramente de don Ramón, después de Jaimito el cartero.

 

Una madre de familia viuda, con un hijo, ella de nombre Florinda, su hijo Federico, cariñosamente le dicen Quico, su esposo era marino y murió, pero conserva aún la pensión que su muerte le dejó. Se observa que cuando vivió en matrimonio tenía dinero y posición, porque aún le quedan esos aires de superioridad que tienen los ricachones venidos a menos. La mayor parte del tiempo anda con tubos, chanclas y mandil, de ahí que los niños la conozcan como la vieja chancluda, trae pleito cazado con don Ramón, a quien seguido le da de cachetadas con y sin motivo, con el desquita sus complejos y coraje por su nueva condición. Está enamorada del profesor de la escuela donde estudia su hijo. La visita de forma frecuente y no precisamente le invita una tacita de café.          

 

Un padre soltero llamado Ramón, con su hija, a quien nunca llaman por su nombre, únicamente por su apodo, la Chilindrina. Se presume que la mamá de la niña, al verlo que era un desobligado y otras tantas veces con mala suerte, da a luz y lo abandona con la niña, quien se encarga de criarla, mantenerla y cuidarla, en ningún momento se menciona a la mamá. No le gusta trabajar, y las pocas veces que lo hace, los niños lo hacen fracasar, razón por la que el tiempo que salió a cuadro, le debía al arrendador catorce meses de renta. Por el abandono de su mujer, se refugia en el alcohol, aunque de forma implícita. Es el amor platónico de la señorita Clotilde, pero no le hace caso, solo se deja querer recibiendo todo tipo de regalos y favores que ella le hace.

 

El que da el título al programa, un niño abandonado, huérfano, que no dicen su nombre, simplemente es conocido como el Chavo, un adjetivo coloquial, muy común en lo que era el Distrito Federal. Debido a su situación, es un niño malo, envidioso, peleonero, agresivo, respondón, torpe, hambriento, flojo, sobretodo, malagradecido.

 

Quico, el hijo de doña Florinda, un niño de abundante cachete, con aires de riqueza, pues su mamá le cumple todos sus caprichos y lo viste como marinero, recordando a su papá. Es el menor de todos los niños. Cobarde, estúpido, mal estudiante, egoísta, llorón.

 

La chilindrina, hija de don Ramón, el apodo es por su aspecto físico, pequeña, con lentes, pecas, dos coletas mal hechas, suéter torcido, porque su papá no sabe vestirla. Es ladina, astuta, mentirosa, traviesa, con una inteligencia aguda, no para el estudio, pero si para manipular a los demás niños.

 

Noño, el hijo del dueño de la vecindad, a pesar de su dinero, acude a la escuela primaria oficial donde van los hijos de los inquilinos de su padre, recuerda amable lector que en esa época, eran escasas las escuelas particulares/privadas, es un niño obeso, lo que provoca las burlas constantes de sus compañeros, es el niño aplicado del salón, viste ropa fina, es inocente, ingenuo, miedoso, come en demasía, de ahí su complexión gruesa.

 

El profesor de la escuela, de apellido Jirafales, un individuo de gran estatura, culto, preparado, responsable, los niños lo apodan maistro longaniza, está enamorado de la mamá de Quico, doña Florinda; la visita frecuentemente en la vecindad, llevándole un ramo de rosas y ésta lo invita a tomar una tacita de café. Recuerda que en esos tiempos los profesores eran considerados semidioses, por su preparación. Ganaban (y siguen ganando) bien.

 

En la escuela aparecía un niño de apellido Godínez, era vago, sabía de juegos de azar (baraja, dados, etc.) no estudiaba, estaba metido en su mundo y no en la escuela, se la pasaba dibujando y silbando en clase.

 

Dos personajes, por problemas con el productor, tuvieron que salir de cuadro, Quico y don Ramón, por lo que ingresaron, Jaimito el cartero, un individuo de edad avanzada, originario de Tangamandapio, Michoacán, flojo, siempre quería evitar la fatiga, la Popis, sobrina de doña Florinda, una niña inmadura que siempre cargaba a su muñeca Serafina, a quien culpaba de sus maldades y doña Nieves, la bisabuela de la Chilindrina, pero conocida como la bizcabuela, una anciana ladina, abusiva y muy parecida físicamente a su bisnieta.

 

Esporádicamente, salieron otros personajes que omito señalar, porque no tuvieron éxito con los televidentes y desaparecieron.

 

Este programa, de forma inconsciente o subconsciente, nos dejó mucho aprendizaje de la época en que se inició, aunque haya llegado a la década de los noventas, incluso actualmente, se sigue transmitiendo, por lo que las nuevas generaciones lo están conociendo.

 

Ahí pudimos observar cómo piensan y actúan los individuos de distintos estratos sociales, en origen, pero que por distintas circunstancias de la vida, terminan conviviendo juntos, nos dimos cuenta de un amasiato entre el mejor partido de esa época, un profesor y una viuda joven de buen ver; vimos cómo una señorita busca desesperadamente el calor de un hombre, sin importar su edad, aspecto y situación económica; un sujeto estafador, corrupto y tranza, como hace malabares para marear al dueño de la vecindad y no pagar la renta, el desempleo, la falta de preparación y oportunidades de la gente, los niños de hogares rotos, como juegan, pelean, conviven y se lastiman (física y sicológicamente) entre ellos.

 

Este programa, como otros de esa época, nos enseñó mucho, de la vida común, ¿lo habías notado? por lo cual no estoy de acuerdo en considerar negativa a la televisión mexicana de antaño; actualmente, el dueño se va más por el aspecto económico, como empresa y por consiguiente, negocio, proliferan las telenovelas, que denominan refritos, la misma historia la realizan bajo otro nombre y con diferentes actores de moda, programas de largo tiempo, que no tienen temas interesantes, en este sentido, la competencia entre televisoras, en lugar de ser positiva, resultó lo contrario, lo que también ha contribuido al retroceso como mexicanos. Pero de esto, nada podemos modificar.